¿Cómo, por qué y para qué se creó la Segunda División Profesional?
Sergio Jadue cometió muchos errores y delitos durante su mandato a la cabeza de la ANFP, pero sería injusto culparlo de la creación de esta serie a la que se le pide mucho y no se le entrega nada.
Por GERARDO SILVA
Leyendo un artículo en algún lugar de la web, me pude percatar de que, con mucha propiedad, se hablaba de la Segunda División profesional, manejando algunos antecedentes importantes, y sin dudas veraces. Sin embargo, no es efectivo, que sea una creación caprichosa de Sergio Jadue.
Esa aseveración no obedece a la realidad. La creación de la Segunda División Profesional tiene una razón, para mi gusto, muy bien fundamentada. Soy testigo y conocedor de aquello. Les solicito que pongan mucha atención al siguiente relato para que podamos todos contextualizar.
La estructura del fútbol chileno contemplaba 32 clubes profesionales, divididos en dos categorías, la Primera División A y la Primera División B. Se decía que los estatutos lo ordenaban así. De acuerdo a esto, se implementan torneos con ascensos y descensos. El último de la primera división B descendia a la Tercera División del fútbol Amateur. Así también, a la Tercera División se le otorgaba un cupo para el fútbol profesional, siempre y cuando, el club proveniente de ANFA cumpliera con los requerimientos de la ANFP. Este era el único nexo que existía entre ellos.
Dicho sea de paso, los clubes de Tercera División recibían, en calidad de préstamo, cinco futbolistas provenientes del fútbol profesional en cada una de las instituciones, sin que estos tuvieran que desembolsar dinero alguno para recuperarlos para el fútbol profesional. Lo otro relevante en esta historia es que el fútbol joven de la ANFP contemplaba jugadores hasta 21 años de edad. En definitiva, este era el escenario y el estado de confort de nuestro querido fútbol chileno, hasta que alguien toca la tecla de la discordia y lo modifica todo.
Y este es, ni más ni menos, que el presidente del Sindicato de Futbolistas Profesionales, señor Carlos Soto, quién, amparado en la Ley Laboral vigente observa y exige a la ANFP extender un contrato profesional a todos aquellos futbolistas mayores de 18 años que participan activamente en los registros de algún club profesional, y que además tienen la obligación de cumplir horarios de entrenamiento. Para la Ley Laboral, «horario de trabajo».
La ANFP, por su parte, acusa recibo y reconoce una amenaza económica insoslayable. Acuerdan, en Consejo de Presidentes, participar del fútbol joven solamente con futbolistas menores de 18 años de edad, exigiéndoles a los cuerpos técnicos agudizar la mirada para promover al plantel de honor lo estrictamente selectivo, para no cometer el error de celebrar contratos innecesarios.
Así, según ellos, estaría solucionado el problema. Craso error. La Tercera División tenía mucho que decir todavía, quien entra en escena como el mejor actor, al darse cuenta que sería una legión de futbolistas libres de la ANFP que podrían eventualmente llegar a la Tercera División a fortalecer las plantillas de los diferentes clubes. Observando una oportunidad económica, cambiaron ágilmente la reglamentación, y desde ese momento ya no existe más el préstamo del fútbol profesional al fútbol amateur. Cada uno de los futbolistas que fueran inscritos en los clubes de la Tercera División debían ser, debidamente recalificados, como jugadores amateurs.
Desde ese momento los derechos federativos pasan a pertenecer a los diferentes clubes de ANFA. ¿Qué significa esto? Que los clubes profesionales, para recuperar un jugador formado en sus canteras, y que por esta situación se vieron obligados a seguir su carrera en equipos de Tercera División, tenían la obligación de pagar los derechos federativos correspondientes, los que fluctuaban entre 9 y 18 unidades tributarias mensuales.
Cómo pueden ver, se empieza a acrecentar el conflicto. La ANFP ya no tenía dónde enviar jugadores a préstamo y que volvieran a sus clubes sin pagar ningún derecho por la experiencia adquirida. Es aquí, en este preciso momento, donde los dueños de clubes empiezan a pensar en formar la tercera categoría del fútbol chileno bajo el alero de la ANFP.
Buscan y encuentran la solución en sus estatutos. Definitivamente, se podían agregar algunos clubes de manera reglamentaria. Así es cómo nace esta tercera categoría que, por una situación absolutamente atendible, no podía llevar el nombre de Tercera División y se optó denominarla “Segunda División Profesional”.
A Sergio Jadue se le pueden atribuir un montón de irregularidades al mando de nuestro fútbol; sin embargo, la Segunda División Profesional, que hasta ahora nada tiene de profesional, no se puede adjudicar a un capricho de este señor. Más bien nació por una necesidad, que se generó de un montón de mezquindades económicas de diferentes estamentos, como siempre descuidando el crecimiento de nuestro fútbol.
¿Por qué no se consolida esta división? Simplemente porque a los equipos grandes no les interesa. Ellos tienen a los equipos de la B para enviar a sus jugadores a préstamo; sin embargo, a los equipos chicos de la primera división B si les interesa y mucho, pero no tienen la suficiente fuerza y poder para definitivamente, proporcionarle los recursos económicos que la Segunda División se merece con creces.
Porque, querámoslo o no, es un eslabón importante y necesario para el desarrollo social y deportivo de nuestro fútbol.