Yo lo Viví: La noche triste que condenó a la Selección

Enfrentando por primera vez a una selección europea como parte de su preparación de dos años para el Mundial de España ‘82, Chile cayó 2-3 ante Rumania y anticipó el fracaso que sufriría un mes después en tierras asturianas. Las sospechas de arreglo para evitar una goleada de proporciones aún se mantienen.

 

El frío calaba los huesos y parecía acrecentarse en el estadio vacío. Una neblina espesa comenzó a disiparse recién cuando comenzaba el segundo tiempo y Chile ya perdía por tres a cero.

El partido estaba siendo transmitido por televisión, pero siempre me gustó ver el fútbol en vivo. Y ahí estaba, en mi lugar acostumbrado: la primera fila de la antigua tribuna de prensa del coliseo ñuñoíno, flanqueado por Julio Martínez a mi izquierda y Antonino Vera a mi derecha. No eran muchos los periodistas que ocupaban las filas traseras y, al revés de otras ocasiones, el silencio era casi absoluto.

A un mes del debut en el Mundial de España, la selección chilena de fútbol ajustaba sus piezas y tanteaba su poderío frente un desconocido combinado de Rumania.

Luis Santibáñez, el entrenador nacional, confesó antes del partido que no tenía muchos antecedentes sobre el equipo adversario, pero que el apretón serviría para ver a su equipo en acción frente a un seleccionado europeo. No dejaba de tener razón: en todo el proceso preparatorio de dos años, sólo había enfrentado a representaciones nacionales sudamericanas y a equipos de clubes.

Poco menos de un mes antes, el 29 de abril, la Roja había viajado a España para jugar un amistoso con el Real Oviedo, de la primera división hispana. “Partido para estrechar relaciones”, dijeron los dirigentes, y no parecía tener otro objetivo porque el rival era muy débil. Sin embargo, Chile no pudo romper el marcador, se vino con un triste empate a cero y dejó a sus anfitriones con el ceño fruncido.

Esa imagen era la que había que borrar cuando la Selección apareció por el túnel sur comandada por Elías Figueroa y con su clásico atuendo de camiseta roja, pantalón azul y medias blancas. Con un aplauso tibio la recibieron los 9.166 sacrificados fanáticos que pagaron su entrada. A los rumanos, vestidos de amarillo en las tres prendas, les dieron poca bola.

El problema fue que los 28 minutos de juego, Chile perdía dos a cero y no podía agarrar la pelota. El puntero izquierdo era imparable para Lizardo Garrido, y al otro lado Vladimir Bigorra tenía idénticos problemas con el jugador el que tenía que marcar.

Al decretarse el descanso, los rumanos habían anotado el tercero, y la sensación general era que venía una boleta de proporciones.

Como ocurría siempre, el público de la tribuna oficial se daba vuelta hacia los periodistas y nos reprendían. Traduzco porque la cita textual es irreproducible: “Ustedes son los culpables porque inflan a estos inútiles”.

Demudado, Julio Martínez partió a la caseta radial a hacer su comentario de los primeros 45 minutos. “Se me acabó la paciencia, tocayo”, me dijo tocándome el hombro. Sin que nadie lo supiera, desde ese momento JM se convirtió en crítico del juego de la Selección, y eso le costó la sorna y las agresiones de Santibáñez.

Fuimos varios los sindicados como “enemigos de la Selección” por el hecho de vaticinar el papelón en el Mundial de España. Y eso nació, precisamente, esa tenebrosa noche del martes 18 de mayo de 1982.

Un desborde por la izquierda, con Figueroa superado en el cruce, permitió la apertura de la cuenta. Otra incursión esa zona derivó en la segunda conquista rumana. El tercero fue por el costado inverso.

Antonino pagó el café, como siempre, y algo calentamos las manos y las tripas. Coincidimos en que lo peor no era la defensa, sino el funcionamiento. Ese mediocampo era lento e inconsistente. Ahí estaban el azul Orlando Mondaca, que eran muy jovencito; el loíno Armando Alarcón, que tuvo debut y despedida, y el palestinista Manuel Rojas, que había sucumbido a la marca pegajosa y dura de los rumanos. En el ataque no estaba Patricio Yáñez, que era como si faltara Alexis Sánchez n la selección actual.

No me consta si hubo intervención de los dirigentes chilenos para que los amarillos no se lo tomaran tan en serio. Pero no dejó de ser sospechoso que a poco de comenzar la segunda etapa el entrenador Mircea Lucescu relevó a los tres mejores del equipo: Ion Geolgau, Michael Klein y Aurel Ticleanu. Paralelamente, Santibáñez cambio al mediocampo completo: salieron Mondaca, Alarcón y Rojas, para dar paso a Raúl Ormeño, Eduardo Bonvallet y Miguel Angel Neira.

Recién ahí se equilibró el partido. Y Chile estrechó cifras con anotaciones de Miguel Angel Gamboa por la izquierda y Carlos Caszely por la derecha, ambos anticipando a sus marcadores en centros enviados por los laterales chilenos.

El 3-2 quedó como marcador decoroso, pero nadie pudo borrar la idea de que la aventura mundialista iba a terminar muy mal.

 

PORMENOSRES

CANCHA: Estadio Nacional.

PÚBLICO: 9.166 espectadores.

ÁRBITRO: Guillermo Budge.

CHILE (2); MaRIO Osbén; Lizardo Garrido, René Valenzuela, Vladimir Bigorra; Orlando Mondaca ($6’, Raúl Ormeño), Armando Alarcón (46’, Eduardo Bonvallet), Manuel Rojas (46’, Miguel Ángel Neira); Miguel Ángel Gamboa, Carlos Caszely y Gustavo Moscoso. DT: Luis Sabtibáñez.

RUMANIA (3): Dumitru Muraru; Ioan Bogdan, Gino Iorgulescu, Mircea Rednic, Laszlo Bononi; Illie Balaci, Ion Geolgau, Michael Klein; Aurel Ticleanu, Ionel Augustin y Rodion Camataru. DT: Mircea Lucescu.

GOLES: Klein, 2, y Augustin (R); Gambos y Caszely (CH).

https://www.youtube.com/watch?v=cRto5f_ZB1k