Deporte: el triste legado de Bachelet

Prometió 30 Centros Deportivos Integrales en su campaña para llegar por segunda vez a La Moneda. Cuatro años después, sólo hay uno terminado y en condiciones de servir a la comunidad. La principal culpa recae, por cierto, en la inepta ministra que ella designó, pero la ahora ex Presidenta no puede deslindar responsabilidades, por haberla mantenido casi tres años en el cargo contra toda lógica y buen criterio.

Fiel a la costumbre de nuestra casta política, en lo que al deporte respecta Michelle Bachelet se va sin haber cumplido la mayor promesa de su campaña para llegar por segunda vez a La Moneda: la construcción, en 30 comunas del país, de igual número de Centros Deportivos Integrales destinados a masificar y desarrollar el deporte en los sectores populares.

Cuatro años después, de ellos sólo uno está en vías de convertirse en una pronta realidad. Terminado, sólo restan detalles y la correspondiente recepción de obras del municipio de la Región de la Araucanía.

Otro, en plena construcción, podría quedar así por toda la eternidad en el caso de que el segundo gobierno de excelencia demuestre poco interés en terminarlo y decida, no sin razón, que mejor sería destinar dichos recursos a poner fin a ese hazmerreír mundial de su autoría conocido como el “Puente Basculante del Cau Cau”.

En otras palabras, ese Centro Deportivo Integral –dependiendo de las nuevas autoridades-, puede convertirse en otro “elefantito blanco”, condenado a ser devorado por la maleza y destruido por la corrosión.

Bien poco es lo que puede exhibir el gobierno que se va respecto de sus políticas deportivas.

Si es que alguna vez las tuvo.

La cruda realidad demuestra que a la clase política chilena el deporte no le interesa para nada, como no sea para cazar incautos en períodos eleccionarios y vestirse con ropas ajenas invitando al Palacio de Gobierno al triunfador del momento, ese que llegó a la cúspide exclusivamente gracias a su esfuerzo y a pesar de su medio y de su entorno.

¿De verdad le interesaba el deporte a Michelle Bachelet? Tal vez el de la elite, reflejado en esa verdadera fiebre por construirle estadios al fútbol profesional. Una actividad que, desde que cayó en manos de privados, a través del sistema de Sociedades Anónimas Deportivas, se fue alejando cada vez más de la gente común, es decir, del socio, el hincha y el aficionado. Dicho en forma cruda, la construcción de más de una docena de coliseos a través del territorio nacional equivale a que el gobierno hubiera construido, con recursos fiscales, edificios para que instalaran allí sus oficinas corporativas grupos económicos como los Matte, los Luksic o los Angelini.

Si a ella el deporte realmente le hubiera interesado, en medio de sus múltiples obligaciones y compromisos se debería haber preocupado de cumplir con su principal promesa de gobierno en este campo.

Es efectivo que, si al final quedó absolutamente al debe, ello se debió en gran medida a un pecado original que nunca tuvo expiación: designar como ministra de Deportes a Natalia Riffo, una “experta en seguridad” que, además de no haber jugado nunca ni con tierra, era una floja de marca mayor y una inepta digna de campeonato mundial.

Para decirlo pronto y que no queden dudas: la ahora ciudadana Bachelet debió haberla sacado ya al año de su segundo mandato, cuando pudo ver que la Riffo, salvo figurar y cobrar mes a mes su tan millonario como inmerecido sueldo, era un cero a la izquierda. Cuestión de la que muy pronto se dieron cuenta los funcionarios del ministerio y del Instituto Nacional de Deportes, que vieron con espanto y preocupación que ninguna de sus advertencias y recomendaciones conmovían a una ministra preocupada de cualquier cosa, menos de desarrollar la labor que la entonces Presidenta le había encomendado.

Natalia Riffo, respecto de temas trascendentes, jamás movió un dedo. En la primera reunión que tuvo con la Anfuchid (Asociación de Funcionarios de Chiledeportes), a días de haber asumido, los dirigentes le recomendaron que llevara a cabo un acucioso estudio acerca de los 5.500 millones de pesos que el Estado había destinado para la realización, en el país, de los Juegos Sudamericanos que partieron en las postrimerías del gobierno de Piñera y concluyeron ya con Bachelet instalada en La Moneda.

Aparte de fundadas sospechas acerca del destino de tan cuantiosos fondos, existía una certeza no menor: contrariando toda la legislación vigente, y las normas que rigen los recursos públicos, el entonces Director de Deportes designado por Piñera, Gabriel Ruiz Tagle, había puesto esos dineros a interés en un banco. El resultado fue que, aparte de haberse esfumado los más de 132 millones obtenidos a través de los intereses devengados, también se habían difuminado otros 2 mil millones de pesos cuyo destino final permanece hasta hoy en la más profunda de las nebulosas.

La ministra jamás hizo nada. Hasta que el escándalo le estalló en la cara: la Contraloría, tras un acucioso estudio de los dineros destinados para el evento, llegó a la conclusion que millones y millones de pesos supuestamente utilizados carecían por completo de respaldo.

Con los 30 Centros Deportivos Integrales el resultado fue parecido. A un año de ocupar el cargo, nada se había hecho, al punto que, en carta a la Presidenta, y evidenciando su preocupación, los funcionarios le pidieron al Gobierno la destitución de la ministra.

En la oportunidad, ella se defendió apelando a explicaciones tan absurdas como inconsistentes: para justificar su inacción, señaló que “este tipo de proyectos no son fáciles de sacar adelante. Se requiere todo tipo de estudios y planificación, de modo de no contar luego con problemas administrativos que se transformen en un obstáculo. Aparte, nos hemos dado el tiempo de preguntarle a la gente cómo avizora ella este tipo de Centros Deportivos y lo que espera que estos consideren para una buena práctica y una correcta utilización”.

¿Esperaba la ministra que pobladores de La Pintana pidieran una cancha de golf? ¿Que los de La Pincoya exigieran una pista con nieve artificial para practicar esquí?

Tal parece que las encuestas encargadas resultaron tan chantas como el Censo de Piñera, porque el tiempo siguió pasando y a través de todo el territorio nacional no existía ni siquiera un movimiento de tierra que indicara que allí habría alguna construcción con características de gimnasio.

La ministra, pues, era la principal responsable. Pero también lo era la Presidenta, que teniendo reiteradas evidencias de que su ministra de Deportes era un completo fiasco, la mantuvo en el cargo contra toda lógica y buen criterio.

El año 2016, el tema no dio para más: la Comisión de Deportes de la Cámara de Diputados invitó a la ministra Riffo al Congreso. Razón: los parlamentarios también querían saber el por qué, a pesar de que año a año se destinaban los recursos suficientes para la construcción de esos centros a través de la Ley de Presupuesto, el país seguía sin ver ni siquiera una primera piedra. De hecho, ya a fines de 2015 se habían perdido más de 22 mil millones de pesos que estaban considerados para la construcción de los 10 primeros centros deportivos, por falta de ejecución.

Natalia Riffo, en la ocasión, no halló nada mejor que victimizarse en lugar de dar respuestas coherentes y valederas. En vez de ofrecer argumentos, se quejó de que los diputados, seguramente ya hartos de su flojera e ineptitud, la trataran de “mijita”, con claro tono condescendiente. Según ella, la actitud y lenguaje utilizado por los parlamentarios venía a demostrar una clara discriminación hacia ella por ser mujer.

Si se trata de ser justos, lo de “mijita” estuvo claramente de más.

Debieron haberla tratado de floja e incapaz con todas sus letras.

Más allá de su dolor y molestia, a la señora Riffo siguió sin movérsele ni un pelo. Aparte de inepta, o acaso por lo mismo, hasta hizo de alcahueta, cuando defendió a brazo partido a su subsecretaria, Nicole Sáez (del Partido Demócrata Cristiano), luego que esta fuera sorprendida, en horas de trabajo, haciendo un “puerta a puerta” en pro de su amiga y correligionaria, María Bernardita Soto, quien pretendía ser elegida como concejala por la comuna de Las Condes en las elecciones comunales de octubre de 2016.

Más allá de las “perentorias” órdenes del gobierno respecto de la absoluta prescindencia de los funcionarios públicos en campañas políticas de cualquier color, existía, con fecha 3 de febrero de 2016, un instructivo de la Contraloría que apuntaba a lo mismo: el 008600.

Sáez se pasó las órdenes de su gobierno y el instructivo de Contraloría por buena parte y a su jefa Riffo –dueña de un inmenso tejado de vidrio- no le quedó otra que exculparla, poniendo en duda que haya desarrollado tal actividad, a pesar de que hasta fotos había para corroborarla.

¿Será necesario apuntar que los puntillosos habitantes de La Moneda también se hicieron los locos y miraron para el techo respecto de esta clara falta a la ética pública?

El tema es que, como en el Ministerio seguían haciendo lo mismo respecto de los Centros Deportivos Integrales, la Segpres (Secretaría General de la Presidencia) decidió en pleño año 2016 quitarle al Ministerio y al IND más de 19 mil millones de pesos destinados a la construcción de los Centros, para redestinarlos al Ministerio de Obras Públicas, de modo que ellos vieran manera de hacer la pega que la ministra no había querido hacer, a pesar de su condición privilegiada y su sueldo “reguleque”.
Riffo, mientras tanto, como si oyera llover. En su cargo seguía inamovible. Sólo ella, el 18 de noviembre de 2016, decidió renunciar, cercana la fecha que tenían los funcionarios como plazo tope para alejarse de la administración pública si pretendían presentarse como candidatos a senadores, diputados o Cores a las elecciones que, conjuntamente con la de Presidente, se llevaron a cabo en noviembre del año pasado.

Y es que, con una colosal desfachatez, la ministra Riffo quería ser ahora diputada. En otras palabras, poner al servicio del Parlamento -es decir, de todos nosotros, los chilenos- sus valorables esfuerzos, habilidades y talentos.

Hasta sostuvo conversaciones, muy publicitadas en su momento, con el PPD (Pa´Puro Defraudar). Sólo que no se llegó a buen puerto, porque mientras el partido que inventó Ricardo Lagos quería a Riffo compitiendo por algún escaño de su Región (Bío Bío), ella pretendía inscribirse en el Distrito 10 de la Región Metropolitana (La Granja, Macul, Ñuñoa, Providencia, San Joaquín y Santiago).

Frustrado su intento de seguir sacrificándose por el país, la señora Riffo no desapareció del todo de la escena política (¡faltaba más…!).

Para la segunda vuelta presidencial de diciembre pasó a integrar el equipo político de la candidatura de Alejandro Guillier, y en esa condición se le vió en más de alguna oportunidad compartiendo un set de televisión con Alberto Espina y otros bacalaos de calaña similar.

¿Y con esos cerebros pretendían ganarle en segunda vuelta al inversionista? ¿Con estas lumbreras discutirle mano a mano a la derecha y todo su inmenso aparato comunicacional?

Nadie del gobierno, al parecer, llevó de apunte al diputado Jaime Pilowski, quien, como integrante de la Comisión de Deportes de la Cámara de Diputados, tuvo que lidiar en más de una oportunidad con la inefable ministra Riffo y, al parecer, conocerla mucho más a fondo que otros políticos de la Nueva Mayoría y que la propia Presidenta.

El parlamentario, que desechó postularse para un segundo período, se mostró muy molesto luego que Riffo no acudiera al Congreso para analizar el presupuesto de su cartera para el año 2017.

¿Para qué iba a asistir, si el año siguiente ella ya no iba a estar? Que el próximo ministro se joda, debe haber pensado.

Pilowski señaló en aquella oportunidad que “el Ministerio del Deporte es la institución pública con mayor rebaja presupuestaria para el año entrante. Lamento que la ministra no viniera a explicar a la Comisión las causas de aquello. En los últimos dos años el deporte ha perdido 50 mil millones de pesos por falta de ejecución presupuestaria en infraestructura deportiva. Ellos es producto de la falta de liderazgo, planificación y gestión de quien dirige el Ministerio del Deporte. La Ministra Riffo no dio el ancho para ejercer adecuadamente el cargo”.

Concluyó: “Resulta escandaloso que habida cuenta de los compromisos adquiridos, las advertencias y ofertas de apoyo a su labor y las necesidades de infraestructura deportiva en el país, el único récord que el Ministerio nos entregue en este período sea la medalla de oro a la ineficiencia en el gasto público”.

Habría que agregar: también resultó escandaloso que el gobierno de Bachelet la mantuviera por casi tres años, haciendo nada y ganando 40 veces lo que gana cualquiera que en este país, según los que mandan, sólo tiene derecho al sueldo mínimo.

Hoy, que termina un gobierno inepto e irresoluto, para dar paso a otro payasesco, habría que reflotar el legendario grito pergeñado décadas atrás por los argentinos, hartos de milicos dictadores y políticos corruptos:

¡Que se vayan todos…!