Abusos sexuales en el fútbol inglés: un túnel sin salida
El escándalo por abuso sexual infantil en el fútbol inglés tiene en la mira a 83 sospechosos y 98 equipos involucrados, según reveló la semana pasada el consejo de jefes de la Policía Nacional.
Desde que se destapó el entuerto, en noviembre pasado, 17 fuerzas policiales de toda Inglaterra, Escocia y Gales han realizado investigaciones, después de que más de 20 jugadores denunciaran que sufrieron abusos en su juventud, según afirmó la Asociación de Futbolistas Profesionales de Inglaterra (PFA, siglas en inglés).
El ex defensa Andy Woodward, quien jugó en el Sheffield United -y otros clubes menores- abrió el camino a muchas otras víctimas al explicar los abusos que sufrió de parte de Barry Bennell, un ex veedor de las categorías inferiores del Manchester City, Crewe Alexandra y el Stoke City.
Hoy de 43 años, Woodward explicó que sólo ahora puede “vivir sin ese secreto”. En entrevista con The Guardian, explicó: “Quiero sacarlo a la luz y dar la oportunidad a otras personas para hacer lo mismo. Por fin puedo librarme de esta enorme y horrible carga. No sólo mi carrera futbolística sino también mi vida se han visto arruinadas hasta ahora, cuando puedo sentirme libre de hablar porque, ¿cuántos más habrá ahí fuera? Hablo de cientos de chicos a los que ese hombre ‘eligió’ y que hoy aún como adultos puede que vivan con ese horroroso miedo”.
Bennell tiene 62 años y era empleado del club Crewe Alexandra, con vínculos cercanos con el Stoke City y el Manchester City. Cuando tenía 44 años, en 1998, fue declarado culpable tras admitir 23 cargos por abusos sexuales con niños de entre 9 y 15 años, y fue sentenciado a nueve años de cárcel.
Durante el proceso judicial, el propio Bennell se definió como un “monstruo”. Pero en 2015 fue sentenciado a cumplir dos años más de condena por un nuevo caso de pederastia contra un niño de 12 años en Macclesfield.
Tras Woodward, al menos otros 10 ex futbolistas han contado sus historias, entre ellos Gary Johnson, quien jugó durante los ’70 y los ’80, y aseguró que el Chelsea le pagó 50 mil libras (unos 63.500 dólares) y le pidió firmar un contrato de confidencialidad el año pasado para prevenir que hablara sobre su abuso por parte del ex veedor Eddie Heath, ya fallecido.
Johnson, ahora de 57 años, dice que Heath abusó sexualmente de él cuando tenía 13 años y, durante una entrevista con el periódico británico The Daily Mirror acusó al Chelsea de tratar de encubrir la historia.
La Sociedad Nacional para la Prevención de la Crueldad con los Niños (Nspcc) estimó que el 98 por ciento de las víctimas son varones de entre 7 y 20 años, cifras que reflejan la gravedad del escándalo.
Desde que Woodward se animó a contar su historia, las denuncias por abuso sexual en el fútbol inglés se multiplicaron. Gracias a un servicio de ayuda telefónica, se recibieron ya 639 referencias de potenciales víctimas o testigos de las atrocidades.
Mientras, el destacado Matt Le Tissier reveló que su antiguo entrenador, Bob Higgins, lo masajeaba desnudo en los inicios de su carrera profesional. “A esa edad los niños hablan, se toman el pelo unos a los otros, y queda, más o menos, en un segundo plano por las bromas. Pero en cuanto te vas haciendo mayor piensas sobre ello y ves que no es normal”, expresó en la BBC.
Por su parte, Paul Steward, quien jugó en el Liverpool, entre otros, explicó que fue atacado constantemente por un entrenador durante cuatro años. “Un día, viajando en coche, empezó a tocarme. Me asusté de muerte, no sabía qué hacer, sólo tenía 11 años. A partir de ahí, siguió abusando de mí y me dijo que mataría a mi madre, a mi padre y a mis dos hermanos si decía alguna palabra. Con 11 años, te lo crees. El problema mental me llevó a otros problemas con la bebida y las drogas cuando dejé el fútbol”.
Wayne Rooney, capitán de la selección inglesa, fue tajante: “Es horrible que algunos de mis colegas hayan sufrido esto mientras jugaban el deporte que yo amo. Es importante que ellos sepan que está bien contarlo, que hay ayuda disponible y que no tienen que sufrir en silencio, aunque este túnel no parezca tener salida”.