Camerún

Camerún abrió a África la puerta del fútbol grande

Los asistentes al estadio Riazor de La Coruña el 15 de junio de 1982 tuvieron el privilegio de ver un antes y un después del fútbol africano.

No hubo goles en el partido. Pero el 0-0 entre Perú y Camerún sorprendió a medio mundo. Por primera vez un equipo del África negra se retiraba de la cancha orgulloso de la calidad exhibida. Días después un segundo empate 0-0 con Polonia y luego otra igualdad, ahora 1-1, con Italia, ratificaron que lo del debut no era casualidad. Camerún no superó el grupo pero pasó a la historia.

Es que el arquero Thomas N’Kono, el delantero Roger Milla y el resto de sus compañeros abrieron a machetazos una selva hasta entonces impenetrable para los futbolistas africanos. Peruanos, polacos e italianos eran entonces equipos de temer y aún así por largos pasajes se vieron desbordados por el equipo dirigido por el francés Jean Vincent.

Fue una eclosión sin retorno. Desde entonces europeos y sudamericanos entendieron que habría que sudar la gota gorda para dejar en el camino a esas selecciones negras tan veloces, elásticas y potentes como desprolijas tácticamente.

Es el gran mérito de Camerún, el rival que enfrentará a Chile este domingo en el debut de la Roja en la Copa Confederaciones. Por la senda abierta por los “leones indomables” se colaron después las “águilas verdes” nigerianas, los “elefantes” marfileños, los “leones de Teranga” senegaleses y las “estrellas negras” ghanesas. Todos, con altibajos, han dado brillo a los mundiales con un estilo común alegre y desenfadado.

Camerún también sabe de esa irregularidad que ha privado a África de ganar un título mundial adulto, o al menos disputarlo.

Desde su irrupción en el Mundial de España ha participado en seis de los ocho certámenes siguientes. Sólo en 1990 pudo superar la primera fase. Gracias a triunfos sobre Argentina, Rumania y Colombia llegó hasta cuartos de final donde se inclinó 2-3 en tiempo extra ante la Inglaterra de Gascoine, Platt y Linecker.

Fue un partido aquel de meta y ponga. Con Camerún luciendo su mejor traje ante los inventores del fútbol. Solo su madurez centenaria le permitió a Inglaterra seguir adelante.

Pero antes de aquello Camerún se dio varios gustitos. Como vencer en el debut a la Argentina campeona del mundo con un gol de su artillero Francois Omam Biyik. Y luego hacer lo mismo con la Rumania de Gheorghe Hagi 2-1.

Lo mejor llegó en octavos de final. Tras el 0-0 en tiempo reglamentario, cameruneses y colombianos se lo jugaron todo en la prórroga. Ocurrió allí una de las jugadas que pasan a la historia. La del arquero cafetero Higuita recibiendo la pelota en tres cuartos de cancha e intentando driblear al gran Roger Milla. Este fue más vivo y le arrebató el balón para convertir frente al arco descubierto. Era el 2-0 y el derrumbe colombiano que no detuvo el descuento de Bernardo Redin.

Pero así como puede deslumbrar también puede hacer el ridículo. Sin empañar lo logrado en ese torneo, Camerún sorprendió al ser goleado 0-4 por la Unión Soviética.

Esa derrota fue un aviso de lo que ocurriría cuatro años después. En Estados Unidos 1994 el equipo no dio el tono, pero facilitó el que otro lo hiciera. Fue el atacante ruso Igor Salenko, que le convirtió cinco goles al arquero Jacques Songo’o en un 1-6 con que entró a la historia como el máximo goleador en un mundial. Hubo también un 0-3 frente a Brasil que insinuó que el progreso camerunés había tocado techo.

En 1998 mejoró la cosa, pero hasta por ahí no más. Lo mejor lo hizo contra Chile, al que acorraló tras el gol de tiro libre de José Luis Sierra y mereció algo más que el 1-1 final.

Hubo más tarde tres apariciones decepcionantes en Corea-Japón 2002, Sudáfrica 2010 y Brasil 2014. Nada a la altura de sus comienzos. Sí la ratificación de que sigue siendo una potencia africana (ganador de cinco títulos continentales), aunque los aplausos se los hayan llevado después Nigeria, Costa de Marfil, Ghana y Senegal.

Tampoco ha sacado en el último tiempo camadas propias de su estatus. Uno que otro relumbrón, como el gran Samuel Eto’o, que brilló en el Barcelona en la primera década de este siglo. Y una gran tristeza, la muerte en cancha del volante Marc-Vivien Foé, que se desplomó el 23 junio de 2003 cuando Camerún y Colombia se enfrentaban, precisamente, en semifinales de la Copa Confederaciones. Su muerte es la postal de los jugadores fallecidos por ataques cardíacos en pleno partido.

Al cabo, lo mejor ha sido su título olímpico en Sydney 2000, logro en el que lamentablemente se cruzó Chile. Faltando siete minutos para el final la Roja lo tenía todo para pasar a la final, ganaba 1-0, manejaba el partido y marraba varias ocasiones claras de gol. El despilfarro costó caro. En el minuto 83 igualó el goleador Patrice Mboma y en el 89 logró el triunfo con un penal controvertido pateado por Etame.

Hoy Camerún está en el puesto 32 del Ranking FIFA. Claro que llegó a Rusia por ser campeón africano en el verano pasado. Una fotografía perfecta de su realidad desde hace largos años: indomables en su tierra, leones de zoológico afuera.

¿Podrá torcer su historia?