«Dejaste una huella, amigo, de esas que no se borran jamás»

Ambos fueron compañeros en Huracán y, más tarde, se reencontraron en el fútbol chileno. Hace pocos días, el Mono Giorgetti, ex arquero de la U, dijo adiós por culpa de un cáncer implacable. De inmediato, Marcelo hizo lo que dictó su corazón y escribió este texto de despedida. Quiso compartirlo con los lectores de El Ágora.
Por Marcelo Pablo Barticciotto
Mono querido:
Quedé en deuda con vos. Me diste mucho más de lo que yo te di. Desde que nos conocimos me brindaste tu amistad, siempre tuviste una palabra de ánimo, siempre de buen humor (de seguro tenías penas adentro, pero sabías disimularlas…).
Guapo como vos solo, recuerdo dos episodios que te retratan por entero: el primero, en el avión camino a Jujuy con el plantel de Huracán, cuando agarraste del cuello al que nos criticaba por ser jugadores de fútbol; el segundo, en la cancha de Defensa y Justicia, cuando el equipo no la estaba pasando bien y llovían los insultos de la tribuna, vos encaraste a dos hinchas, defendiendo a mi papá y a mi hermano que eran agredidos.
No fue en vano, Mono querido, lo que hiciste acá abajo. Dejaste huella. Todos quienes te conocimos pudimos disfrutar que fuiste un grande, que hiciste una tremenda carrera como futbolista (amaste tu profesión), pero lo más importante fue el legado que nos dejaste y el que le dejaste a tus hijos: escuchar a Esteban hablar de vos es lo que todo padre quisiera escuchar de un hijo…
La frase de Esteban que más me marcó es la siguiente: «Mi viejo siempre me decía que no baje los brazos, que siempre vaya hacia adelante…». Así fuiste vos, Mono, siempre de frente, guapo, pero no pendenciero ni violento: sólo guapo para encarar la vida, mirándola cara a cara.
Fue un honor tenerte de compañero y que me hayas querido más allá de mi ingratitud y de no entregarte todo lo que merecías.
Me alegra saber, sin embargo, que mi opinión es la opinión de todos quienes te conocieron. Los mismos a los que rodeaste de afecto y de buenas palabras. Los mismos que ahora que te fuiste no te olvidaremos. Dejaste una huella, amigo, de esas que no se borran jamás.
Abrazo al cielo!

