Columna de Renex: La fabricación del miedo
Cómo los políticos y los medios, que abandonaron hace tiempo la rigurosidad en la información, han distorsionado totalmente nuestra realidad.

Chile vive hoy una paradoja inquietante: es uno de los países más seguros de América Latina, pero también uno de los más atemorizados del mundo. ¿Cómo se explica que un país con indicadores delictuales relativamente estables experimente una percepción de inseguridad tan extrema?
La respuesta no está en las calles, sino en las pantallas. En los titulares. En los noticieros que repiten casos policiales aislados, magnificados por una prensa que abandonó la información rigurosa para instalar percepciones. Así se construye una realidad distorsionada que alimenta el miedo colectivo.
La percepción no es la realidad
Estudios muestran que Chile es percibido por su propia ciudadanía como profundamente inseguro. Sin embargo, las tasas de homicidio siguen siendo de las más bajas del continente y los delitos violentos no han crecido de forma proporcional al pánico instalado. ¿La causa? Un fenómeno conocido como amplificación mediática del riesgo: hechos aislados, pero emocionalmente intensos, son repetidos hasta distorsionar la percepción del peligro. El miedo no surge tanto de lo que ocurre, sino de cómo se presenta.
Medios concentrados, narrativa uniforme
Un reducido grupo de conglomerados mediáticos -muchos ligados a intereses empresariales y políticos de derecha- domina la agenda informativa. Esto no sólo limita la pluralidad, sino que permite una narrativa persistente, alarmista y direccionada.
Se escogen los casos más impactantes, se omite contexto, se exagera, y se privilegia el testimonio emotivo por sobre el análisis experto. Así se instala una atmósfera de miedo funcional a intereses políticos.
El miedo como herramienta política
El uso del miedo con fines políticos no es nuevo. En Chile, ciertos sectores han entendido que una ciudadanía asustada es más manipulable. El miedo paraliza, vuelve conservadora a la sociedad y crea resistencia al cambio.
En un país donde las élites aún temen las transformaciones estructurales, nada les conviene más que una población temerosa que elija “mano dura” en lugar de derechos y orden antes que justicia.
Efectos del miedo inducido
Esta narrativa del terror tiene consecuencias reales: la gente se encierra, desconfía, teme al otro, sobre todo si es migrante o pobre. La cohesión social se rompe, la solidaridad se erosiona y la ansiedad se normaliza. Vivir en alerta permanente afecta la salud mental, las relaciones personales y la calidad de vida. La inseguridad subjetiva se convierte en una forma de opresión.
Recuperar la verdad
Chile necesita una discusión seria sobre el rol de los medios y la responsabilidad de quienes los manejan. Urge una arquitectura mediática más plural, mecanismos de rendición de cuentas y un periodismo que informe sin alarmismo ni intereses ocultos. También una ciudadanía más crítica frente a los discursos del miedo.
La democracia no se erosiona sólo con censura o autoritarismo. También se debilita cuando el miedo sustituye al pensamiento. Recuperar la seguridad es importante. Pero más aún, recuperar la verdad. Porque donde manda el miedo, se pierde la libertad.