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Fútbol: contra los mafiosos de antes estábamos mejor

Cristián Varela, más conocido como “el Ponce Lerou del fútbol chileno”, por haberse transformado en uno de los poderosos propietarios de ChileFilms, una de las 725 empresas estatales que al término de la dictadura fueron vendidas a los poderosos de este país a precio vil, está listo para afrontar otro grave conflicto de intereses sin siquiera sonrojarse, como es por lo demás su costumbre.

Varela, desde el año 2015 designado integrante del Comité Disciplinario de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), durante el delictual periodo de Sergio Jadue, continúa ejerciendo su importante cargo sin inmutarse y, lo que es más grave, que tampoco se inmute el nuevo directorio de la ANFP, encabezado por Arturo Salah.

Y ello porque hasta el menos informado sabe que Varela –un hombre corcho en todo el sentido de la palabra- era uno de los brazo derecho de Jadue y, sin embargo, a pesar de haber estado metido hasta el tuétano en las irregularidades detectadas, continuó tan campante como representante del fútbol nacional en la FIFA. Aunque haya sido quien firmó, junto al calerano, los cheques para pagar la defensa de este en Miami con fondos de la ANFP.

Noticias provenientes desde la prensa paraguaya, señalan que ChileFilms es una de las cinco empresas seleccionadas, a través de licitación, para proveer los servicios de tecnología de Respaldo Arbitral por Video (VAR), para su uso en los partidos de las semifinales y final de la Copa Libertadores.

Las otras cuatro empresas “semifinalistas” son Hawk-Eye Innovations Limited, Prime Telecom Ltd (Broadcast Solutions), Promp TV S. A (Mediapro Group) y Rufina S. A (Sun Colosseo).

En otras palabras, cambian los nombres y los hombres, pero tanto en la FIFA, Conmebol y ANFP, se siguen utilizando los mismos métodos que dieron origen al mayor escándalo deportivo de todos los tiempos, y que tiene a altos personeros del fútbol perseguidos por la justicia estadounidense, a algunos como “testigos protegidos” y a otros tantos cumpliendo arresto domiciliario en lugar de calabozo debido sólo a sus avanzadas edades.

En lo que a Chile respecta, los cómplices activos y pasivos de Jadue siguen “vivitos y coleando”, integrando el Consejo de Presidentes de Clubes y, en un par de casos, incluso el propio directorio de la ANFP.

¿Explica ello que, aparte de Jadue, nadie más arriesgue ir a la cárcel por el millonario desfalco de que fue víctima el fútbol chileno? ¿Que por eso mismo hasta ahora nadie haya devuelto un peso del robo en despoblado que se hizo de las arcas del fútbol? ¿Hay otra justificación para que Arturo Salah y su mesa hayan continuado cobrándoles a los clubes de Segunda División que acceden por méritos deportivos a la Primera B la escalofriante suma de 2 millones de dólares por el derecho a participar?

Eso no sólo constituye un abuso incalificable de parte de una Corporación de Derecho Privado sin fines de lucro, como la ANFP. Tal medida, unida a otras igualmente discrecionales, como la desafiliación de Deportes Concepción, en circunstancias que la plata se la robaron los dueños de la Sociedad Anónima Deportiva, y no los hinchas ni los jugadores, en los hechos transforman al máximo organismo del fútbol profesional chileno en un Cartel, que parece preocupado ante todo de impedir que otros comensales se sumen al festín. Léase: los millonarios recursos que año a año y mes a mes entrega el Canal del Fútbol (CDF).

Ahora, para confirmar que en el fútbol mundial el “gatopardismo” sigue desatado (incluido en el concepto Chile), Cristián Varela nuevamente aparece sentado a ambos lados de la mesa de negociación ante la perspectiva de sumar el polémico VAR a las transmisiones del fútbol Sudamericano.

Como se ubicaba cuando, con motivo del Mundial Sub 17 realizado en el país en el año 2015, negociaba como dueño de ChileFilms (proveedor de los equipos que utiliza el Canal del Fútbol), y al mismo tiempo como Presidente del Comité Organizador Local (COL) del evento juvenil. Como cuando, como integrante de la mesa de la ANFP, se discutían con ChileFilms los costos para llevar a las pantallas los detalles de la Copa América realizada en el país.

Si en aquellos años ChileFilms cobraba 10 millones de pesos por partido televisado en Santiago y sus alrededores, cuando este se emitía desde provincias la suma era sustancialmente mayor: 40 mil dólares (unos 25 millones de pesos de la época). Por cierto, que contrariando instrucciones de la FIFA para los eventos juveniles el torneo se disputara en ocho sedes en lugar de las seis sugeridas, no pasó de ser una pura y simple coincidencia.

Resultado de la sui generis “negociación”: televisando la Copa América y el Mundial Juvenil, ChileFilms consiguió aproximadamente 1.300 millones de pesos en ganancias, los que se sumaron a los 3 mil millones de pesos recaudados por ChileFilms el 2014, aportando el soporte técnico para las transmisiones del Canal del Fútbol de la competencia local.

Con esto del VAR para la Conmebol, Cristián Varela debe estar nuevamente sacando cuentas alegres. Una vez más, nadie se preocupó por el surgimiento de otro claro conflicto de intereses. ¿Puede participar en igualdad de condiciones en una licitación del fútbol una empresa que es propiedad de un alto dirigente de la FIFA, que equivale a decir “la cúpula del fútbol mundial”?

Pero a no extrañarse. No sería para nada raro que en las otras cuatro empresas seleccionadas para dotar del VAR a los partidos de la Copa Libertadores también existan altos ejecutivos con estrechos vínculos en la propia Conmebol o en la FIFA.

Y es que la mafia puede replegarse, pero nunca se rinde. A lo más se sumerge, a la espera de tiempos mejores.

La propia Conmebol, con el pretexto de la profesionalización y la “justicia”, informó que además del VAR abrió de pasadita otra licitación: para contratar una agencia que preste servicios profesionales y especializados de consultoría para la comercialización, venta y postventa de los activos comerciales de las competencias de clubes de la Conmebol, correspondiente al período 2019 y 2022.

En otras palabras, Copa América, Copa Libertadores, Copa Sudamericana y Supercopa.

Agregó: “Diez empresas han adquirido el pliego de bases y condiciones para participar del proceso”.

Partieron, en la década de los 90, por arrebatarles a los clubes el derecho a negociar por sí mismos. Décadas después, cuando se supone que ya son todos unos “expertos” en el tema, y así lo han señalado ellos mismos, haciendo año a año ostentación de los montos conseguidos por la venta de estos preciados derechos, optan por tercerizar el servicio.

¿Quién, analizando con ingenuidad el tema, podría entenderlo?

Porque está claro que la empresa que gane la licitación no va a cobrar en monedas, ni va a hacer su trabajo por puro amor al arte (en este caso, al fútbol). ¿Y quién finalmente paga ese costo? Por cierto, ni Alejandro Domínguez, timonel del fútbol sudamericano, ni los numerosos integrantes de su mesa, entre los cuales figura Arturo Salah como uno de los vicepresidentes.

Lo pagarán, por cierto, los propios clubes.

Algo similar ocurre en nuestro país, con Simplicity.

¿Qué es Simplicity? Una agencia internacional que mes a mes paga la ANFP, por cierto con dineros de todas las instituciones, como refuerzo publicitario y comunicacional. Y ello a pesar de que el organismo máximo del fútbol profesional chileno cuenta con todo un equipo de periodistas que se supone están destinados para dar igual soporte.

Hay quienes afirman que la tarea de Simplicity es en realidad hacer el “juego sucio”. En otras palabras, salir al paso de informaciones o noticias que van en contra de los intereses de la ANFP. Como aquella de la negativa de Barnechea a ponerse la soga al cuello si accedía a pagar los 2 millones de dólares que la ANFP le estaba cobrando para volver a militar en la Primera B; como en el conflicto desatado con algunos clubes de la Segunda División, que por el sólo derecho a participar debían pagar 30 millones cada uno a cambio de contar con árbitros y pelotas; como “filtrar” los montos de los dineros que ganan los muchachos de la Roja, a pesar de que estos jamás le pusieron la pistola en la cabeza a ningún presidente de la ANFP para obtener lo que finalmente consiguieron.

La guinda de la torta: por mandato de FIFA y Conmebol, a partir de ahora cada club nacional deberá adquirir ante la ANFP una “Licencia” para participar deportivamente, ya sea a nivel nacional o internacional.

¿Cuáles son los objetivos de tal Licencia? Según el comunicado entregado por la ANFP a sus asociados, y que consta de 48 farragosas páginas: 1.- Salvaguardar la integridad y mejorar el funcionamiento de las competiciones internacionales de Clubes organizadas por la Conmebol y las nacionales organizadas por la ANFP. 2.- Elevar el nivel de profesionalismo en la administración de los clubes de fútbol. 3.- Fomentar la inversión en infraestructura, estadios de fútbol y campos de entrenamiento, para ser adaptados a las necesidades de los jugadores, espectadores y representantes de los medios. 4.- Incentivar el desarrollo y entrenamiento de jóvenes jugadores en cada club. 5.- Promover los valores deportivos de acuerdo con los principios de la deportividad, así como un ambiente seguro para los partidos. 6.- Mejorar la capacidad económica y financiera de los clubes, incrementando su transparencia y credibilidad. 7.- Promover la transparencia en la propiedad y el control de los clubes.

Las exigencias para poder aspirar a la obtención de tal licencia son numerosas y variadas. Van –en lo grueso- desde contar con estadio e instalaciones para entrenamiento (propias o arrendadas), hasta la conformación obligatoria de equipos cadetes y  escuadra femenina, pasando por la obligatoriedad de contar con todo un equipo multidisciplinario y un estado financiero sólido.

Baste decir que los requisitos para obtener la Licencia son en total 42 y se desglosan de la siguiente manera: en el plano deportivo, 12; en el plano de infraestructura, 15; en el plano administrativo, 8; en el plano jurídico, 4, y en el plano financiero, 3.

Mientras los clubes de Primera sólo podrán posponer para el año 2019 la conformación de su equipo femenino, el requisito de contar con un gerente deportivo, más un nutricionista y un sicólogo, deberán cumplirlo en 2020.

Las instituciones de Primera B podrán posponer para el 2019 la conformación de equipos juveniles, la contratación de entrenadores para estos equipos, las instalaciones para prensa y medios de comunicación y la contratación del asistente para el primer equipo, el médico y el kinesiólogo y… ¡el responsable de marketing…!

Para los clubes de Segunda División, la obligatoriedad de contar con un oficial de enlace con los aficionados (¿qué diablos será eso?) será exigible a partir de 2019, así como a partir de 2020 deberán contar con médico y kinesiólogo, iluminación artificial en el estadio, generador eléctrico, instalaciones para prensa y medios de comunicación, un responsable de prensa y comunicaciones y un responsable de marketing (¡¡!!).

Considerando que son varios los clubes SAD que están técnicamente quebrados, ¿cuántos realmente van a dar respuesta satisfactoria –y lo que es más importante, veraz- a los innumerables requisitos exigidos?

Y pasando a otro plano, ¿nadie les ha informado a los señores de la Conmebol que esto es Sudamérica, sinónimo de carencias y subdesarrollo, y no Europa? ¿En qué mundo están viviendo que tienen cara de exigirle un experto en marketing a un club de Segunda División que con suerte tiene para camisetas?

Esto es voluntarismo puro o desembozada desfachatez.

Sin embargo, y como era esperable de acuerdo al dócil Consejo de Presidentes de clubes que tenemos, hasta ahora nadie ha alzado la voz ni hecho saber inquietud alguna. Por lo tanto, los tiempos ya están corriendo.

El plazo para solicitar la Licencia se extenderá hasta el 31 de agosto, el dictamen acerca de quiénes la obtuvieron se conocerá entre el 15 de octubre y el 20 de noviembre, y, por último, la ANFP deberá informar a la Conmebol acerca de las Licencias otorgadas a más tardar el 30 de noviembre.

Con toda seguridad, una minoría de clubes aguardará con toda tranquilidad este inédito proceso. Son aquellos que, financiera y económicamente, cuentan con “espaldas”. Pero no se necesita ser adivino para pensar que muchos –sino la mayoría- ya están sufriendo dolores de cabeza extra para dar satisfacción a esta larga lista de exigencias que se antojan del todo delirantes y desmedidas.

No vaya a ser cosa que esto constituya un nuevo pretexto para seguir eliminando equipos y que, de esa forma, el hipotético botín producto de la venta o entrega en concesión del Canal del Fútbol –proceso que sigue en marcha- sea sólo repartido entre unos pocos.