La armada penquista comenzó la invasión en Santiago

Los Tres, con cuatro fechas en Movistar Arena, y Los Bunkers, con dos en el Estadio Nacional con un lleno hasta las banderas, la legión del rock más selectivo de Concepción se tomó los diversos escenarios de la capital chilena por estos días. Ésta es la primera parte de una crónica de lo que aconteció en un fin de semana colmado de rock sureño.

Por RODRIGO CABRILLANA / Foto: JOSS MOISAN

Se respiraba un aire festivo desde muy temprano el sábado en el Estadio Nacional, en la previa del concierto que entregarían Los Bunkers en un atestado coliseo deportivo con sus más incondicionales seguidores. Cincuenta mil personas se esperaban para este primer concierto.

La producción, a la altura de un evento internacional, no dejaba ningún detalle al azar. La sala para gráficos y reporteros ubicada impecablemente en uno de los camarines del estadio, los shows (Pedro Piedra y Fabrizio Copano) que precedían a Los Bunkers correctamente coordinados, el sonido precisamente ecualizado para las dimensiones del lugar y los puntos de prensa perfectamente proporcionales a la información que se requería sobre la magnitud de estas presentaciones.

De fondo, Los Bunkers, implacables, imperecederos e imparables musicalmente en cada una de sus canciones. Tres horas de show que deslumbran a cualquier fan de la música chilena. La banda de los hermanos López y Durán, probablemente atraviesa por su mejor momento, y eso lo dejan en evidencia con la entrega total con la que se muestran en sus presentaciones.

Porque la banda originaria de la Octava Región es un manto de energía musical que te envuelve durante los 180 minutos en donde recorren todos sus discos. La apertura es un mazazo de rock pop cuando comienzan a sonar con el riff de “Ven aquí”, para continuar con la poderosa “Te vistes y te vas”, y luego con un tema que nos devuelve a su debut homónimo con “Yo sembré mis penas de amor en tu jardín”. El público del Nacional está en éxtasis.

“Canción de lejos” nos devuelve a Concepción, “Quien fuera” nos introduce en la poética de Silvio Rodríguez y “Bajo los árboles” nos sitúa en la producción más reciente de Los Bunkers, “Noviembre”.

Luego, la fiesta continúa con “Si estás pensando mal de mí”, con la psicodelia de “Ahora que no estás” que estuvo precedida de un solo de Mauricio Durán con la luna llena de fondo, para seguir con “La Velocidad de la Luz” que se la dedican a Mauricio Basualto. “Rey” comienza con una cita a Los Ángeles Negros con la interpretación en teclados de la intro de “El Rey y Yo”, y “El necio” vuelve a hacer hincapié en el trabajo del cantautor cubano Silvio Rodríguez.

Lo que viene es un emotivo set acústico de canciones en el sitio de memoria, Escotilla N°8 del Estadio Nacional. En él, Los Bunkers con vestimenta que alude a la época de la Nueva Canción Chilena interpretan “La exiliada del sur”, le siguen “Calles de Talcahuano”, la célebre composición de su primer disco, “El detenido”, para finalizar con la emblemática canción que retrata al desamor, conocida como “Entre mis brazos”.

“Una nube cuelga sobre mí” trae a los personajes de 31 Minutos al escenario encabezados por Guaripolo, quien departe algunos chistes entre la fanaticada bunkera aludiendo a la presencia de Los Tres. “Las cosas que cambié y dejé por ti” nos hacen viajar nuevamente al primer disco, mientras que “Noviembre” y “Ángel para un final” consiguen encender cientos de celulares en la noche parcial del Nacional.

“Fantasías animadas de ayer y hoy” trae a la estética sesentera de los Kinks al repertorio Bunkers, sobresaliendo con la armónica diestra de Francis Durán. “Deudas” y “Pobre Corazón” potencian con vértigo y más energía al show, para luego dar pie a un set de canciones con Pedro Piedra como invitado en los teclados.

“Miéntele” y “Nada nuevo bajo el sol” nos trasladan a “Vida de perros” y “Barrio Estación”, dos discos que son estandartes en la discografía Bunkers. “Bailando solo” le imprime la espectacularidad musical y la estética de visuales que requería el tramo final de un concierto como éste, combinándose con diversos juegos de luces y la sección rítmica encabezada por la batería fulminante que interpreta Cancamusa y el bajo de Gonzalo López. Álvaro López en tanto, baila infatigablemente en una de las tarimas que acompañan el escenario principal.

Para rematar el final de la primera parte con la contundencia musical de “Miño”, en donde Álvaro López acompaña con pujanza en los platillos a Cancamusa durante el término de la canción.

Pero, una ovación gigante estira el concierto en un encore, y con el regreso de Los Bunkers al escenario interpretan una canción que representó en demasía los primeros tiempos del grupo en Santiago, aludiendo a Víctor Jara con “El derecho de vivir en paz», para continuar con “Canción para mañana”, los tintes de la sonoridad chilena de “No me hables de sufrir” y finalmente “Llueve sobre la ciudad”, el tema que Marcelo Aldunate, ex director de Radio Rock & Pop, terminó convenciendo a Los Bunkers, de que fuera el single escogido para promocionar “Vida de perros”.

Es el fin de un concierto gigante que igualó la marca de Los Prisioneros en el Estadio Nacional. Donde por primera vez un conjunto de regiones llenaba el recinto con más capacidad de asistentes en el país. En un recital maratónico repleto de himnos de estadio, que es en lo que se han convertido muchas de las canciones de Los Bunkers.

Por otro lado, Los Tres deleitaban a los presentes con su maestría, experiencia y sapiencia musical en un Movistar Arena que volvía a escuchar sus avezadas canciones con la formación original del grupo después de 23 años. Pero eso, es historia para una próxima crónica.

Concepción se tomó por asalto a Santiago, y se impuso con fuerza y calidad musical en lo que respecta a su catálogo y repertorio de canciones. Los Bunkers y Los Tres hicieron historia con sus conciertos este fin de semana que pasó.