El silencioso cáncer que corroe al fútbol chileno

En medio de “estallidos” y pandemia, nuestro fútbol sigue cuesta abajo en la rodada. ¿Cuánto tiene que ver en el calamitoso estado económico de nuestros clubes el hecho de que en el seno de la actividad existan personas a las que sólo les interesa lucrar y para nada el fortalecimiento del deporte?

Tras el “estallido social” y ahora el Covid-19, la vida hace parecer que el fútbol es algo tan nuestro que se añora como una persona querida que se extraña cuando hay distancia entre medio. Aunque se hayan jugado algunas fechas este año, la sensación para el periodismo futbolero sigue siendo de orfandad. 

Quizás no tanto por lo económico, como muchos lloraron tras el 18 de octubre pasado, pero sí mucho por sentir nuevamente el aire de la cancha un día soleado de partido cubriendo al equipo que nos toca semana tras semana. Pero en pleno aislamiento lo único que vemos es desamor por el deporte.

Desde grandes cadenas hasta medios de prensa amateurs, de lo único que se comenta es del barullo para rellenar un contenido editorial que en condiciones normales igualmente hace agua. El mejor ejemplo de la poca creatividad es la cuenta oficial twitter de Club Deportes Antofagasta que, durante el último mes, aparte de hacer “copypaste” intelectual, se ha dedicado a plantear desafíos como adivinar la foto de bebé de un jugador del primer equipo. 

Para mí, basura. Humildemente, creo que eso no suma para los futboleros que extrañan no sólo la acción de noventa minutos, sino también el debate y la información. Por lo menos desde el menester informativo en Antofagasta están pasando muchas cosas que deberían ser de interés popular, sumado a que hace algunos días había entrevistado al director de esta plataforma llamada “El Ágora”, diálogo que me hizo reacomodar algunas cosas que le había prometido redactar. Primero comenzando por el “por qué”. 

Años atrás, cuando aún no me titulaba de periodista, era de ir a la cancha las veces que podía. Hice mi carrera académica fuera de Antofagasta, lo que me privó de ver muchas temporadas como me hubiese gustado, así que metía partidos de visita solamente, y en la medida de mis posibilidades. 

Formar un medio de prensa independiente todavía era un sueño por cumplir, pero ya en ese entonces, en muchas charlas con amigos del “Puma”, futboleros todos, siempre aparecía la crítica hacia la dirigencia con dos nombres específicos: Jorge Sánchez y Víctor Oyarzún. Si ya era imposible escaparles a ambos en ese tiempo, se podrán imaginar que hoy, a nivel informativo, es mucho más lo que se sabe para formarse una idea de cómo estas dos personas han llevado a una ruina deportiva al club del cual soy hincha.

Pero más importante que eso, es el equipo de mi ciudad. Por lo que el tema toma colores mucho más relevantes de lo que puede ser mi opinión. Hay hechos que sencillamente nos deberían poner en alerta como comunidad y noto que nada pasa. Absolutamente nada es capaz de hacer despertar a los antofagastinos para que puedan tener esa sed mía de información. No sé si será la profesión, o mi manera de ser, pero queriéndolo o no siempre llego a la fuente donde todo se descubre. Hasta el más mínimo detalle de algo bueno o malo. 

Lástima que aquí, por lo menos, de lo bueno casi nada y de lo malo a chorros. Esa es mi razón, y declaro que sí, que me siento una especie de fiscalizador en un ambiente donde no sólo la conversación futbolera es nula, sino que el ejercicio del periodismo es muy callampa. 

Pareciera que vivimos en la Atlántida, en una ciudad perfecta de modales y sustentabilidad, pero no. Por debajo ocurre todo lo podrido que tiene así al fútbol chileno con un protagonista que tiene endeudado a casi un 60% de los equipos en Chile. ¿No encuentra que algo debería hacerse? 

Honestamente, no pienso en el señor Jorge Sánchez como pienso en las personas que quiero diariamente, pero cada vez que este tipo tiene una aparición de prensa, sea escrita, televisiva o radial, mi antena se activa. Como periodista y antofagastino trato de entender lo que intenta decir todos los años con el mismo cassette. Y hace días nada más también tuve un diálogo futbolero con Mario Moya, colega y amigo de Talca, que es una ciudad muy importante para el futbolero nacional, porque es allí donde radica otro cáncer del fútbol chileno: Felipe Muñoz. 

Entonces, vamos sumando: “JS” + “FM” = Factor One. Y no sólo esa empresa que tiene de las bolas a la ANFP, sino que otras con las que el hincha tiene directa participación, como “Serviticket”, que es el portal donde muchos compran entradas por la web. Cuando Mario se tiró esa bomba el “por qué” se hizo aún más grande. Más importante entonces es mi deber de fiscalizar. Indispensable para la realidad o la dimensión en la que se encuentra el chileno que se identifica como parte de un club. Esto se tiene que acabar. Por eso mi pequeño aporte a la reflexión sobre el fútbol que queremos ver. 

Aquí entra al saco la Concertación, Nueva Mayoría, Chile Vamos, Harold Mayne-Nicholls, Sergio Jadue y, por supuesto, los parlamentarios, que tienen detenida la revisión de la Ley N° 20.019, que regula las Sociedades Anónimas Deportivas profesionales. 

A nivel país quizás podamos darnos el lujo de delegar la toma de decisiones que nos definen como nación en personas ineptas, pero cuando se trata de nichos, cuando se trata de algo que para nosotros es NUESTRO, las acciones debiesen ser distintas, porque el cliente del CDF tiene todo el derecho de opinar, y los que se llenan la boca hablando del pasado, cuando los clubes eran bonitos en vez de querer poder y dinero, tendrían que estar informando sobre quiénes son los que deberían irse para siempre de la actividad. Por anti éticos y por tener la intención de destruir el fútbol que muchos amamos no porque nos da de comer, sino porque nos altera una vibra de nuestra alma que no se puede explicar con palabras. ¿Quién es Jorge Sánchez? ¿Quién es Felipe Muñoz? ¿Queremos seguir fumándonos esta ANFP para siempre? ¿Queremos ver futbolistas de calidad en nuestras canchas? Háganse preguntas. 

Es sano dudar a veces un poco de los que nos dice la televisión. Y acuérdense de algo: la gente que pretende vestirse como Teresa de Calcuta alegando que no hay dinero, que la economía está mal, son los mismos que por años han endeudado a los clubes y tienen utilidades monstruosas a puro interés. 

Uno vive en Talca, el otro vive 10 días al año en Antofagasta. Pero es en Coquimbo, centro de operaciones de Factor One, donde cierran todos los acuerdos en papel.