Es que Colo Colo tiene a Paredes…

Sin hacer un partido brillante ni mucho menos, el goleador fue la figura excluyente de su equipo al anotar las dos conquistas albas del 2 a 1 sobre Antofagasta. El triunfo del Cacique mantiene plenamente la esperanza de volver a mandar en el torneo local, pero abre algunas dudas acerca de lo que puede ser su actuación en la Copa Libertadores.

 

Los goleadores tienen eso. Puede que no jueguen bien, puede que durante largos minutos no entren en juego, puede que sean superados una y otra vez por la marca. Pero les basta un descuido, un metro de ventaja, para llegar a la red y con eso contribuir rotundamente al triunfo de su cuadro y hasta ser considerado la figura del equipo. En este partido, en que el campeón vigente –ColoColo- debutó con una victoria sufrida y trabajada por 2 a 1 frente a Antofagasta, fue una vez más Esteban Paredes quien, con sus dos conquistas, le dio los tres puntos al Cacique.

Es que, sin hacer un partido brillante, ni mucho menos, Paredes se transformó en pieza clave para derrotar a un cuadro que, en los últimos confrontes, se había transformado para ColoColo en un escollo insuperable.

Baste señalar que, en el último torneo de Transición, el elenco albo no pudo derrotar en el debut a Antofagasta. Y que en el torneo anterior el tropezón inesperado fue incluso peor y más doloroso, toda vez que el empate, a una fecha del término del campeonato, le significó a ColoColo resignar dos puntos que le dejaron servido en bandeja el título a la U.

Esta vez, en el Calvo y Bascuñán, el encuentro parecía tomar idéntico rumbo, porque el cuadro de Guede no podía sacudirse de la marca pegajosa que el rival impuso en todos los sectores de la cancha, sólo que faltando apenas nueve minutos reglamentarios, Paredes, que parecía haber perdido el balón servido por Valdés, contó con la invaluable colaboración del “Mago” Valdivia, quien cazó el rebote que se produjo y con su reconocido talento y visión de juego habilitó al goleador para que su pierna zurda “cuchareara” el balón y, de esa forma, hacerlo llegar a las mallas.

De esa forma, sufrida y hasta agónica, ColoColo comenzó con el pie derecho la defensa de su título. Actuación que, desde el punto de vista del resultado, no puede dejar más conforme, sólo que, desde el punto de vista del juego, el equipo de Guede dejó muchas dudas que abren un enorme paréntesis no sólo acerca de lo que puede ser su actuación a nivel local, sino acerca de lo que puede ser su rendimiento a nivel internacional, terreno donde el Cacique se encuentra al debe durante ya largos diez años.

Para decirlo pronto: jugando a este nivel ColoColo no tiene mucho que hacer en la próxima Copa Libertadores.

Es cierto que al frente tuvo a un cuadro que nunca le dio ventaja, que peleó cada balón como si fuera el último y que por largos momentos anuló un juego albo que suele ser fluido. Pero como se supone que es con eso, precisamente, con lo que se va a encontrar a nivel copero, la evidente incomodidad alba en este encuentro constituye un claro factor de preocupación.

Sin ninguna de sus incorporaciones, Guede echó mano prácticamente al mismo equipo que terminó jugando el Torneo de Transición. Sin Valdivia y sin el uruguayo Rivero, convaleciente. Para el medio local, por cierto, una fuerza más que respetable. Sólo que quien debía tomar los hilos ante la ausencia del “Mago” (el “Pajarito” Valdés), hizo un partido bastante discreto y el juvenil Villanueva –obligado Sub 20 en cancha- está claramente muy “verde” para encuentros de tanta intensidad y tanta refriega como el que propuso el conjunto dueño de casa.

Nadie sensato podía esperar que un chico que recién asoma en la Primera División se echara el equipo al hombro. Mucho menos si se trata de ColoColo.

El resultado fue que, corriendo, marcando sin pausa en todos los sectores, Antofagasta hacía ver mal a ColoColo, que no podía prosperar porque quien llevaba la pelota se veía de inmediato obstaculizado y los probables receptores, si no estaban marcados, eran frecuentemente anticipados.

El juego albo, que busca salir siempre limpio desde sus últimas posiciones, no podía ser seguro. Mucho menos fluido. Los hombres de Guede se veían muchas veces obligados a dividir y en esa precaria búsqueda más perdían que lo que ganaban.

No era todo. A ras de suelo la última línea alba se las arreglaba, pero en cambio sufría lo indecible en cada balón aéreo. Barrios, los centrales antofagastinos en los balones detenidos, y sobre todo Ciampichetti, eran un dolor de cabeza constante para Barroso, Zaldivia y Campos.

Con todo, la cuenta la abrió ColoColo. Es el mérito de contar con jugadores determinantes, capaces de sobreponerse a un nivel de juego mediocre para dejar establecida en el marcador una diferencia que en el juego no existe.

Corrían 40 minutos cuando, tras neutralizar una carga antofagastina, ColoColo dio el zarpazo. Recogió el juvenil Villanueva un rechazo corto de su defensa y, viendo que Orellana picaba, le metió un preciso pase. El delantero, que debe aprovechar cada oportunidad para demostrar que le puede ser útil a Guede, no titubeó: condujo por un breve trecho, superó la marca que salía a neutralizarlo y a la entrada del área no dudó. Le metió a Paredes un pase tan preciso y envenenado como el que le había metido en el Transición a Rivero, para el definitivo 3 a 2 sobre un terco Everton.

El goleador, con su clase, pericia y frialdad acostumbrada, la tocó de primera para tornar inútil la salida desesperada de Garcés.

En los descuentos, un error de apreciación del pito Gilabert, privó a ColoColo de la oportunidad de, tal vez, tranquilizarse definitivamente. Rojas derribó a Opazo en el área, pero el claro penal no fue cobrado. Es más: los jugadores antofagastinos hasta reclamaron airadamente la tarjeta amarilla para lo que ellos estimaron había sido una simulación.

A poco de comenzar la segunda etapa, Antofagasta encontró por fin premio a sus afanes. Después de todo, en el primer tiempo el vertical había salvado dos veces a Orión. Primero ante un empalme del venezolano Bello y luego tras un cabezazo de Ciampichetti.

Barroso llegó tarde a un despeje y, en lugar de la pelota, su pie derribó involuntariamente por cierto a Barrios. Claro penal que el grandote Ciampichetti tradujo en el transitorio empate, un gol que, ciertamente, dejaba más abierto que nunca el partido.

Si el encuentro hubiese terminado de esa forma, con reparto de puntos, nadie podría haber protestado. Hasta se hubiera considerado de lo más justo. Pero ColoColo tiene jugadores que, más allá del juego que estén desarrollando, suelen ser determinantes. Como Valdivia, que recuperó una pelota aparentemente perdida; como Paredes, capaz de aprovechar la posibilidad de gol más mínima.

En esos minutos finales, en que más allá de la ventaja alba el partido no estaba cerrado ni mucho menos, fundamental fue el aporte de Valdivia, incluido por Guede en la media hora final.

Esta vez no por sus habilitaciones, sino por su capacidad para defender el balón, driblear y llevar a la exasperación al rival. En esos minutos, el “Mago” quemó una y otra vez minutos fabricándose sucesivas faltas que constituían un precioso balón de oxígeno para el Cacique en medio de su agobio.

Como en el fútbol no sirve de nada jugar bien, plantear inteligentemente el partido y por momentos hasta someter al rival (todo eso lo hizo Antofagasta) el triunfo de ColoColo en ningún caso puede considerarse –al cabo- injusto.

Los partidos se ganan con goles, y el cuadro de Pablo Guede mató a la hora señalada porque sigue contando con Paredes.

PORMENORES

Torneo Nacional. Primera fecha.
Estadio: Bicentenario Calvo y Bascuñán.
Público: 9.216 espectadores.
Arbitro: Francisco Gilabert.

D. ANTOFAGASTA: Garcés; Magalhaes, Astaburuaga, Rojas, Jerez; Barrios (63’ F. Flores), Sandoval (85’ Valenzuela), Lepe, González; Ciampichetti, Bello (71’ J. Flores).
COLO COLO: Orión; Zaldivia, Barroso, Campos; Opazo, Baeza, Valdés, Véjar (70’ Berríos); Villanueva (61’ Valdivia); Orellana y Paredes (84’ Araya).
GOLES: Para ColoColo, Paredes a los 40 y 81 minutos; para Antofagasta, Ciampichetti (penal) a los 54’.
Tarjetas amarillas: en Antofagasta, Magalhaes y Sandoval; en ColoColo, Baeza, Orellana y Paredes.