Emilio Ramón, escritor: “Lo que escribo es muy punk para la academia”

Recientemente Emilio Vilches, también conocido por su seudónimo de Emilio Ramón, lanzó su nuevo libro de cuentos publicado por la editorial Los Perros Románticos: “De qué hablamos cuando hablamos de apocalipsis”.

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Por Rodrigo Cabrillana
Actualizado el 1 de diciembre de 2024 - 10:00 am

Emilio Ramón y la portada de su nuevo libro / Foto: GENTILEZA

Emilio Ramón es reconocido en el ambiente literario-musical de la escena local santiaguina. Su trabajo como editor lo ha posicionado como uno de los imprescindibles en Santiago-Ander, sello del cual participa. Y, además, su oficio como escritor lo ha llevado también a emprender diferentes desafíos. Publicando textos de corte musical, como también aventurándose en lo plenamente ficcional.

Su nuevo libro, “De qué hablamos cuando hablamos de apocalipsis”, exhibe ese mundo de personajes que rayan en lo raro, en lo chocante, en lo sorprendente. Repleto de humor negro, cultura pop y con bordes en el existencialismo, Emilio presenta esta obra a los lectores que buscan impresionarse con nuevas propuestas narrativas.

Selección de diversos cuentos

-Emilio, ¿cuáles fueron las motivaciones para escribir este nuevo proyecto? ¿Cómo fue el proceso creativo?

“La verdad es que ‘no lo escribí’ como proyecto, propiamente tal. Es una selección de cuentos que fueron escritos en distintos momentos y que tienen cierto estilo narrativo en común. El más viejo de estos cuentos, ‘Eliminado’, debe tener al menos unos diez años. El más nuevo fue escrito hace al menos dos años. El proceso tuvo que ver más con hacer una selección coherente como libro, ya que tenía (y tengo) muchos cuentos en mi computador”.

Encuentros ficcionales con lo extraño

-¿Por qué tocar temas que generan desconcierto en los distintos cuentos? 

“No sé qué temas de los cuentos puedan generar desconcierto. No esperaba algo así. El efecto que buscaba era más bien de extrañeza; generar ciertos giros extraños y sobre ellos construir historias muy humanas, hasta que llegara un punto en que lo extraño fuera parte de la historia. Es como lo hacen los Monty Python, que pueden poner a un personaje boca abajo discutiendo un tema serio; al principio te ríes, pero después de un tiempo te vas por lo que están hablando y se te olvida que el tipo sigue boca abajo. Eso es en realidad el efecto que estos cuentos persiguen”.

-¿Cuál de los relatos destacarías en especial y por qué? ¿Algún personaje que te interesaría mencionar?

“A mí me gustan los nueve cuentos, pero si tuviera que elegir uno que resuma el espíritu del libro, sería ‘El caso Fernández’, que se trata de un tipo, Fernández, que está con una crisis económica y bajo mucha presión, y va a pedir un aumento de sueldo. Su jefe se ríe en su cara y se lo niega. Fernández siente tanta rabia que explota. Pero explota literalmente, y en esa explosión muere él y su jefe. De ahí en adelante el cuento aborda todos los enfoques desde los cuales la explosión afectó a la sociedad, desde quienes la interpretaron como un milagro hasta quienes sacaron provecho político. Hay mucha crítica social ahí, pero desplegada sobre una base absurda, con mucho humor negro”.

Ser artista desde el outsider

-¿Te identificas como un escritor proveniente del outsider? ¿Por qué?

“Sí. Las plumas que llegan al mainstream comercial o a la visibilidad en la academia cumplen con ciertos requisitos que a mí no me importa seguir. Yo escribo lo que me divierte y lo que me gustaría leer, y me preocupa muy poco si lo que hago es bien recibido por la crítica oficial o por el mercado. Lo que escribo es muy punk para la academia y muy formal para los punks. Buena palabra outsider”.

-¿Es este trabajo un texto que va en línea con tu publicación anterior «Los muertos no escriben»?

“Sí, la mayoría de los cuentos fueron escritos en paralelo a ‘Los muertos no escriben’ y tienen un estilo escritural similar. Está el mismo humor negro que envuelve a problemáticas existenciales, y también toda la onda con la música que me es inevitable incorporar”.

Complementando roles: editor y escritor

Considerando tu trabajo también como editor, ¿ayuda esa labor como experiencia a mejorar la creatividad y a lograr mejores textos?

“Sí, me ayuda un montón a mejorar mis textos. Soy mi primer editor y soy muy autoexigente. Con respecto a la creatividad, no creo que influya el trabajo de editor, eso va por una línea distinta, pero sí ayuda bastante para pulir la prosa y mejorar la escritura”.

Una mirada a lo apocalíptico

-¿Por qué llamar el texto «De qué hablamos cuando hablamos de apocalipsis»?

“Es el nombre de uno de los cuentos, uno que trata de dos parejas que están tomando pisco y fumando pitos mientras esperan que se acabe el mundo. El apocalipsis está programado para cierta hora, en el mundo reina el caos y estas parejas deciden esperarlo carreteando. Por otro lado, ese formato de dos parejas hablando acerca del fin del mundo me recordó al cuento ‘De qué hablamos cuando hablamos de amor’ de Carver, así que le metí unos guiños intertextuales de ese cuento y lo titulé así. Pero no era mi primera opción llamar al libro de esa forma; yo lo bauticé como ‘Nueve cuentos más’, en referencia al libro ‘Nueve cuentos’ de Salinger, pero la editorial Los Perros Románticos no estaba convencida y propusieron el apocalipsis y yo no tuve problemas en aceptar”.

-¿Cómo ha sido la recepción de los lectores sobre este último tema?

“¿Sobre el título del libro? No sé, me imagino que llama la atención, aunque quizá pueda hacer pensar a alguien que no me ha leído que puede tener algo que ver con lo distópico. La verdad es que estoy sólo especulando”.