Columna de Juan Cristóbal Guarello: Supersticiones

Hay gente, comenzando por Martín Lasarte, que todavía anda colgada de la pisadera del caso Byron Castillo para justificar la ausencia de Chile en el Mundial.

Por JUAN CRISTÓBAL GUARELLO / Foto: PHOTOSPORT

Escribo esto con la primera fecha del Mundial de Qatar concluida en todos sus grupos. Pero no hace falta analizar lo que ocurrió en todos los partidos para ir al centro de la columna. Sólo con el triunfo sólido e inobjetable, y mezquino incluso, de Ecuador sobre los cataríes en la inauguración debería servir para despejar la cabeza y tener un baño de realidad, algo utópico a esta altura, para el fútbol chileno. La misma selección de Qatar que hace un mes trajo por los pelos al equipo dirigido por Eduardo Berizzo con el simple expediente de la velocidad y el orden, fue maniatada, dominada y vencida a domicilio por los ecuatorianos. Y si los muchachos de Gustavo Alfaro eran un poco más ambiciosos, en vez de dos goles pudieron embocar cuatro.

Luego hay gente, comenzando por Martín Lasarte, que todavía anda colgada de la pisadera del caso Byron Castillo para justificar la ausencia de Chile en el Mundial. Por eso lo de la utopía de ver la realidad mencionada en el párrafo anterior. Esa misma utopía verificada en cada amistoso de la selección chilena. Se notan progresos, hay una idea que lentamente se va plasmando sobre la cancha, pero todos esos avances serán irrelevantes en la medida de que Berizzo siga anclado a los jugadores de la crepuscular generación dorada.

Aquí no se trata de sacar ni poner a nadie, sino de que el entrenador tome las decisiones correctas y arme el equipo más competitivo posible sin compromisos “emocionales” con un determinado grupo de jugadores. El vicioso autotributo de los “dorados” en la última eliminatoria que nos dejó en el séptimo lugar y sin opción de ir a Qatar, sigue vigoroso con Eduardo Berizzo en la cancha. Por más que Arturo Vidal juegue dos cambios abajo y con la resaca de las celebraciones en Flamengo, donde es suplente; que Alexis Sánchez esté enceguecido por batir récords personales y le importe un cuesco el funcionamiento del equipo o Gary Medel aguante sesenta minutos el ritmo que un partido de selecciones reclama. Para el entrenador ellos no se tocan. Juegan el partido completo, aunque su actuación sea mala y haya opciones en la banca para buscar mejor suerte. Y si Charles Aránguiz no estuviera lesionado también sería intocable.

Luego, la Selección lleva nueve partidos consecutivos sin ganar y sólo ha anotado dos goles en todos estos compromisos. Pero se sigue amarrado a la superstición de que los “dorados”, contraviniendo las leyes de la biología y la lógica más básica, volverán a jugar como en 2015 y Chile será un equipo ganador y protagonista.

Un absurdo propio del hincha más fanático y acrítico. Pero inaceptable para un entrenador de la selección chilena. ¿Qué pasa en ese camarín? ¿Tan pesados son los históricos o hay presiones externas? Recordemos que la agencia de representación Vibra, cuyo dueño es el empresario Fernando Felicevich, tuvo 17 jugadores en la última convocatoria.

No podemos obviar en este análisis la lamentable gestión del gerente de selecciones, Francis Cagigao. A última hora nos enteramos, Berizzo incluido, que Ben Brereton y Nayel Mehssatou no viajarían a disputar los amistosos con Polonia y Eslovaquia. Si vemos las versiones del Blackburn Rovers, Ben Brereton y Francis Cagigao, nos damos cuenta que no sólo no coinciden, sino que desnudan una horrible gestión desde la gerencia de selecciones, la cual, una vez más, no hace las tareas privando a Chile de la única carta de gol que posee.

Cagigao le ha costado al fútbol chileno casi 700 mil dólares en dos años. Demasiado para un hombre que anda exhibiendo un plan de selecciones cadetes que no le pertenece, asegura que introdujo GPS en Juan Pinto Durán que se usaban desde la época de Sampaoli y que elaboró un registro de jugadores que existía en el disco duro de la ANFP hace siete años. Luego no es capaz de conseguir un jugador de la Championship para la selección. Con la plata que la ANFP ha incinerado en la nefasta gestión del español, pudo comprar un terreno para construir el nuevo Juan Pinto Durán. Pero no, es mejor gastarla en un individuo que habla bonito y cuya única gestión exitosa es juntarse a comer con periodistas y ex futbolistas para que le hagan publicidad y defiendan en los medios.