Claudio Bravo: un suicidio simulado
La renuncia del arquero a la convocatoria para los amistosos con Suecia y Dinamarca y las ácidas acusaciones contra las autoridades del fútbol chileno le sirven al arquero para evitar el encuentro con Arturo Vidal sugerido por Reinaldo Rueda “para que se limpien y limpien a los demás”, consciente de que vulneró un código de camarín.
Estaba optimista Reinaldo Rueda cuando visitó a los “históricos” de la selección chilena de fútbol para presentarse y darles a conocer sus ideas en torno a la etapa de renovación y consolidación para la que había sido llamado.
De vuelta en Santiago, pensó que había desatado el gran nudo que tenía “la Roja”: el quiebre al interior del plantel, fundamentalmente por las críticas que parientes del arquero habían formulado contra Arturo Vidal, responsabilizándolo de alguna manera por la marginación de Chile de la Copa del Mundo que se disputará próximamente en Rusia.
“Aprovecharán la reunión en Estocolmo para que puedan conversar, se limpien los dos, limpien al grupo y hagan ese lavado mental exponiendo cada uno las situaciones de acuerdo con su óptica. Están muy dispuestos los dos”, adelantó el flamante entrenador colombiano.
No era tan así: la disposición para el encuentro de los máximos lideres del conjunto que ganó dos veces la Copa América y peleó la final de la Copa Confederaciones sólo estaba de un lado. A Claudio Bravo no le interesaba, según se comprobó después.
La primera señal de desacuerdo que dio el arquero fue formular una exigencia desusada: incorporar como preparador de arquero a su formador, Julio Rodríguez, para que se convirtiera en su preparador personal. O, derechamente, para que fuera jefe del grupo.
Los que están al tanto de esa gestión sostienen que Rueda lo tranquilizó diciéndole que lo estudiaría. Pero Bravo -según los mismos- insistió con carácter de exigencia.
Hay dos versiones para que lo que siguió. En la ANFP sostienen que la solicitud fue descartada de inmediato: “Si cada jugador formulara exigencias de ese tipo, esto se convierte en una anarquía”, dijo Arturo Salah; el arquero, a su vez, afirma que quedaron de contestarle, y no lo hicieron. Y eso motivó una reacción que también encontró partidarios y detractores: aparte de renunciar a la convocatoria para los amistosos contra Suecia y Dinamarca, formuló denuncias que dejaron tiritando a las autoridades de Quilin.
No les dolió tanto que criticara a Arturo Salah por no atender su petición, sino que lo dejara tan mal parado en la comparación con Sergio Jadue. “No sabíamos de sus chanchullos, pero en la cercanía y el apego era muy positivo. Hoy ocurre lo contrario: Salah sólo está cuando hay fotos. Nunca come o desayuna con nosotros”.
También barrió con los preparadores de arqueros, a los que acusó de estar atrasados en sus métodos, y a uno de ellos lo criticó por su excesivo peso. Alex Whiteley y José Ovalle fueron incorporados tras la renuncia-despido de Juan Antonio Pizzi y su equipo. Ya por entonces Bravo sugería a las autoridades del fútbol que incorporaran a Julio Rodríguez.
Tampoco dejó títere con cabeza al referirse al “pobre” trabajo formativo, a las condiciones miserables de las instalaciones en Juan Pinto Durán, al “rasca” domo de prensa del mismo recinto y al excesivo gasto en una empresa de comunicaciones “para tapar lo que pasa en el fútbol chileno”.
No estaría de más investigar cada uno de esos aspectos, pero lo concreto es que Claudio Bravo se disparó a los pies simulando un suicidio. Difícilmente será convocado de nuevo a la selección, pero evitó elegantemente ese encuentro con Vidal que tenía tan entusiasmado a Reinaldo Rueda.
No es un despropósito pensar que tanto la renuncia como las críticas tenían como objetivo eludir la “limpieza mutua” que sugería el entrenador. El arquero sabe que perdió la autoridad e influencia que siempre generó en el grupo el mismo día que su parentela entró la controversia criticando al volante del Bayern Munich.
Su esposa fue, en octubre del año pasado, de las primeras en mostrar al “rey Arturo” como uno de los responsables directos de la eliminación en la ruta para Rusia 2018 por sus frecuentes actos de indisciplinas. Y la suegra de Bravo entró casi inmediatamente a la mocha con una frase breve y categórica: “Todo el mundo sabe que Arturo Vidal llegaba curao”.
Después de eso, el destino de Bravo ya estaba sellado, por violar un aspecto clave en los códigos de ese camarín. Ese que dice que “las mujeres no se meten”.