Seguna División Profesional

El engendro de Jadue

Nuestro columnista Sergio Gilbert repasa los detalles de la creación de la Segunda División Profesional, otro de los dolores de cabeza que dejó la administración más nefasta del fútbol chileno.

Sergio Gilbert J.

Fue en 2011 cuando en Consejo de Presidentes de la ANFP, encabezado por Sergio Jadue, aprobó la creación de la llamada Segunda División Profesional (por 42 votos a favor y solo ocho en contra). 

El trámite fue relativamente rápido porque, en el fondo, no se trataba más de una triquiñuela bien urdida por Jadue y sus secuaces para mantener el control y el apoyo de los clubes profesionales. Claro porque, al inventarse una nueva división de tipo “profesional”, los equipos de Primera B que descendieran no caerían directamente al fútbol amateur (Tercera División) y por tanto, no perderían su “patrimonio” (los futbolistas quedan con el pase en su poder cuando pierden la categoría de profesionales). 

No solo eso. La legislación que poco a poco se fue creando para sostener la nueva creatura que nacería dejó en claro que la decisión se tomó con criterios más cercanos al mercantilismo que a la sana competencia deportiva. A saber: los clubes que participaran en la Segunda División no recibirían dineros provenientes del contrato con el Canal del Fútbol (CDF); el club que ganara su derecho a subir a Primera B tendría que pagar una cuota de inscripción fantásticamente alta; y la Tercera División tendría derecho a un ascendido al año a la Segunda División profesional tanto en cuanto también el club que lograra ganar el torneo tuviera el dinero y el patrimonio exigido para ser considerado, además de la capacidad para transformarse en sociedad anónima deportiva.

Un engendro bien tenido por mentes maliciosas.

Huelga decir que, pese a todo, la segunda División Profesional, pudo ver la luz. La Federación de Fútbol de Chile, a pesar de la oposición de uno de sus socios (la ANFA), pudo echar a andar el invento bendecido por la FIFA, que dijo que era una propuesta emanada de un organismo autónomo y que, por lo tanto, no le correspondía pronunciarse. Es decir, apoyó al amigo Jadue…Qué lindo.

Obviamente, con los años, los problemas que se anticiparon se fueron sucediendo. Cuando en 2012 ya se echa andar la Segunda División Profesional, el Consejo de Presidente cambia el monto de cuota de incorporación a la Primera B de 20 millones de pesos a 50 mil UF (cerca de dos millones de dólares). La situación, en 2016, explotó cuando Deportes Valdivia, que había logrado su ascenso a la Primera B, prácticamente tuvo que sacrificar su escaso patrimonio para pactar con la ANFP su ingreso a la división.

Cuando Jadue dejó la presidencia, la nueva directiva encabezada por Arturo Salah metió mano en el tema, pero no hizo grandes cambios porque solo logró reducir a la mitad (25 mil UF) la problemática cuota de incorporación a la Primera B.

No solo eso. Se mantuvo el hecho de que solo el Consejo de Presidentes de la ANFP determina finalmente qué clubes pueden participar en la Segunda División Profesional, sigue habiendo ausencia de aportes del CDF y prohibición para que los clubes de Segunda hagan su propio contrato televisivo. 

Por eso es que en estos días, los clubes que participan en la Segunda División Profesional -que obviamente está detenida por la pandemia y que no tiene fecha segura para volver este año- dieron a conocer un pliego de peticiones para dejar de ser un puñado olvidado y arrojado en una esquina. Piden aportes del CDF para, al menos, cubrir parte de los gastos operacionales de los clubes (hoteles, traslados); que se elimine la cuota de incorporación para ingresar desde Tercera a Segunda Profesional (que es de 35 millones de pesos); y que no haya una “ayuda” por parte de la ANFP al club de Primera B que descienda a la Segunda División Profesional (para que exista la mínima igualdad en la competencia).

¿Los pescarán?

Apostemos…