Columna de Sebastián Gómez Matus: La poética de la continuidad, Erick Polhammer

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Por El Ágora
Actualizado el 9 de febrero de 2023 - 12:38 pm

El reconocido y querido poeta Erick Polhammer está en grave condición de salud y su partida es inminente, aunque con los poetas nunca se sabe. De momento, lo mejor es releerlo y leerlo quien no lo haya leído. Su último libro es “Pelota muerta”, donde esboza una poética del fútbol, que en el fondo es poesía pura.

Por SEBASTIÁN GÓMEZ MATUS / Foto: AR13

Mientras escribo esto, podría ser que haya muerto. El querido poeta Erick Polhammer ha sido desahuciado mientras yo estoy al otro lado del mundo, ojalá alcance a llegar y estar en el mismo suelo cuando parta. ¿Es injusto esto? Polhammer es eterno, por su poesía y por su vida, que es la poesía hecha paso, momento.

Hace poco con mi gran amigo el poeta Gabriel Zanetti tuvimos la suerte de editar su último libro, “Pelota Muerta” (Aparte), algo que nos conectó con la enseñanza clave de su vida: en literatura la importancia no es un criterio. ¿Es importante Polhammer? Claro que sí, pero eso no es lo que importa para acercarse a su trabajo, y a ninguno. Una sensibilidad como la suya es única en una tradición abigarrada como la nuestra. El poema a Jesús Trepiana es un poema inmortal, pero no sólo ése. Polhammer tiene el antídoto para cierto clima a veces irrespirable en nuestras letras: un budismo zen a la chilena, una poesía escrita con alegría.

La gran mayoría lo recuerda como poeta pero sus poemas trascienden la página, salen de la página para ser ciudadanos que elucubran lo que alguien denominó “la última alegría”. Una alegría tan fuerte que hace llorar y modifica la actitud frente a esto, el mundo de la vida. Un verso: la angustia es el origen llamando. La profundidad de los poemas de Polhammer se toma a la ligera por lo pintoresco, lo chileno de su persona. Ojalá se leyera en esta clave: profunda alegría. ¿Acaso hay algo más subversivo que la alegría de vivir? Son momentos difíciles para quienes le acompañan, para él mismo debe ser difícil estar esperando a que la Pelá se haga presente. Nuestro querido poeta tiene un tumor cerebral inoperable, según la información que he recibido. Lo encuentro injusto igual, pero ya se sabe, “la vida es la villana”.

Pienso: cuando alguien ha entregado su vida a la poesía, a vivir poéticamente como encargó Teillier, la vida se debe sentir plácida, contenta, satisfecha de haber hecho vivir a alguien entre nosotros, entre sus árboles y perros. Recuerdo: la primera vez que lo vi, yo venía saliendo del antiguo Consalud de Providencia con un pantalón verde y tuvimos un crush cuando nos vimos en la vereda; él bajaba, yo subía. Le hablé y me invitó a un café. Andaba con un cuaderno que me había hecho mi gran amor de adolescencia, la artista Isidora Cruz España. Leí unos poemas. Su juicio fue más que auspicioso, ultrageneroso. Conecto: releer la crónica “Corazón de poeta”, de Zanetti. Para alguien que recién comienza a escribir, encontrarse con un poeta y leerle tus poemas, hacerse amigo de ese poeta, es clave. Te hace crecer, da confianza, anima. Entre mis amigas y amigos tenemos un código: la poesía es la generosidad. Polhammer es un poeta voluptuoso en este sentido, su generosidad espiritual no tiene límites. El cielo lo espera con ansias, salivando.

Teníamos ganas de hacer un programa sobre Colo Colo: ver los partidos del Albo y comentarlo al modo nuestro, poéticamente. Lo hicimos cuando el Cacique estuvo a punto de descender (algo que demuestra la decadencia de la sociedad en la que vivimos). El amor por el fútbol de Polhammer es un amor ejemplar. Si bien es de la Católica, su amor le permite elogiar y querer otros equipos, como el Colo de Borghi, que era poesía pura por un motivo específico: “Salgan a divertirse”.

La poesía ha vuelto a ser grave, a pesar del sahumerio parriano; nuestras nuevas generaciones se toman muy en serio, creen que la poesía es importante. La poesía no es importante, es hermosa, es trascendental, inevitable. Quizá ésta haya sido la gran lección de nuestro poeta: vivir es hermoso y vivir poéticamente es mil veces mejor. Sólo espero que esté acompañado y que nosotros, quienes le debemos tanto a este ser humano, nos encarguemos de que su poesía ayude a vivir a la gente. De hecho, mi padre, que no lee poesía pero alguna vez tuvo que haber leído, se lamentaba de la situación del poeta porque realmente es una persona querida, que está en la memoria de la gente, en parte gracias a su participación en algunos programas de tele, pero sobre todo gracias a su poesía.

Quedar en la memoria de la gente, ser querido por la gente, es tan difícil y tan hermoso. Polhammer es un poeta popular porque es un poeta que vivió entre nosotros como uno más, y sus libros resistirán todo embate de la contingencia. Es lo que dijo Beckett: lo que el tiempo ha unido no puede ser separado por ningún anacronismo.

Erick Polhammer es un poeta hermoso, cuya vida nos da vida y nos hace vivir alegremente.