La poesía de Mario Verdugo es destacada por la Universidad de Chile

Este lunes, a las 17:30, se celebra la ceremonia de entrega del Premio Manuel Montt en la Casa Central de la Universidad de Chile y quisimos valorar el reconocimiento a una de las obras más interesantes de las letras nacionales.

Por SEBASTIÁN GÓMEZ MATUS / Foto: ARCHIVO

Mario Verdugo, poeta, ensayista y académico, ha sostenido un trabajo único dentro del panorama literario nacional. Desde “La novela terrígena” hasta “Las mejores series del año”, su última entrega, el pensamiento y la formalidad de su arte no ha hecho más que radicalizar las tensiones que sostienen su escritura.

Entre sus libros, destacan “Robert Smithson & Robert Smith”, “Las parejas hetero del siglo veinte”, “Glacis” y la plaquette “Desnudos justificados por el guion”.

El reconocimiento que entrega la Universidad de Chile es prestigioso sobre todo por su aspecto quinquenal (palabra que perfectamente podría estar en algún libro de Verdugo), ya que premia en retrospectiva, es decir, no reproduce la celeridad consagratoria de algunos premios anuales, que suelen premiar etiquetas o hashtags muy lejanos a la literatura. Sabemos bien cuáles son las tendencias de hoy. En ese sentido, es un premio ad hoc.

La poesía de Verdugo no sólo se aleja de la tendencia, sino que además la incluye paródica o críticamente, recurso connatural a su forma de entender y escribir poesía. Se trata de una obra que lee a Chile y su tradición de modo personalísimo. En efecto, el libro premiado, “Arresten al santiaguino!”, presenta una “biblioteca de autores regionales” tan desconocidos como Luisa Kneer o Hernán Jaramillo, pero qué no es desconocido para la centralidad de la literatura santiaguista.

La portada de su libro premiado.

Este libro también es mérito de los editores de Overol, que tuvieron la idea de reunir los textos que formaron parte de las columnas que Verdugo escribió en The Clinic entre 2011 y 2015, más otros textos publicados en distintas revistas, como Medio Rural, que reunía a algunos autores participantes del colectivo Pueblos abandonados, del que Mario Verdugo también es parte.

En palabras del propio autor, el libro “quería ser la cara infame de una investigación que yo realizaba en la Universidad Católica de Valparaíso y que después continuaría en la Universidad de Talca. El plan académico era de lo más serio: indagar en las escalas locales de intelección y experiencia literaria, en la construcción simbólica de los territorios no metropolitanos, en las narrativas estereotípicas sobre las provincias de Chile”.

Como se ve, una disputa o discusión territorial. Es conocida su propuesta horizontal (v/s la vertical centralizante) para leer Chile, o justamente, para desarticular Chile y comenzar a leer provincias de cordillera a costa. Desde luego las implicancias de esta lectura no sólo son territoriales, sino que también discuten, de lo micro a lo macro, la reproducción de una idea fija: Chile.

La continuación de este trabajo, crítica en relación al libro mencionado y galardonado, es un libro mucho más complejo y de mayor alcance hermenéutico: “Curepto es mi concepto”, que toma el título de un poema de Fidel Sepúlveda Llanos, cuya semblanza aparece en su “biblioteca regional”.

En otras palabras, es un libro corrosivo y sacachispas, que al parecer a nadie le hace mella, ya sea porque no lo han leído o porque están ocupados en su perfilación dizque autoral.

 

Si bien Mario Verdugo publica con regularidad y su poesía no es desconocida, da la impresión de que la crítica, por pobre que sea, evita reflexionar en torno a su trabajo, rebosante de ideas y formas que permiten pensar con gusto y goce esta realidad tan charcha. De hecho, su segundo libro, “Apología de la droga”, desde la atribución/apropiación apócrifa e inédita de poemas de autores recursivos en su canon, resuelve, de alguna manera, la seudo guerrilla literaria que hoy campea, ya ni tan disimuladamente, entre los concursantes sempiternos.

Enhorabuena este reconocimiento, tan merecido como dilatado. También es afortunada la procedencia del premio: que lo distinga la universidad laica del país, lejos de la falta de probidad de los lineamientos ministeriales, se condice con el trabajo centralmente marginal de Verdugo, que ha sabido construir una obra peculiar en un panorama estándar atiborrado de convencionalismos.