El fútbol camina a pasos agigantados hacia los terrenos de juego “híbridos”

Ni canchas enteramente sintéticas, ni solamente de pasto natural, como la mayoría de los estadios de Chile. Los campos de juego “híbridos”, es decir, que mezclan pasto natural con el artificial, cada vez ganan más terreno. La alta inversión se justifica plenamente.

Por EDUARDO BRUNA / Foto: ARCHIVO

Cuando el incipiente fútbol estadounidense de principios de los 70 del siglo pasado quiso o debió utilizar el césped sintético inventado por la tecnología para las canchas de fútbol americano y diamantes de béisbol, la innovación no resultó cuando se trató del “soccer”. Y es que lo que allí podía practicarse era parecido al fútbol que conocemos y gustamos, sólo que había jugadas que el terreno tácitamente prohibía.

Como la “barrida” de un defensor que, en última instancia, va al piso para abortar la carga rival. El roce de brazos y de muslos contra ese tipo de superficie provocaba incluso quemaduras, cuyo grado dependía de la fuerza empleada.

Sin embargo, como la innovación y la tecnología nunca se detienen, ese pasto sintético mutó. Pero nunca dejó de ser, obviamente, césped sintético. Una superficie que, pareja y bien mantenida, se instaló en muchos estadios a través del mundo, ya fuera por razones comerciales o climáticas.

Nuestro fútbol aportó con dos, por esos motivos. El Estadio Chinquihue, de Puerto Montt, dejó de ser el dolor de cabeza que siempre fue respecto de su mantención. La cancha, impecable en cada comienzo de torneo, al mes o al mes y medio estaba imposible. El Estadio Bicentenario de La Florida, reducto de Audax Italiano, fue concebido como escenario para partidos y recitales masivos. A esos dos habría que agregar al Nicolás Chahuán de La Calera y el Lucio Fariña de Quillota. Son las canchas sintéticas que aporta el fútbol chileno.

Pero, como ya dijimos, la tecnología y la innovación nunca se detienen. Hasta que a alguien se le ocurrió una idea tan genial como revolucionaria: ¿y si construimos una cancha que mezcle el pasto natural con el sintético? Había nacido el terreno de juego híbrido.

La historia señala que el primer terreno de juego con césped híbrido nació en la ciudad británica de Huddersfield, durante los años 90 del siglo pasado. Y la razón es que se necesitaba un campo lo suficientemente fuerte para resistir los partidos de fútbol y rugby a la vez. Fue allí que comenzó a utilizarse lo que se conoce como la «tercera vía» de los pastos en el mundo.

Su debut global fue hace doce años, cuando dos campos en el Mundial de Sudáfrica utilizaron la tecnología híbrida por primera vez en la historia del mayor torneo internacional de este deporte.

Se trata, a través de sofisticadas y especializadas maquinarias, de “tejer” el plástico con la hierba. Esas máquinas se encargan de enterrar 20 millones de fibras plásticas en el campo de juego. El proceso consiste en que las máquinas recorren el terreno y, cada dos centímetros, avanzan y «entierran» fibras de plástico de 18 centímetros de largo.

Mediante un complejo proceso, las fibras logran adherirse a la hierba que ya estaba sembrada en la cancha.

El resultado es una mayor estabilidad pues el híbrido adquiere las virtudes de la hierba natural y la de la artificial. El césped adquiere una mayor estabilidad y resistencia a los partidos. Por mucha que sea la lluvia que caiga, la cancha resistirá el trajín y no se verá cómo, en un tackle deslizante, por ejemplo, defensor y delantero arrancan de cuajo el césped.

Este tipo de canchas son las que reinan en la Liga española. Muchos ya la han adoptado, por alto que, a primera vista, sea el costo de instalación: 400 mil euros. El Camp Nou del Barcelona, y el estadio de Balaidos, son de los últimos recintos que han adoptado esta ingeniosa y útil tecnología, que está compuesta en un 96% de pasto natural y apenas un 4% del denominado plasticocon. Ese pequeño porcentaje, sin embargo, hace una enorme diferencia.

Es así como, paulatinamente, las canchas españolas fueron mutando del césped natural al híbrido. Y los buenos resultados han hecho que el Parque de los Príncipes, reducto del París Saint Germain, y el propio Stade de France, hoy hayan adoptado tal tecnología.

La Primer League, de Inglaterra, impresiona no sólo por el nivel de su juego. También por sus terrenos, insólitamente impecables en un país donde llueve a cántaros incluso en el verano y donde el invierno está reservado casi exclusivamente para la nieve. Y la razón es simple: todas ellas son “híbridas”.

Viendo las variadas críticas que ha tenido el cambio de césped en el Monumental de Colo Colo, durante el receso veraniego, cabe concluir que la concesionaria Blanco y Negro dejó ir la gran oportunidad de haber instalado en el país la primera cancha de fútbol con césped “híbrido”.

O sabían y consideraron que el costo era demasiado alto o, como suele suceder con esta gente advenediza, que entiende tanto de fútbol como un ciudadano común de astrofísica, ignoraban por completo el tema.