Colo Colo: bienvenido al fútbol de alta competencia

El cuadro albo experimentó dolorosamente y en carne propia la diferencia que existe entre nuestra mediocre competencia casera y la internacional. Atlético Nacional lo derrotó en todos los aspectos del juego y, por cierto, en el marcador. Con lo que jugó, los presagios para el Cacique en esta participación copera no pueden ser sino negros.

Las derrotas son siempre tristes. Sólo que esta de Colo Colo, por la cuenta mínima frente al colombiano Atlético Nacional, en el comienzo del Grupo 2 de la Copa Libertadores, lo fue doblemente.

Simplemente porque se trató de una caída sin ningún tipo de atenuantes, sin que se pueda apelar a un arbitraje deficiente o a la ausencia de eso que en el fútbol suele denominarse fortuna, y que se traduce en no saber concretar las oportunidades de gol procuradas, por más que eso sea mera y pura ineficiencia.
Porque Colo Colo cayó lánguidamente, en medio de una impotencia que puede sorprender o desconcertar a aquellos que siguen jurando –a pesar de las reiteradas evidencias- que nuestra competencia interna es de buen nivel, pero para aquellos que tenemos claro su evidente mediocridad el resultado es sólo el justo colofón de la diferencia existente entre un cuadro competitivo a nivel internacional y otro que, en el momento actual, ni siquiera lo es a nivel local.

Lo dijimos tras la derrota frente a Palestino y la paridad ante O´Higgins: jugando así, Colo Colo no tenía nada que hacer frente a un equipo que, en los últimos años, ha sabido ubicarse en la cúspide del fútbol sudamericano.

La derrota, clara e inapelable, no hizo más que confirmar nuestro juicio. Colo Colo nunca fue dueño del partido, y si no sufrió más fue únicamente porque tuvo al frente a un cuadro contenido y pragmático, que se conformaba con el empate pero sabiendo que, en cualquier momento, podía dar el zarpazo que le entregara los tres puntos.

Hubo una diferencia enorme de recursos e, incluso, de fundamentos. Una diferencia sideral de precisión, velocidad, potencia y fuerza. En otras palabras, los jugadores albos no sólo perdían seguido el balón, sino que luchando por recuperarlo perdían siempre. Semejaba, por largos momentos, el choque entre un cuadro adulto y maduro frente a un equipo juvenil.

Es verdad que Atlético Nacional muchas oportunidades de anotar no tuvo. Lo suyo era contener, hacer circular el balón y buscar el descuido o el error grueso del rival. Mientras el marcador estuviera en blanco, lo suyo igual era negocio.

Sólo que Colo Colo, tristemente, no tuvo ni una sola en los 90 minutos de juego. Sus hombres de ofensiva eran permanentemente anticipados y tampoco existió la inspiración personal para procurarse un claro mediante un dribling que lograra crear, al menos una vez, superioridad numérica para prosperar.

Paredes y Rivero no pudieron nunca. Absorbidos por la marca, ambos eran fantasmas deambulando por la cancha del Monumental. Valdivia lo intentó y lo logró en más de una oportunidad, sólo que su a ratos obligado empecinamiento en transportarla evidenciaba que no tenía a quién tocársela.

Si por el medio crear una oportunidad de gol se antojaba misión imposible, por las bandas la situación ya era dramática. Opazo, uno de los pocos que podía discutirles a los colombianos en velocidad, lo intentó en un par de ocasiones en el primer tiempo y sería, porque luego desapareció por completo como arma de desborde. En cuanto a Suazo, no sólo estuvo nulo en ese aspecto, sino que perdió más de un balón en la salida, como le había ocurrido el pasado sábado, frente a O´Higgins.

¿Qué le quedaba a Colo Colo? El “Pajarito” Valdés, sólo que este, que en la competencia casera produce daño con su capacidad para dejar atrás jugadores con sus enganches, esta vez no pudo nunca, porque las pocas veces que lo logró tuvo de inmediato a un defensor colombiano atento al relevo.

Como estaba el partido, y más allá de la a veces irracional pasión del hincha, Colo Colo debía darse más que satisfecho con el empate que se estaba produciendo. Por aquello de que, cuando no se puede ganar, es bueno no perder. Dicho de otra forma: el empate había que firmarlo ya.

Y viendo los dos cambios que Guede intentaba, pareció que el técnico albo era el primer dispuesto a ponerle la firma al armisticio. Porque pasada la hora de juego, se vio a Véjar y a Berríos preparándose para ingresar.

Sion embargo, justo en esos momentos llegó el golpe de nocaut de los colombianos. Recuperó Rivero una pelota en tres cuartos de cancha, pero Carmona la perdió rápidamente, dando lugar a una corrida de Campuzano contra un fondo albo absolutamente desarticulado. El pase profundo de este superó la línea defensiva para que Hernández la capturara, eludiera a Orión y disparara contra el arco desguarnecido.

Claramente, los cambios Guede debía deshacerlos. Con mayor razón si uno de los destinados a abandonar el terreno de juego era el uruguayo Rivero y los que ingresaban no iban a poder ser aporte. Véjar sólo sugiere, pero nunca concreta nada. Ni un buen centro ni menos un desborde. Y en cuanto al chico Berríos, ¿esperaba Guede que un juvenil arreglara problemas que los experimentados no habían podido?

Extrañamente, Guede mantuvo las sustituciones. Y con eso sólo consiguió que Colo Colo la tuviera un poco más, entre otras cosas por el claro repliegue colombiano, pero sin poder crear nada futbolísticamente de provecho.

Si alguien pudo anotar un gol durante ese lapso, fue Atlético Nacional. Lo impidió Orión desviando al córner un disparo de Rentería. Al otro lado Colo Colo se limaba los dientes con un “fulbito” lento, anodino, anunciado y carente en absoluto de sorpresa.

Colo Colo, para decirlo claro, podía estar jugando una hora más y nunca iba a preocupar a Monetti, arquero argentino del cuadro colombiano al cual simplemente nadie pudo ver para ver si es tan bueno como Armani, el meta anterior.

Fue, como ya dijimos, una derrota lánguida y triste. Que envuelve, además, los más negros presagios acerca de lo que puede ser la actuación alba en los cinco encuentros que restan.

Para decirlo pronto, Atlético Nacional le dijo a Colo Colo “bienvenido al fútbol de alta competencia”.

PORMENORES

Fase de grupos de Copa Libertadores. Grupo 2.
Estadio: Monumental.
Público: 40 mil espectadores, aproximadamente.
Arbitro: Wilton Sampaio (Brasil).
COLO COLO: Orión; Zaldivia, Insaurralde, Baeza; Opazo, Valdés (78’ Orellana), Carmona, Suazo (69’ Véjar); Valdivia; Rivero (69’ Berríos), Paredes.
ATLETICO NACIONAL: Monetti; Palacios, Aguilar, Braghieri, Henríquez; Bocanegra (52’ Campuzano), Lucumi (46’ Castellani), Hernández (88’ Ramírez), Torres; Rentería y Delgado.
Gol: Hernández, para Atlético Nacional, en el minuto 67’.
Tarjetas amarillas: en Colo Colo, Zaldivia, Baeza y Suazo; en Atlético Nacional, Braghieri, Bocanegra y Palacios.