Cuando eramos malos…

Sin embargo, en el presente siglo hubo un momento en que se tocó fondo, futbolísticamente hablando, y la clasificación a los mundiales asomó como una quimera, complementada por pobres presentaciones a nivel de clubes (parecido eso sí a la escena actual) y escuálidas participaciones de selecciones menores (anotamos el mundial Sub 20 de 2001 como el único hito).

Por eso, una rápida revisión del vilipendiado ranking FIFA nos muestra a Chile paseando por los lugares cercanos al número 20 en 2000, cuando los fulgores de la generación de Francia ’98 comenzaban a apagarse, con el recordado 3-0 a Brasil en agosto de ese año. Para 2001, el escenario se oscureció aún más, llegando a ocupar el sótano de la clasificación sudamericana, con derrotas dolorosas (por ejemplo, ante Venezuela en Santiago).

Para entonces, el ranking veía cerrar el año a Chile en el lugar 39°. La inactividad de 2002 (sólo se jugó un amistoso oficial o clase “A”, ante Turquía) envió a la Roja al puesto 84° entre las selecciones del mundo, el más bajo desde que se usa el sistema (1993).

Una regular presentación global en el camino a Alemania 2006 (mundial al que Chile no clasificó) mejoró la presencia de la selección en el mentado escalafón FIFA, el mismo que vio hace poco instalarse a nuestro representativo entre los 10 mejores, sin intenciones de moverse en el corto plazo.

Pero en la década anterior, la escasa valoración de nuestra selección repercutió en un natural rechazo a involucrarse con otros seleccionados, con más pergaminos. ¿Cómo repercutió esto? Hubo que recurrir a pactar encuentros con seleccionados regionales o autónomos en España, que tradicionalmente cierran su año enfrentando a alguna selección de segundo o tercer orden mundial (salvo excepciones, como Nigeria, Brasil o Francia, que se han asomado por España a fines de diciembre).

Chile fue invitado en tres ocasiones a Europa para enfrentar a diversos representativos y las tres veces volvió con las manos vacías. Hoy, a 10 años del último de esos partidos, parece impensado creer que nuestro linajudo seleccionado se desplace o reúna entre celebraciones navideñas o de Año Nuevo a jugar por un poco más que el orgullo deportivo.

A continuación revisamos tres viajes y tres derrotas, que no hay que obviar a la hora de reconocer cómo incidieron, quizás de manera marginal, en la formación de un plantel que una década más tarde se codea con los mejores del mundo.

Cataluña 1, Chile 0 (28 de diciembre de 2001):

Con el aval de no caer desde 1957, desde donde había totalizado 13 encuentros invictos, los catalanes recibieron a la selección chilena, dirigida por Jorge Garcés, que había cerrado un traumático proceso clasificatorio a Japón y Corea 2002 en el último lugar y sin ganar un partido clasificatorio desde 2000 (pese a que en la Copa América de Colombia se había alcanzado cuartos de final).

Jugando pésimo y presentando nominaciones que distaban de épocas anteriores donde brillaron nombres como Iván Zamorano o Marcelo Salas en las citaciones, el viaje a España tuvo como destino el Día de los Inocentes.

En el Camp Nou con más de 56 mil espectadores que vieron un partido “chato”, dominado en parte por la presencia de Josep Guardiola, quien vivía sus últimas temporadas en la alta competencia europea (en 2002 pasó al Brescia italiano) y que contaba con reconocidos escuderos en el campo: Puyol, Celades, Sergi, Víctor Valdés, entre otros. ¿Chile? Llevó a 18 jugadores y sólo Nicolás Peric no vio acción en la cancha del Barcelona.

La selección chilena formó con Carlos Toro, Héctor Robles (84’ Cristián Gómez), Alex Von Schwedler, Raúl Muñoz; Fernando Solís (61’ Mauricio Rojas), Raúl Palacios (78’ Patricio Almendra), Marco Villaseca (70’ Luis Medina), Víctor Cancino; David Pizarro; Jaime Valdés (46’ Fernando Martel) y Carlos Verdugo (65’ Julio Gutiérrez).

El único gol del partido fue obra de Luis García, en el minuto 56, luego de recibir un largo pase de Xavi Hernández (quien había reemplazado a Guardiola). El atacante controló ligeramente con la mano y batió a Toro. A pesar de la derrota, la prensa local reconoció en los nacionales “una selección tan renovada como interesante, que tenía prima incluso por empatar”. El regreso de la selección pasó inadvertido, y se mezcló con las celebraciones del Año Nuevo, un 2002 en que seguiríamos marcando el paso a nivel internacional.

Andalucía 3, Chile 2 (27 de diciembre de 2002):

Si lo visto en 2001 había sido decepcionante, lo de 2002 tuvo tintes más oscuros: sólo consignó un partido ante Turquía (César Vaccia en la banca) como único apretón en el año, que por lo demás se saldó con derrota. La nueva visita de Chile a tierras hispanas fue para medirse ante un seleccionado que mostraba nueve partidos invicto desde 1965, dando cuenta de un funcionamiento irregular en el tiempo.

Sin embargo, la jornada vivida en La Rosaleda (estadio del Málaga) sirvió para despedir a Fernando Hierro, quien había hecho lo mismo tras el fracaso hispano en el mundial de Japón y Corea, por lo que Chile acompañó de mejor manera que el año anterior la fiesta de los anfitriones.

Tras un primer tiempo que acabó sin goles, las emociones se aglomeraron en la segunda etapa, donde los dirigidos por Vaccia encontraron dos goles que finalmente no pudieron revertir la suerte chilena. Los nacionales formaron con Eduardo Lobos (77’ Nicolás Peric), Waldo Ponce, Ricardo Rojas, Rafael Olarra; Cristián Álvarez, Raúl Muñoz (88’ Jorge Ormeño), Jorge Acuña, Denis Montecinos (65’ Mauricio Donoso); David Pizarro; Reinaldo Navia y Joel Soto (55’ Luis Ignacio Quinteros).

Los goles fueron de Álvarez (68’) y Quinteros (83’). No vieron acción Marcos González, Moisés Villarroel, Sebastián Pardo, Milovan Mirosevic, Rodrigo Meléndez y Arturo Norambuena.

Aragón 1, Chile 0 (28 de diciembre de 2006):

Chile asomó como el primer seleccionado nacional en enfrentar a los aragoneses. La histórica jornada se escenificó en Zaragoza, y fue la última vez que La Roja se asomó por España para jugar este tipo de compromisos. La ocasión se enmarcó como beneficio para el Sindicato de Futbolistas Profesionales (Sifup), que contó con el apoyo de Elías Figueroa, quien dirigió a los chilenos.

En la previa del encuentro, “Don Elías” encontró muchas complicaciones para configurar el equipo que se presentaría en La Romareda, principalmente por las complicaciones asociadas a la fecha, y porque para entonces la selección ya había esbozado una leve recuperación en cuanto a prestigio y el fútbol chileno pasaba por un buen momento a nivel de clubes (Colo Colo había llegado a la final de la Copa Sudamericana, mientras que la Roja se empinaba en el lugar 41 del ranking FIFA).

De todas formas, el equipo chileno se presentó con nombres con amplio recorrido en nuestras canchas, como Sebastián González, Johnny Herrera, Luis Pedro Figueroa y Miguel Riffo, entre otros. El partido fue mediocre, y no logró entusiasmar a las casi 10 mil personas que se arrimaron a presenciarlo, entre ellos muchos chilenos.

Incluso se consignaron incidentes de los aficionados locales con la policía, que felizmente no trascendieron más allá de escaramuzas. Cuando el partido vivía su primer minuto de tiempo agregado, Javi Suárez pudo batir a Herrera y señalar la exclusiva cifra que puso fin a las andanzas chilenas de fin de año por España.

Chile formó con Johnny Herrera, Boris Rieloff, Miguel Riffo, Marcos González, Eros Pérez, Manuel Iturra, Francisco Arrué (46’ Carlos Garrido), Carlos Villanueva (72’ Gamadiel García), Luis Pedro Figueroa, Sebastián González (78’ Leonardo Monje) y Juan Gonzalo Lorca.

En 2007, Marcelo Bielsa comenzaría a encargarse de restaurar la deteriorada imagen de nuestro fútbol, ideando un camino que se tradujo en el origen del momento actual y que dejó atrás la época en que “éramos malos”.