El adiós de Serrat: «Vine a despedirme de ustedes, como corresponde…»

Con un Movistar lleno, y cargado de complicidad, el artista dio anoche la apertura al primero de sus dos shows en Chile, conciertos que representan la despedida de los espectáculos en vivo del gran cantautor catalán.

Por CAMILA BARACAT / Foto: ARCHIVO

Con cierta “frialdad escéptica” -frase que tomo prestada del propio Joan Manuel-, porque no hay nada más frío que el escepticismo, llegué este sábado lluvioso, atemporal, al Parque O’Higgins. Nos esperaba un taco de 60 minutos para poder entrar al recinto. ¿Toda esta gente va al concierto? pregunté. Y, sí, efectivamente, nos recibía un Movistar lleno.

Cerca de las 21:35 apareció en el escenario Joan Manuel Serrat y su banda, liderada por su gran socio, Ricard Miralles, ovacionado por un público sub 50. Así, el catalán daba la apertura oficial a su penúltimo concierto en Chile. “A partir de hoy, todo lo que tenemos es futuro”, dijo.

Fue la segunda frase que anoté en mi cuaderno rojo, después de escuchar su saludo y bienvenida al show. En ese punto, mi escepticismo se volvía más crédulo, y de la frialdad iba quedando sólo una vaga sensación de un Santiago extrañamente lluvioso en noviembre.

La productora Cultura Ciudadana fue la encargada de traer El Vicio de Cantar 1965-2022″ hasta nuestro territorio, gira que trajo de vuelta a los escenarios al artista español, después del paréntesis inducido de la pandemia.

Y es que es más de medio siglo de vida, de música y de poesía, en el cual Joan Manuel ha mantenido un vínculo muy estrecho con Chile.

“Yo amo los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles”. El primer concierto de Joan Manuel Serrat en el país se realizó en 1969, “Dedicado a Antonio Machado”, en el Teatro Municipal de Santiago, evento que estuvo coordinado por Raúl Matas y que inició una larga relación del artista con este país.

Sin duda que la poesía de Serrat y su compromiso artístico y político se ven interpelado por la obra y vida del poeta Antonio Machado, representante de la Generación del 98, autor del poema, cantado por Serrat, “Caminante no hay camino”. “Si mi pluma valiera tu pistola”, es el verso de Antonio Machado que mejor ilustra sus últimos años de vida. Su compromiso con la legitimidad de la República y el apego a su patria le condenaron a un exilio forzado, que le costó la vida el 22 de febrero de 1939.

Otro de los poetas que apareció en la lírica del catalán fue Miguel Hernández. La canción “Las nanas de la cebolla” relata la historia de la carta que recibió Hernández cuando estaba en prisión en la que su esposa, Josefina Manresa, le contaba que sólo tenían pan y cebolla para comer.

“Padre, dejad de llorar que nos han declarado la guerra”, Serrat sensibilizado por esos relatos poéticos, por las injusticias de la violencia de la Guerra Civil española, comprometido contra las luchas anti dictatoriales en América Latina, fiel hermano del retorno a la democracia en Chile, nunca calló su sentir y sus ansias de libertad para los pueblos.

Con sus personajes que no son ni de verdad ni de mentira, Serrat ha logrado construir en estos 50 años lo que él denominó “la ficción necesaria”, una especie de realismo mágico que cautiva hasta los más frívolos escépticos que -como yo- no crecimos con su prosa, pero si con su nombre como uno de los más grandes trovadores de la música hispana.

Anoche lo confirmé, y es que era tan grato escucharlo cantar, como escucharlo hablar, un orador lleno de teatralidad que expresa con una aguda simpleza su andar en estos 50 años.

El show contó con la participación del chileno Benjamín Pedemonte, pianista de 24 años radicado hace seis en Europa, quien fue el encargado de abrir los fuegos en el recinto capitalino, a las 21:00 horas en punto. Fueron 2 horas, 15 minutos y 24 canciones que el público agradeció, donde el artista también habló del cambio climático con una férrea crítica a los líderes mundiales y nos conmovió con una versión de «Gracias a la vida», de Violeta Parra.

“Pueblo blanco”, “Qué va a ser de ti”, “El carrusel del Furo”, “Romance de Curro el Palmo”, “Lucía”, “No hago otra cosa que pensar en ti”, “Cantares”, “Algo personal”, “Mediterráneo”, “Esos locos bajitos”, “Caminante no hay camino” y “Fiesta”, fueron parte del repertorio del catalán, acompañado de una banda excepcional y unas visuales que complementaron la gran puesta en escena de un cálido Movistar en el que me declaré profundamente creyente de Serrat.

“Vamos bajando la cuesta, que arriba en mi calle se acabó la fiesta”.

Adiós y gracias Joan Manuel.