El sitio al “Palacio de Buckingham”

El conflicto entre la ANFP y la Segunda División se encuentra empantanado y sin que se avizore una pronta solución. Y es que el organismo máximo del fútbol profesional, cual reino aparte con Constitución y leyes propias, sigue haciendo uso y abuso de su autoridad. Le fija a la serie todo tipo de condiciones y exigencias y además le dicta las normas sobre las cuales debe regirse, pero sin entregar nada a cambio. ¿Qué hay detrás de esta dictadura “de facto” en el fútbol?

A pocos días del comienzo del torneo de Segunda División, el conflicto entre la serie y el directorio de la ANFP sigue escalando, sin atisbos de solución.

Y es que, a pesar de ser esta serie la antesala de Primera B, y acoger en sus planteles a muchos jugadores de esa división, e incluso de Primera, cautelando de esa forma derechos federativos de dichos clubes que en caso contrario perderían, la Segunda División Profesional es tratada como el pariente pobre o el hijo no reconocido por parte del directorio que encabeza Arturo Salah.

Dicho claramente, a la Segunda División se le hacen todo tipo de leoninas exigencias y se le fijan las más variadas y abusivas imposiciones, pero no se le entrega nada a cambio.

De partida, la serie no recibe ningún tipo de ayuda de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional. Ni de las cuantiosas sumas de dinero que entrega mes a mes el Canal del Fútbol, ni menos de lo que genera la Selección Chilena.

Para qué mencionar otros ingresos del organismo rector del fútbol profesional, como contratos con auspiciadores o “sponsors”. La Segunda División no está invitada a ese festín.

Lo paradojal es que la serie, claramente despreciada y ninguneada, de acuerdo al criterio de la ANFP debe aceptar sin chistar su destino de “paria” del fútbol nacional. Incluso el insulto de ser considerados sus dirigentes como imbéciles o interdictos, incapaces de manejarse por sí solos.

Porque sucede que en un acto de máxima arbitrariedad, insólito e increíble, el directorio de la ANFP, con la ya acostumbrada complicidad del Consejo de Presidentes, decidió por sí y ante sí diseñarle las bases al torneo de Segunda División, sin que ninguno de los once clubes que conforman la serie tuviera la más mínima participación en este engendro.

Como en cualquier dictadura: o acatan o se joden.

Y las preguntas que surgen son absolutamente válidas: ¿Con qué derecho? ¿Con qué autoridad?

Bases que, por lo demás, son absolutamente atentatorias y lesivas.

De partida, obligan a cada club de la Segunda División a pagar 30 millones de pesos por el derecho a participar y, al mismo tiempo, le fijan a cada institución una planilla máxima de 10 millones de pesos al mes.

¿Qué lógica tiene todo esto?

El tope primitivo de edad para los jugadores de la serie -23 años- al final quedó sin efecto, pero no porque hubieran triunfado la razón o consideraciones humanitarias (se calcula que dicha disposición habría dejado a aproximadamente 250 futbolistas cesantes), sino gracias a la decidida actuación en este punto de Gamadiel García, presidente del Sindicato de Futbolistas Profesionales (Sifup).

La duda que mantienen muchos dirigentes de clubes de Segunda División es si esto el presidente de los jugadores lo logró peleando por sus asociados o por él mismo: tras concluir su vínculo con Deportes Colchagua, fue Deportes La Pintana, otra institución de la serie, quien se interesó por el jugador, a punto de cumplir los 38 años.

Luciano Uribe, presidente del fútbol de Independiente de Cauquenes, y uno de los personeros que lidera el movimiento de rebeldía de la serie en contra de la ANFP, tiene respecto de García otra duda:

“Si usted considera la planilla máxima mensual a la que debe atenerse cada club de Segunda, es decir, 10 millones, y la divide por el número de jugadores, integrantes del cuerpo técnico, gastos administrativos y traslados, verá que ningún futbolista podrá ganar más que el sueldo mínimo. ¿Usted cree que Gamadiel García va a prolongar su carrera profesional por $ 270 mil mensuales?”.

Habrá, por cierto, jugadores que acepten ganar esa cifra risible, humillante y prueba palmaria de que este país exhibe uno de los mayores índices mundiales de desigualdad en el ingreso, pero claramente esos casos deben ser los menos.

Lo grave de todo esto es que, si para los dirigentes de la ANFP las matemáticas son las mismas que las de los demás mortales, ellos, como profundo conocedores del fútbol, deben tener claro que por mucho que de clubes de Segunda División se trate, ninguna institución podrá pagar sueldos tan miserables si aparte de participar pretende competir con ciertas posibilidades de éxito.

En otras palabras, y si los dirigentes de la ANFP viven en este galaxia y no en otra, tendrán que estar conscientes de que los clubes de Segunda División –cualquiera de ellos con las naturales ambiciones-, se verán obligados a terminar de financiar sus clubes con platas negras, pagadas en secreto y “por debajo” de la mesa.

¿No constituye algo así una inducción desembozada hacia la irregularidad y la trampa?

Luciano Uribe:

“En el torneo pasado Melipilla, que peleó hasta el final por su ascenso a la Primera B, tenía una planilla mensual superior a los 18 millones de pesos, y para este torneo seguramente se verá obligado a subirla por sobre los 20 millones si pretenden lograr ahora ese título que se les escapó de las manos”.

La inducción a la irregularidad, además, entraña además un hecho mucho más serio y más grave: al recibir platas negras, que llegan sin ningún control ni registro, los jugadores estarán cometiendo el mismo delito que los clubes de Primera y Primera B han cometido a sabiendas e impunemente por años, esto es, evadir impuestos, engañando una vez más al Servicio de Impuestos Internos, al Fisco y, por ende, a todo un país.

Hay en este conflicto otra arista que al parecer nadie ha tomado en cuenta: ¿Sobre qué base legal puede la ANFP fijarles a los clubes de Segunda División un tope máximo de gastos mensuales? ¿Acaso no se trata también de Sociedades Anónimas Deportivas tan serias o responsables como cualquiera?

¿O es que la ANFP tiene claro que este sistema nefasto y corrupto es además tramposo y mentiroso, pero igual pretende ponerle cortapisas a una determinada serie –en este caso la Segunda División- para que el descrédito sobre el fútbol chileno no siga aumentando?

Todo con tal –pareciera- de que el fútbol siga haciendo lo que le venga en gana mientras no intervengan los entes que hace rato debieran haber intervenido, como el Ministerio de Justicia, el Servicio de Impuestos Internos y la Superintendencia de Valores y Seguros.

A pesar de la arbitrariedad y el abuso, y contra todo lo que pudiera pensarse, la rebelde postura de la Segunda División no es monolítica. Y es en esa división acaso donde la ANFP sustenta sus dictatoriales medidas. Como cualquier señor feudal que se precie, su absoluto convencimiento de que al final les doblará la mano a sus vasallos.

Se sabe que Melipilla no está en absoluto de acuerdo en sumarse a aquellas instituciones que, en la víspera del comienzo de su torneo, mantienen su actitud contestataria en contra de la omnipotencia de la ANFP.

Se dice que no sólo ya pagó, mediante un cheque a fecha, los 30 millones que abusivamente les cobra la ANFP (una Corporación de Derecho Privado sin fines de lucro, bueno es recordarlo), sino que ha torpedeado reiteradamente el movimiento que han intentado sus pares.

¿Tendrá algo que ver el que su presidente, Leonardo Zúñiga, al igual que Sergio Jadue un estudiante de derecho que nunca se tituló, trabaje como asesor de San Luis, que es lo mismo que decir hombre de Gaspar Goycolea, segundo vicepresidente de la ANFP?

La situación, pues, parece absolutamente entrampada.

Luciano Uribe, de Independiente de Cauquenes, señala al respecto que “hay además instituciones muy nuevitas, como Osorno y Recoleta, que se vienen recién sumando a Segunda División, y que obviamente no quieren entrar en conflicto con la ANFP. Aun así, no nos vamos a quedar de brazos cruzados: conjuntamente con San Antonio Unido, Naval y Malleco Unido, nosotros, Independiente de Cauquenes, estamos dispuestos a pelear hasta el final”.

Y es que la lucha de los modestos clubes de Segunda División en contra de los arbitrarios dictados de la ANFP, se antoja más que justa y lógica.

Porque ocurre que la ANFP, aparte de cobrarles a las instituciones 30 millones por el sólo derecho a participar de un torneo en cuyo formato ellos no tuvieron ni la más mínima participación; de fijarles –además- un estratosférico y abusivo “derecho de llaves” cercano a los 2 millones de dólares  si llegan a ser campeones y se ganan con ello el derecho a ascender a la Primera B; de ordenarles, por último, cuánto es lo que pueden mensualmente gastar, les coarta toda posibilidad de allegar recursos extras. Es decir, de crecer institucionalmente.

Se sabe, por ejemplo, que a principios de este año, aproximadamente, el Canal del Comité Olímpico de Chile (CDO), se mostró interesado en televisar partidos de la serie, para lo cual inició las consabidas negociaciones con personeros de los clubes de Segunda División.

Estos, obviamente entusiasmados, pensaron que, para hacer las cosas bien, y no entrar en conflicto con su “organismo madre”, era mejor comunicarle al directorio de la ANFP esta buena nueva, de modo de recibir un “conforme” con toda la regla y seriedad del caso.

Como el famoso “Perro del Hortelano” surgido del talento de Lope de Vega, sin embargo, la ANFP no comió ni dejó comer.

Ni siquiera les dijo no. Simplemente los ignoró, porque en todo este tiempo ni siquiera les ha dado una respuesta.

Con su polémica personalidad, pero con su indiscutible ingenio, Eduardo Bonvallet bautizó alguna vez la sede de Quilín de la ANFP como el “Palacio de Buckingham”. Más que por el poder que por aquellos años encerraba, por la elegancia de una edificación que había dejado definitivamente atrás la añosa sede del fútbol de Erasmo Escala con calle Cienfuegos.

A años de aquella humorada, el apelativo adquiere su real significado.

El “Palacio de Buckingham” representa todo un enclave, un “reino” aparte que se rige por su propia Constitución y sus propias leyes.

Un “reino” además monopólico que defiende con dientes y uñas sus tesoros. Que soporta a contrapelo a ciertos invitados, pero que por nada del mundo quiere más comensales en una mesa que, consumido el banquete, espera con voracidad el postre: la entrega en concesión del Canal del Fútbol a alguna transnacional de las comunicaciones.

Y como cada Sociedad Anónima Deportiva ya debe tener más o menos claro los millones de dólares que cada accionista importante se podrá llevar para la casa si se le viene en gana, porque no existe ley ni norma que pueda impedírselos, se pasarían de giles dejar que otros pensaran siguiera sacar cuentas alegres con un botín tan sustancioso.