Columna de Eduardo Bruna: Ángel Valencia, candidato a fiscal nacional, ya en el fútbol fue un fiasco

Como secretario ejecutivo nombrado por Arturo Salah, debía supuestamente esclarecer el gigantesco latrocinio de que fue víctima la actividad con Sergio Jadue. Resultó una completa nulidad. Tanto, que cómplices activos y pasivos del calerano siguen actuando al interior de la ANFP y de los clubes como si nada.
Por EDUARDO BRUNA / Foto: ARCHIVO ATON
Si José Morales y Marta Herrera no tuvieron en el Senado los votos suficientes para transformarse en el nuevo fiscal nacional, que reemplace a un Jorge Abbott que fue claramente nombrado para echarle tierra al escándalo del financiamiento irregular de la política y los políticos, la verdad es que este tercer candidato del Ejecutivo, el abogado Ángel Valencia Vásquez, menos debiera tenerlas todas consigo para asumir un cargo prácticamente acéfalo desde hace cien días.
Pero estamos pensando, obviamente, en un Chile que ya no existe. Hoy, la corrupción, las componendas y los arreglos a espaldas de la gente son cosa de todos los días, por lo que a nadie debiera extrañar que, como dijo Marcela Ríos, ahora ex ministra de Justicia, “la tercera sea la vencida”. En otras palabras, que Valencia tenga el conforme del Senado para ser el nuevo fiscal nacional.
Más allá de todos los cuestionamientos que recaen sobre este abogado titulado en la Universidad de Chile, hay un aspecto en el que, hasta ahora, y producto de la pésima memoria de la gente, pocos han reparado: Ángel Valencia Vásquez, nombrado como secretario ejecutivo de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP), por Arturo Salah, quien se hizo cargo del organismo tras la huida a Estados Unidos del delincuente Sergio Jadue, fue un completo fiasco respecto de la tarea que, en teoría al menos, debía asumir: el completo esclarecimiento del gigantesco latrocinio que había sufrido el fútbol con el calerano y los correspondientes castigos para todos aquellos dirigentes, administrativos y personeros que, por omisión o complicidad, habían tenido algún grado de participación en este colosal escándalo.
Y es que Valencia Vásquez en esta tan necesaria labor de limpieza de la actividad fue un cero a la izquierda. Una absoluta nulidad. Más allá de que lo hurtado por Jadue y sus secuaces fueran cantidades millonarias, incluso hablando en dólares, y que para todos estaba meridianamente claro la forma de operar de esta verdadera “asociación ilícita para delinquir”, el abogado Valencia nunca llegó a nada.
En palabras simples, jamás existió un esclarecimiento de los métodos utilizados para robarse todo lo que estaba a mano. Menos, por supuesto, la individualización, con nombres y apellidos, de todos esos personeros del fútbol corruptos que habían sido cómplices, ya fuera activos o pasivos. ¿Cantidades? No sean ilusos.
Si en el fútbol Angel Valencia no pudo, o no quiso llevar adelante su tarea, ¿qué puede esperarse de él en un ámbito mucho mayor y más relevante, como es el ejercicio del cargo de fiscal nacional? Su paso por la ANFP deja en claro que, ya sea por incompetencia, o por simple desidia, los culpables del gigantesco robo de que fue víctima el fútbol no sólo no pagaron ninguna consecuencia, sino que varios de ellos siguen actuando en los clubes como si nada.
Con toda impudicia y desparpajo.
Defensor en su momento de violadores y de abusadores sexuales, Ángel Valencia puede esgrimir que sólo cumplió con su profesión de abogado. Y es verdad. Políticos de todos los colores, además, han requerido de sus servicios profesionales, como Heraldo Muñoz y la actual ministra del Interior, Carolina Tohá. Por más que sea cercano a Renovación Nacional y a la UDI, Valencia ha privilegiado siempre cualquier caso que le deje buenos réditos económicos, y en esto su eclecticismo está a prueba de desmentidos.
En una sociedad como la nuestra es el dinero el que manda y tampoco podemos de pecar de ingenuos.
Compadre por partida doble, además, con Álvaro Elizalde, socialista presidente del Senado, de no ocurrir en vuelco insólito Valencia lleva todas las de quedarse con el apetecido cargo.
Será, considerando el papel que le cupo a Jorge Abbott, como saltar del fuego a las brasas. Si en su papel de “fiscal del fútbol” no hizo nada, ¿qué podemos esperar de él cuando se trate del combate de delincuentes, narcos y mafiosos de la política?