El monstruo en su laberinto: muere el poeta Charles Simic
El 9 de enero pasado falleció el poeta serbio-americano Charles Simic, cuya trayectoria avala una vida dedicada a la poesía.
Por SEBASTIÁN GÓMEZ MATUS / Foto: ARCHIVO
Tras emigrar a los nueve años a Estados Unidos y dedicar toda su vida a la poesía, el poeta norteamericano de origen serbio Charles Simic murió a los 84 años. Los últimos años de co-editor de poesía en la clásica Paris Review, además de haber recibido el máximo galardón de las Letras en Estados Unidos, el premio Pulitzer de Poesía en 1990 por su libro “El mundo no se acaba” (Vaso Roto), la reconocida “beca al genio” de la Fundación MacArthur, el premio internacional de poesía Griffin y el prestigioso Wallace Stevens, entre otras distinciones que lo reconocen como uno de los poetas más interesantes de nuestro tiempo.
Nacido en Belgrado en 1938 como Dušan Simić, tras vivir los indiscriminados bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, en 1954 emigra con su hermano y su madre a Estados Unidos, donde los esperaba el padre. Creció en Oak Park, Illinois, y se recibió de Artes en la Universidad de Nueva York. Fue profesor emérito de la Universidad de New Hampshire, donde enseñó desde 1973.
Con fama de surrealista, sobre todo por sus secuencias o series soñadas, un poeta muy atento al mundo del inconsciente, parafraseando a los surrealistas franceses alguna vez señaló que “las palabras hacen el amor en la página como moscas en el calor del verano, mientras que el poeta es apenas el espectador perplejo”.
El poeta laureado, de bastante popularidad en el mundo hispanohablante, en parte gracias a las traducciones publicadas por Valparaíso Ediciones y Vaso Roto, es considerado como uno de los poetas más originales y de conceptos más rigurosos, además de cultivar un lenguaje imaginativo y de alto vuelto.
En sus memorias, “Una mosca en la sopa”, escribe lo siguiente: “No ser nadie me parecía muchísimo más interesante que ser alguien -escribió-. Las calles estaban atestadas de ‘álguienes’ con aire de seguridad. La mitad del tiempo los envidiaba; pero la otra mitad me daba pena. Sabía algo que ellos desconocían, tenía una certeza que sólo se alcanza cuando la historia te da una patada en el culo: que en cualquier esquema ambicioso los individuos son superfluos e insignificantes. Que las personas que no son conscientes de que les puede suceder lo mismo que a nosotros en cualquier momento pueden llegar a ser despiadadas”.
Entre sus libros más destacados podemos leer: “El monstruo ama su laberinto”, “La vida de las imágenes”, “El lunático”, “Hotel Insomnio”, “El mundo no se acaba”, “Picnic nocturno”, “Libro de dioses y demonios”, “Días cortos y largas noches”. Son algunos de sus libros entre los más de treinta obras de poesía que publicó. Como traductor, tradujo a poetas como Vasko Popa, Ivan Lalic, Tomaz Salamun, Novika Tadic, entre otros.
R.I.P Charles Simic, poeta donde los haya.