Día del Libro: ¿William Shakespeare o Miguel de Cervantes?
La Unesco eligió en 1995 el 23 de abril para conmemorar la muerte de dos de los más grandes autores tanto en lengua castellana como inglesa: Cervantes y Shakespeare.

Las fechas de defunción de Cervantes y Shakespeare no coinciden, pues en el siglo XVII ambas culturas se regían por calendarios distintos. Aira se preguntó alguna vez: “Para que los dos genios hubieran muerto realmente el mismo día, ¿tendrían que haber muerto en días distintos?”. La imprecisión quedó e indica una falta de lectura de los calendarios y, por lo tanto, de las culturas.
En última instancia, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) escogió de forma arbitraria, como todas estas fechas que conmemoran algo que a la población en general la dejan indiferente. Además, en la actualidad se vive como una fecha comercial, donde se regalan los libros más tendenciosos del mercado.
Últimamente se ha metido en el mismo paquete de efemérides al Inca Garcilaso de la Vega, más desconocido aún, a pesar de su determinante presencia en lo que comenzaría a perfilarse en su época como lo que hoy podemos llamar literatura latinoamericana. En abril, “el más más cruel”, como dijera Eliot, han muerto muchos escritores, y también escritoras.
Efemérides entretenidas
No pasará inadvertido para la masa lectora femenina crítica el hecho de que la conmemoración sólo contemple a hombres, aunque el británico tenga su buena cuota fantasmal, haciendo dudar de su existencia histórica. Para los incautos, Shakespeare existió, y de qué manera.
La archicitada escritora francesa Simone de Beauvoir y el enfant terrible Jean Genet, aunque no lo crean, murieron en la misma fecha: 14 de abril de 1986. Nadie los ha incluido, tal vez por ser mujer y un extremista gay, respectivamente. Como se ve, la Unesco piensa la cultura y la educación de un modo que no se condice con el pensamiento y la cultura de la actualidad. Más que una imprecisión, da cuenta de cómo se prefiere pensar ya no la literatura, sino que sus efemérides, muy entretenidas por lo demás.
Preferencias
El debate daría para mucho, por supuesto no hay por qué elegir, pero resulta interesante evaluar los alcances de ambos escritores en el presente. Ahora bien, la vigencia de Cervantes sólo pervive en España, porque como lectura escolar o lectura sin más es cada vez menos la gente la que soporta ese “tochote” de más de mil páginas, malgré lo divertido e interesante del clásico castellano. Lo cierto es que Shakespeare goza de una vitalidad incomparable, no solamente al echar un gallito con el oriundo de Alcalá de Henares, sino que prácticamente con cualquiera de sus contemporáneos. Dicho de otro modo, ¿hay algún escritor más contemporáneo que Shakespeare?
Se sigue montando, se sigue traduciendo, leyendo, citando, estudiando, etcétera. No digo que Cervantes no, pero la relevancia de su obra, en el presente, está más o menos circunscrita a la península ibérica y en particular a algunos dinosaurios que se empeñan en demostrar que no hay nada mejor que el autor de las “Novelas ejemplares”.
En mi humilde opinión, Cervantes envejece cada vez peor, pero esto no se debe a él, sino que a su cultura: la española. La literatura española está tan de capa caída que hace envejecer a los mejores escritores que tuvo. Lamentablemente, en España no hay ni hubo una fuerte tradición de mujeres escritoras, salvo las que escribieron en lengua castellana pero que no eran ibéricas. El mejor ejemplo es sor Juana Inés de la Cruz, que ya en esa época, como escribió Lezama Lima, “se vuelve a las súmulas del saber de una época”.
El “antiguallo”
Todavía más: Shakespeare habla a través de las personas que se enamoran en inglés. “To fall in love” es una invención del poeta y dramaturgo de Stratford-upon-Avon. Es decir, es tan medular en la cultura anglo que la gente cuando se enamora lo cita inevitablemente. En Cervantes también ocurre, pero no en ese grado. Lamentablemente, decir “Cervantes” es como decir “antigualla”, en cambio el autor de Hamlet pareciera cobrar una vigencia mayor a cada día.
Es imposible dejar de pensar en él y con él; proliferan los libros contemporáneos a raíz de sus obras. Como el hermoso y conceptual libro de Jen Bervin, “Nets”, que es un tratamiento visual sobre los “Sonnets” de Shakespeare, donde los borra y deja unos versos límpidos que estaban escondidos en ese entramado perfecto. Por ejemplo: “tú/ otra vez tras/ la forma/ dejemos que caiga una casa para/ que te sostenga”.