A dos años del «palo de Pinilla» y la eliminación del Mundial Brasil 2014

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Por Carlos Pérez
Actualizado el 28 de junio de 2016 - 2:27 pm

Mucho se ha hablado sobre los 355 días que separaron las dos consagraciones continentales de Chile; sin embargo, es necesario sumar un año más hacia atrás y llevar el recuerdo a una soleada tarde de invierno en Brasil.

El 28 de junio de 2014, el anfitrión de la Copa del Mundo recibió a la Selección Nacional en el duelo que abrió los octavos de final de la cita planetaria. En esa jornada, Chile salió a buscar el inalcanzable quinto partido mundialista, pero los caprichos del sorteo hecho en 2013 hicieron que la mano de Zinedine Zidane cruzara a la Roja en el camino de Brasil en segunda fase, como en 1998 y 2010.

El partido se inició tenso, y no hubo claridad de dominio en los primeros minutos. Recién a los 18 minutos, tras un tiro de esquina ejecutado por Hulk, David Luiz se enredó con Gonzalo Jara, quien finalmente impulsó el balón a la valla de Bravo.

El gol de los locales no inmutó a los dirigidos por Jorge Sampaoli, quienes siguieron insistiendo en el ataque, pensando que el tanto brasileño había llegado tras una jugada fortuita y no producto de la insistencia ofensiva rival. Así, a los 32 minutos del partido, Eduardo Vargas y Alexis Sánchez se “avivaron” tras un lateral brasileño y el tocopillano batió a Julio César con un tiro bajo y colocado, que dejó en tablas el partido.

En la reanudación, Brasil tuvo una jugada de gol que Hulk desaprovechó tras controlar el balón, casi en forma imperceptible con la mano. El árbitro inglés Howard Webb (que había dirigido el mismo duelo en Sudáfrica 2010) anuló la jugada, que hizo estallar a Scolari en la banca de los locales.

Casi olvidada, una perfecta maniobra de Isla, Vidal y Aránguiz, terminó en una notable intervención de Julio César, que sacó un remate a quemarropa del “Príncipe” a mediados del segundo tiempo. A medida que el partido avanzaba, la desesperación se instalaba en el coloso de Mineirao, colmado con más de 57 mil espectadores, que asumían como un trámite la clasificación a cuartos de final.

Casi al finalizar el tiempo reglamentario, Mauricio Pinilla reemplazó a Arturo Vidal, que terminó al límite de sus capacidades tras el intenso trámite del encuentro, considerando el trajín de su operada rodilla. El 1-1 no se movió, y fue necesario extender el suspenso (y la agonía) 30 minutos más. Con nuevas modificaciones en la prórroga (Willian ingresó por Óscar en Brasil y José Rojas por Gary Medel, lesionado), Chile apostó a llevar el partido a los penales, donde Claudio Bravo debía asegurar al menos uno atajado.

Antes de los penales estuvo el “palo de Pinilla”, esa jugada urdida entre el Alexis Sánchez y el centrodelantero, que golpeó seco el travesaño brasileño en el minuto 119. Era el gol, la consagración y la sorpresa instalada en el Mundial de Brasil que se quedaría sin los dueños de casa. Pero el fútbol sabe de caprichos, y el saldo de trascendencia fue haber puesto de rodillas a los organizadores, más no haberlos eliminado.

En la definición final, el mismo Pinilla y Alexis, que habían tejido la jugada en las postrimerías del alargue, fallaron sus lanzamientos, lo cual hipotecó en demasía la suerte de la Roja que, pese a encontrarse con vida tras dos yerros brasileños (Willian y Hulk), no tuvo más consuelo que ver como el tiro de Gonzalo Jara impactó el vertical de Julio César (en el mismo arco del casi gol de Pinilla) y dejó la celebración en manos locales.

Lo que vino fue observado y recordado: Valdivia tapando su rostro con el peto de suplentes, Gary Medel llorando desconsolado, y Gonzalo Jara desencajado tras su infortunado tiro en el poste. La promesa de los jugadores fue clara; en menos de un año tuvieron una revancha planificada en el pasto de Belo Horizonte y de la cual fue Argentina la víctima en la final, también en penales.

Pocos nombres abandonaron la Selección entre el soleado 28 de junio de 2014 y la gloriosa jornada del 4 de julio, Carmona, Toselli, Orellana y Paredes cedieron sus lugares a Fuenzalida, Garcés, Pizarro y Henríquez para la cita sudamericana en 2015 (Toselli y Orellana reaparecieron en la nómina de Copa América Centenario).

Por todo lo señalado, adquiere más valor la derrota en Brasil, quizás se trate de la última “victoria moral” de nuestro fútbol o del primer “triunfo psicológico” de una generación que se niega a extinguir, y que tiene en la Copa Confederaciones 2017 su próximo objetivo de cara a seguir escribiendo las letras más fantásticas de nuestra historia futbolera.