Cultivo de algas genera esperanzas en Alaska
En una economía costera en problemas, la maricultura podría convertirse en un gran negocio.
Por ANDRÉS ALBURQIUERQUE / Foto: ALASKA FISHERIES SCIENCE CENTER
Para los optimistas, las plantas que crecen en el mar prometen diversificar la economía de Alaska, revitalizar las pequeñas ciudades costeras que luchan contra una pesca poco fiable y ayudar a las comunidades a adaptarse al cambio climático, e incluso mitigarlo absorbiendo carbono atmosférico.
El cultivo de algas marinas, en gran parte variedades de kelp, promete amortiguar la acidificación de los océanos y la contaminación costera, afirman los promotores. Las granjas de algas pueden producir cultivos ultranutritivos para impulsar la seguridad alimentaria en Alaska y combatir el hambre en todas partes, y no sólo para los humanos.
“Las algas son buenas para todos. Es bueno para las personas y los animales”, dijo Kirk Sparks, de Pacific Northwest Organics, empresa californiana que vende productos agrícolas en una mesa redonda celebrada en Juneau, la capital de Alaska, por el programa Alaska Sea Grant.
El cultivo de algas es un punto brillante en una economía costera de Alaska sacudida por el cambio climático, las alteraciones del hábitat y la incertidumbre sobre el rendimiento de la pesca.
Forma parte de una industria maricultora en expansión en Alaska que, hasta hace poco, se dedicaba casi exclusivamente al cultivo de ostras. La producción comercial de algas en el estado ha crecido en volumen desde prácticamente cero en 2016 a unas 650 mil libras húmedas (unas 295 toneladas) en 2022, según la Fundación para el Desarrollo de la Pesca de Alaska.
“Quiero hacer de Alaska la capital mundial de la maricultura”, dijo el gobernador Mike Dunleavy en Juneau, una frase que sacó aplausos. Dunleavy se fijó el objetivo de que la industria de Alaska genere unos 100 millones de dólares al año; en cambio, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, la incipiente industria de Alaska sólo generaba el año pasado unos 1,5 millones de dólares.
Actualmente, Alaska está muy lejos de ser la capital mundial de la producción de algas. La industria comercial mundial, con un valor estimado de 14 mil millones de dólares en 2020, está muy dominada por los países asiáticos. Las algas cosechadas en Asia se destinan a diversos productos, para uso industrial, agrícola y alimentario.
En Estados Unidos, los productores de Maine dominan el sector del cultivo de algas, con un 80% del mercado, según Liz MacDonald, de Atlantic Sea Farms, con sede en Maine, que intervino en la conferencia de Juneau.
Pero existen pruebas científicas alentadoras de que el cultivo de algas marinas amortigua la acidificación a escala local, como se describe en estudios de diversos proyectos, por lo que “podría servir como estrategia de adaptación de bajo costo a la acidificación y desoxigenación de los océanos y proporcionar importantes refugios frente a la acidificación oceánica”, según afirma un estudio hecho por China y publicado en 2021 en la revista Science of the Total Environment.
Pero, ¿permite el cultivo de algas absorber el carbono atmosférico y evitar que vuelva a la atmósfera? La respuesta es complicada, según la ciencia. Depende de lo que ocurra en el futuro con las algas.