De vuelta a la vuelta

La imagen es inolvidable. Los chilenos Peter Tormen o Fernando “Lobo” Vera paralizando un país a fines de los ochenta para ver cómo se proclamaban campeones de esta gran prueba ciclista. En esa época era por tele y los embalajes rumbo a la meta los gozábamos todos. Es que teníamos cultura bicicletera y exponentes de calidad. Hoy eso se está intentando retomar con el renacer de una carrera que este 2017 cumplió 32 ediciones.

Ahora la mirada fue otra: desde adentro. La radio (Bío Bío) me encomendó cubrirla, luego de cinco años de estar «en el congelador», increíblemente por la existencia de dos federaciones paralelas en conflicto que la afectaron de manera directa (cosas que sólo pasan en nuestro país).
En esta versión, la carrera comenzó en Concepción y terminó frente al Estadio Nacional, con el “escarabajo” colombiano César Paredes cruzando la meta frente al pilucho de Ñuñoa, y evidenciando las grandes diferencias con el ciclismo local, sobre todo en etapas de montaña.
De hecho, fue justamente allí, en la subida a Farellones, donde este bogotano de 25 años se hizo grande en una etapa que ganó su compatriota Christian Montoya, quien a la postre terminó segundo en la general.
Pero más allá de los resultados -el mejor chileno fue el último ganador de la Vuelta el 2012, Patricio Almonacid, quien remató séptimo- hay varias cosas para contar. Por ejemplo, la imagen más bizarra que he visto en el último tiempo.
Y acá me tomo un tiempo. En la primera etapa entre Concepción y Chillán Viejo me tocó ir en la VAN de prensa, que por única vez se situó detrás de la caravana. Pasados 30 kilómetros, luego de una curva, lo vi. Tres ciclistas que no pedalaeaban. ¿Cómo? Tal cual. Avanzaban en la carrera, pero afirmados con sus manos a un automóvil debidamente registrado en la carrera. El registro audovisual de ese momento terminó aportando la sanción definitiva: fueron expulsados, al igual que otros dos corredores captados por fotografías. Le faltó poco a los ciclistas para ir arriba del auto afirmando su bicicleta por la ventana. ¡Insólito!
La carrera prosiguió por Talca, Curicó, San Fernando, Graneros y Santiago con otras cosas por mejorar. Por ejemplo, de la organización. Personalmente recibí varias quejas. Una de un pedalero brasileño que acusó falta de Fair Play en una curva antes de un sprint final por parte de un argentino, que a la larga favoreció a un par de compatriotas del supuesto infractor (algo más común de lo que parece). ¿Otra? El reclamo del equipo Vírgen de Fátima en la contrarreloj que se hizo por equipos en Curicó (en la subida al Cerro Condell), donde la moto que les indicaba el camino se equivocó de ruta: se perdieran valiosos minutos que nunca se repusieron.
¿Una última? El ciclista colombiano Robingzon Oyola (así se escribe) lideraba con buena diferencia en la penúltima etapa antes de la subida a Farellones, pero se perdió. Y lo hizo porque el guía de la carrera también se equivocó de camino. Cuando reconocieron el error lo hicieron volver a la ruta correcta, pero detrás del pelotón y ya sin las fuerzas para llegar entre los primeros.
Fueron pequeñas manchas dentro de una carrera que aprobó con nota azul -el comisario colombiano UCI Héctor Arciles le puso nota 5- y que hizo reencantarse a la gran cantidad de gente que se apostó en las rutas para ver al borde del camino a los deportistas.
Por lo mismo, la carrera ya se ratificó para el 2018 con una etapa más con la idea de seguir creciendo dentro del país en los años venideros, buscando retomar la categoría e importancia que tuvo hace 30 años.

 

Foto: Aleko, fotógrafo oficial Vuelta a Chile 2017