Crónicas de Sergio Ried: Michael Chang jugaba tenis “para Dios y para Asia”
En 2005, con motivo de una exhibición del estadounidense -de padres taiwaneses- ante Marcelo Ríos, pude conocer a este tenista que ponía su religión, su amor a Cristo y su continente por sobre todas las cosas, incluyendo el tenis.
Por SERGIO RIED / Fotos: ARCHIVO
Esa mañana de 2005, en el Hotel Sheraton de Santiago, donde yo era director deportivo y tennis pro, conocí al tenista más singular del circuito ATP: Michael Chang, quien jugaría una exhibición contra Marcelo Ríos.
Sin una cita previa ni tener que pasar por coaches o representantes, sólo me bastó saludarlo, decirle quién era y mostrarle una revista Quince Cero en la que él estaba en la portada, para tener una larga charla y hasta pegar unos raquetazos con él.
Siempre tuve una gran admiración por esta pequeña ardilla de ojos rasgados, que hacía maravillas con su raqueta Prince de tamaño gigante, que yo también usaba.
“Me permite mejorar mi saque y la volea, y por su largo me ayuda en mi revés a dos manos”, me explicó solícito. Y la verdad es que desde que empezó a usarla, tuvo un envión en su juego, que lo dejó a las puertas de ser número 1 del mundo. Pero allí estaban sus rivales de la infancia, unos tales Andre Agassi, Pete Sampras y Jim Courier para impedírselo. “Los tres son ‘cool’ y yo los respeto”, me dijo.
Sobre su famoso servicio “por abajo” en cuartos de final de Roland Garros, que le sirvió para eliminar a Iván Lendl en 1989, cuando fue el campeón más joven de la historia en ganar un Grand Slam (17 años y 109 días), me confesó que fue “una ayuda de Dios, porque estaba tan cansado que casi no podía levantar la raqueta sobre mi cabeza”
PELOTEO Y CONFESIONES
Con la venia de sus padres, Joe y Betty, ambos químicos farmacéuticos y profundamente religiosos y que lo acompañaban en este pequeño tour por Sudamérica, seguimos la charla en el lobby y fuimos a las canchas. Allí se le iluminó la cara y me pidió si podíamos paletear un poco para “sacarse el viaje”, ya que su partido con Ríos era a las 08:00 de la noche.
Así pude sumar otra estrella con la que intercambié algunos peloteos.
Le regalé la revista y quedamos de vernos en la noche. Lo que se cumplió en la entrevista post partido, en la que me reiteró que jugaba tenis “para Dios y para Asia”.