Colo Colo sufrió angustia de película para poder sumar tres puntos

Contando con una dosis de fortuna que hasta aquí no había tenido, el “Cacique” venció 2-1 a Unión Española. Más allá de la victoria, sin embargo, este cuadro albo está tan agobiado por el fantasma cierto del descenso a la “B”, que más que técnico necesita un siquiatra.

Por EDUARDO BRUNA

No. No es broma. Tampoco una “fake news”. El colista Colo Colo, jugando tan mal como siempre, y sin hacer prevalecer nunca la superioridad numérica con que contó a partir del minuto 22, por expulsión de Luis Pavez Muñoz, venció por 2-1 a Unión Española en el Estadio Santa Laura, logrando sin duda un alivio en la tabla que, sin embargo, no da para hacerse muchas ilusiones.

Y es que, aparte de un juego que sigue siendo de un nivel paupérrimo, de un estado físico que claramente está por debajo de cualquier cuadro en competencia, Colo Colo a estas alturas necesita más un sicólogo o un siquiatra que un director técnico, con mayor razón teniendo en la banca a un Gustavo Quinteros que parece haber sido arrastrado por el verdadero trauma que envuelve al “Cacique”, esto es, irse por primera vez en su historia a la “B”.

Colo Colo, aparte de contar con jugadores mayoritariamente mediocres, no sabe atar ni desatar. Ni siquiera cuando las falencias del rival le dan todas las facilidades, como las ofreció esta vez Unión Española con una primera etapa para el olvido. Menos cuando, estando en ventaja, exhibe una evidente falta de serenidad y de jerarquía para aprovechar mejor el hombre de más con que cuenta en el terreno de juego.

¿Por qué ganó entonces? Porque esta vez contó con la cuota de fortuna que le ha sido siempre esquiva a través de todo este campeonato, acaso porque la suerte ayuda a los buenos y a los que algo hacen por provocarla. Es decir, la fortuna le ha dado reiteradamente la espalda a este Colo Colo que, incluso ganando, como esta vez ante el elenco hispano, sigue mostrando una pobreza de recursos que simplemente espanta.

Independiente de eso, las decisiones que viene tomando el técnico Quinteros nunca terminan de entenderse. ¿Estaba lesionado Matías Fernández que durante el descanso decidió excluirlo para hacer ingresar a William Alarcón, que jamás ha aportado nada? ¿Por qué no Jara, un jugador que él pidió o que él aceptó como refuerzo? Tal como sucediera frente a La Serena, sólo lo mandó a la cancha en los minutos finales. Y ocurre que no hay que ser un experto en fútbol para saber que, estando el “Mati” con algo de gasolina en el estanque, como sea va a ser más aporte que un juvenil que nunca ha dado el ancho.

Convengamos que, aprovechando lo mal que se vio Unión Española en esa primera etapa, incluso estando con dotación completa, Colo Colo hacía un partido bastante decentito. No digamos que jugaba bien, pero al menos tenía controladas las acciones y, hasta en una especie de milagro, se había puesto en ventaja gracias a un Parraguez que por fin se estrenaba como goleador en este campeonato. Corría el minuto 10 cuando Costa, uno de los rescatables a pesar de su estilo siempre enredado y confuso, metió el balón al área para sorprender corriendo hacia su arco a Juan Pablo Gómez y al panameño Cumming. El balón los superó a ambos y entonces apareció Parraguez para meterle su pie izquierdo y dejar a medio camino la salida desesperada de Sánchez.

Fueron esos minutos bastante positivos para la pobreza alba, porque Costa y el propio Parraguez obligaron a Sánchez a un tremendo esfuerzo para evitar la segunda conquista del “Cacique”. Y cuando Luis Pavez Muñoz recibió su segunda amarilla por derribar a Valencia, que iniciaba en solitario una carga en contragolpe, bastó recordar lo acontecido en el CAP de Talcahuano, frente a Huachipato, para evitar sacar cuentas alegres.

Para decirlo pronto: si esa vez nunca se notó el jugador de más que tenía en cancha Colo Colo, esta vez tampoco. Consecuencia: dos cabezazos del paraguayo Caballero fueron como el síntoma más claro de la recuperación hispana.

Mucho menos contaba Colo Colo con que, apenas reanudado el partido en su segunda etapa, su mejor defensor, el uruguayo Falcón, iba a fallar tan lamentablemente frente a un simple saque lateral. No supo resolver de aire y, cuando el balón bajaba, se encontró con la humanidad de Véjar, que le impidió el rechazo en última instancia para mandarla a cualquier parte. Carlos Palacios aprovechó el regalo y no tuvo problemas en poner el 1-1 ante un Cortés absolutamente entregado.

La paridad hispana fue un verdadero mazazo para un Colo Colo que, además de malo, carece por completo de espíritu y presencia anímica ante la adversidad. Perdió por completo la pelota y todo se redujo a un permanente venir de Unión, que parecía tener escuadra completa y que era el rival a quien le faltaba un hombre. 

Esta vez, sin embargo, la fortuna pareció apiadarse de este “Cacique” tan poquita cosa. Porque un córner de Costa fue pifiado por Caballero, la pelota se elevó y Sánchez salió al bulto. La cabeza del panameño Cumming, que quedó como el jamón del sandwich entre Parraguez y su arquero, mandó mansamente el balón a las mallas. Fue una jugada tan poco clara, tan confusa, que muchos pensaron que el gol era del delantero albo, que se ganó todas las felicitaciones de sus compañeros.

Con veinticinco minutos por delante, el partido se transformó en un martirio para este Colo Colo que es un atado de nervios, que carece por completo de la seguridad para imponer sus términos y ganar el partido por juego y por personalidad. Aparte de que sus hombres llegan siempre a destiempo a cualquier pelota dividida, ganan sólo una de diez para perderla de inmediato a la jugada siguiente.

Obviamente, la cancha se volcó hacia la portería de Cortés, y cada pelota que llegaba a las cercanías del área grande hacía que a los jugadores, a los dirigentes y a los hinchas albos que miraban el partido a través de la televisión, se les pusieran los pelos de punta, porque nadie -excepto Falcón, que muy a la uruguada optó por tirarla a cualquier parte, sabía resolver bien y en forma acertada para alejar el peligro. No sólo eso: las pocas veces que ello llegó a ocurrir, la pelota siempre la dominaba de nuevo un jugador hispano.

Quinteros, además, todavía parece no convencerse de que este Colo Colo es un cuadro chico, además de malo, y que debiera afrontar cada encuentro como tal. En ventaja de 2-1, ¿qué sentido tenía sacar a Parraguez para meter a Blandi, que nunca caza alguna y tampoco pone mucho empeño por hacerlo? “Cierra el partido”, Quinteros, sobre todo que no había nadie que a esas alturas podía habilitar a ese cacho que el “Cacique” contrató para el centro de su ataque. Si se te están viniendo por todos lados, tiéndele una mano a ese Carmona que las veía negras a cada rato.

Claro que, si Quinteros miraba a su banca, y sólo veía a Provoste, es para encontrarle toda la razón del mundo.

Sufriendo lo indecible, con la amenaza de todos los fantasmas encima y el de la “B” soplándole al oído, Colo Colo vivió una angustia crepitante que sólo acabó tras el pitazo final de Gilabert. Fue, como dijo alguien, más un parto que un triunfo, y como tal no cabe hacerse muchas esperanzas acerca de un futuro más halagüeño para este cuadro albo tan pobre y tan mediocre.

PORMENORES

Campeonato Nacional. Partido válido por la vigésimo tercera fecha.

Estadio: Santa Laura.

Arbitro: Francisco Gilabert.

U. ESPAÑOLA: Sánchez; Gómez, Cumming, T. Galdames, Luis Pavez Muñoz; Sandoval (81’ Luis Pavez Contreras), Méndez (68’ Cristián Palacios), Dávila; Carlos Palacios, Caballero (81’ González), Fritz (27’ Larenas).

COLO COLO: Cortés; Rojas (86’ Provoste), Falcón, Barroso, Véjar; Fernández (46’ Alarcón), Carmona, Suazo; Costa (80’ Jara), Parraguez (73’ Blandi) y Valencia.

GOLES: Para Colo Colo, Parraguez a los 10’ y Cumming, en contra, a los 64’; para Unión, Carlos Palacios a los 46’.

Tarjetas amarillas: en Unión, Sánchez, Galdames, Luis Pavez Muñoz y Luis Pavez Contreras; en Colo Colo, Rojas, Fernández y Suazo.

Tarjeta roja: Luis Pavez Contreras, por doble amarilla, en el minuto 22.