Fallece fundador de Barroco Andino: el primer grupo que burló la censura en dictadura

Imagen del autor

Por El Ágora
Actualizado el 16 de agosto de 2024 - 8:23 pm

Jaime Soto León, músico, compositor, académico y formador de generaciones de intérpretes, murió este jueves, dejando un legado inconmensurable.

Por JORGE CASTILLO PIZARRO / Fotos: ARCHIVO

Su primera intención fue crear una especie de orquesta andina en el exilio. Para ello, era imprescindible que él y otros músicos que tenía en mente salieran al extranjero. Pero rápidamente la idea fue descartada. Aunque riesgoso, era más factible crear ese ensamble musical en Chile.

No había pasado más de un mes del Golpe de Estado y ya germinaba el primer brote de rebelión contra el intento de aplastamiento de la Nueva Canción Chilena (NCCh). La naciente dictadura lo ejecutaba con el asesinato de Víctor Jara, la destrucción de los masters de los sellos discográficos Dicap e IRT y la confiscación y quema de cuanto disco político apareciera en los allanamientos.

Fue en ese clima que Jaime Soto León (1947-2024) decidió que el sonido de la NCCh, prohibida a poco andar por el régimen militar, debía sobrevivir a como diese lugar. Resolvió que lo más adecuado era ejecutando con los instrumentos proscritos música que no pudiese ser prohibida. Eligió el barroco, estilo predominante en Europa entre los siglos 17 y 18 y que tuvo sus mayores alturas con compositores como Bach, Vivaldi y Händel, entre otros.

Junto a Patricio Wang, con quien compartía estudios en el Conservatorio Nacional de Música de la Universidad de Chile y cargos directivos en el centro de alumnos, Soto León dio vida a Barroco Andino. Reunió para eso a talentosos músicos jóvenes, como Fernando Carrasco, Adrián Otárola, Renato Freyggang y Jaime Marabolí.

En una entrevista concedida pocos años atrás al periodista Manuel Vilches, Wang relató esa gestación: “Ya en octubre de 1973 habíamos creado un grupo de música con Jaime Soto León y otros músicos que bautizamos como Barroco Andino, y que ensayaba regularmente”.

Soto León falleció este jueves en su casa de El Quisco.

El debut de Barroco Andino ocurrió en enero de 1974. “Fue en el Gimnasio Nataniel, durante el festival organizado por la Secretaría Nacional de la Juventud. Es decir, una organización representante de la Junta Militar”, recuerda Wang. Todavía hoy se sorprende del ambiente con que se encontraron. “Fuimos recibidos de manera espectacular, con una ovación que nos dejó sorprendidos”, rememora.

El repertorio, cómo no, debía ser prístino a los censores oídos militares: “Tocamos en esa ocasión el Adagio, concierto para trompeta y cuerdas, de Telemann, y un trozo de una cantata de Bach. Todo esto con instrumentos andinos, lo que seguramente sorprendió a todo el mundo, puesto que había una prohibición explícita de la dictadura para estos instrumentos ‘marxistas y extranjerizantes’, como los definió un ‘brillante’ miembro de las Fuerzas Armadas en ese tiempo. Indudablemente eran símbolo de la cultura de izquierda que era destruida sistemáticamente”.

Sus exitosas actuaciones le valieron un reconocimiento unánime de la crítica de los medios de comunicación autorizados a seguir funcionando. “El grupo fue elegido además como el grupo del año 1974 por la prensa especializada. Una situación totalmente surrealista en esos días. Estábamos rodeados de dramas inimaginables en nuestro país. Víctor Jara había sido asesinado, el profesor Gonzalo Toro, de la facultad, había muerto en circunstancias que en ese momento no se sabían”, relata Wang.

PRIMEROS DISCOS

La repercusión de Barroco Andino no hizo sino crecer. En febrero de 1974 fue incorporado al Departamento de Extensión Cultural de la todavía Universidad Técnica del Estado. Era una cobertura que le permitió llegar a los ámbitos más variados. Por ejemplo, actuar en el edificio Diego Portales para la celebración de los 41 años de la Policía de Investigaciones.

Entre 1975 y 1976 el grupo publicó los discos “Barroco Andino” (1975, Alba), “Bach” (1975, London Records) e “In Camera” (1976, Emi Odeón-London Records). Todos con un repertorio esencialmente apegado al barroco. Las llamativas excepciones fueron los arreglos hechos por Wang para “Eleanor Rigby”, de los Beatles, y de Soto León para “Ojos azules”.

Esta primera etapa del grupo se cerró en 1977, período en el que también alcanzaron a participar los músicos Marco Antonio Vélis, Ricardo Venegas, Ernesto González, Mario Muñoz y Bernardo Freyggang. Casi ocho años duró el receso.

RENACIMIENTO

En 1985, Soto León revivió a Barroco Andino con la participación de una nueva generación de músicos. Entre ellos figuraron Álvaro Pinto (también Quilapayún y Amankay), Antonio Morales (Illapu), Hugo Lagos (Araucaria) y Reinaldo Villalobos (Napalé). En el período se reeditó el primer disco, bajo el título “Música Maravillosa” (1985, ARCI) y se grabó el disco “La quena bien temperada” (1989, Sony Music).

En diciembre de 1986 se grabó la obra “Misandina”, con la intención de regalársela al Papa Juan Pablo II en su visita a Chile (abril de 1987). Plasmada en un disco fabricado por Radio Horizonte, el resultado no satisfizo a Soto León, que decidió no publicarla.

Con su vigor recuperado, el ensamble vivió una prolongada etapa de actividades en Chile y salidas a Perú y Brasil, recibiendo elogios por una propuesta musical que llamó la atención por su originalidad, calidad composicional e interpretativa.

Comenzando la década de los ’90 el grupo siguió renovando integrantes, no pocos provenientes del semillero juvenil cultivado desde sus comienzos. En esta nueva etapa Soto León dirigió a una decena de músicos con un repertorio que se adentró en el folclor latinoamericano. Huellas de este nuevo ciclo son los discos “Cordillera” (1994, Alerce) y “Recados de Gabriela Mistral” (1996, Alerce).

Su propuesta ha sido escuchada en numerosos países europeos, latino y norteamericanos e incluso Japón y Taiwán.

Carátula del segundo disco de Barroco Andino, de 1975.

Hubo giras en 1992, 1994, 1996, 1998 y 2000. Ya en su primer viaje más allá de América Latina el grupo se presentó en escenarios de la alcurnia del Carnegie Hall, en Nueva York, y el Osaka Simphony Halla, en Japón.

Esta actividad subsistió, pese al progresivo alejamiento de la dirección musical de Soto León. En los últimos años sufrió severas complicaciones de salud que terminaron influyendo en su deceso, en El Quisco. Sus restos serán sepultados al mediodía de este sábado 17 de agosto en el Cementerio General de Santiago, en el sector de acceso de avenida La Paz.

SU TRASCENDENCIA 

La impronta de Soto León en la música chilena escapa a los límites de Barroco Andino.

En plena Unidad Popular creó la música del “Oratorio de los trabajadores”. Fue plasmado en un disco del sello Dicap en 1972, del grupo Huamari.

Soto León mantuvo después del Golpe Militar un apoyo constante a las nuevas generaciones de músicos. Significativo fue su vínculo con el grupo Ortiga. En el segundo disco del grupo (1979), Soto León hizo la recreación del tema “Yugoeslavo”, del folclor de la ex Yugoslavia.

El mismo año 1979 hizo lo propio con los tradicionales temas andinos “Ojos azules” y “De terciopelo negro”, y “Santiago penando estás”, de Violeta Parra. En el año 1981 estrenó con Ortiga la ya mencionada “Misandina” en el Festival Internacional para Música Vocal en Santo Domingo, Chile.

También con Ortiga, en 1982, estrenó la obra “Homenaje a Gabriela Mistral”, en el teatro de la Universidad Católica, en Santiago.

En 1984, estando ya el grupo radicado en Alemania Federal, se hizo cargo de la composición del tema “Testamento”, sobre versos de Pablo Neruda, incluido en el disco “En este lugar”.

Antonio Morales, primera quena de Barroco Andino en sus 22 años de permanencia, sostiene que “tengo una gran admiración por su trabajo y capacidad musical, particularmente por sus composiciones y arreglos”.

Su estatura musical es reconocida en Chile y el extranjero. Para Patricio Wang, Soto León “fue un enorme motor para la música chilena. Por su tenacidad, su fantasía creadora, sus opciones muy personales, su fuerte personalidad”.