La precariedad de la formación de nuestros jóvenes futbolistas
A propósito de una iniciativa de Javier Mascherano con los seleccionados argentinos de proyección, es bueno reflexionar en cómo se están haciendo las cosas en Chile en esta materia.
Por GERARDO SILVA
Javier Mascherano implementó en la selección argentina de proyección una serie de trabajos complementarios muy interesantes. Un tema que desde hace un buen tiempo vengo desarrollando y conversando con líderes deportivos de nuestro país. Entre las nuevas tareas que tendrán los seleccionados jóvenes argentinos están el autoservicio para comer, vale decir servir su comida y retirar la vajilla apenas hayan terminado, leer libros, asistir a talleres de comunicación y tomar clases de inglés, entre varias otras tareas. En definitiva, prepararlos para el futuro y para la vida.
Cuando leí lo que estaba haciendo el ex seleccionado argentino, me alegró el alma, tantas conversaciones y debates al respecto de esto, con protagonistas de las bases del fútbol chileno y nunca nadie reaccionó. Creo que las grandes diferencias la hacen estos pequeños, pero a la vez gigantes detalles.
Este tipo de acciones me hacen reflexionar y mucho. Nuevamente siento la obligación de opinar al respecto. ¿Nuestros entrenadores escucharán este tipo de consejos por parte de los docentes del INAF? ¿Les darán instrucciones para implementarlo? ¿O sólo se les prepara metodológicamente para entrenar y hacer jugar a sus equipos?
Lo cierto es que, por política pedagógica, pareciera no estar incorporado. Entiendo que debe haber algunos quijotes que, por convicciones e iniciativa propia, intentarán incorporarlo de manera ecléctica y, si es así, por supuesto desde esta tribuna me permito felicitarlos.
Particularmente, y debo ser honesto, he visto poco y nada al respecto. Veo trabajos paupérrimos en las escuelas de fútbol, por ejemplo, dónde en su gran mayoría están dirigidas por gente de buena voluntad, sin instrucción profesional. Para qué decir de la fiscalización, inexistente, de la Federación de Fútbol de chile; esta área de la formación definitivamente no les interesa.
Luego, y observando el fútbol joven de nuestro país, nos percatamos que trabajan en horarios acotados, realizan con mucha prisa sus prácticas y se preparan sólo para ganarle al rival de turno. La formación integral no existe, y a nadie le importa, son muy pocos los clubes que «trabajan bien». Que se entienda, estoy hablando de la generalidad, que por cierto está muy lejos de lo que plantea el trasandino.
Veo fútbol joven, observó las instalaciones, vestuarios y campos deportivos, deplorables, sí, deplorables, con suerte se preocupan de ponerle las mallas y el rayado de las canchas. Usted creerá que estoy exagerando, pero hasta la cal se ahorran los clubes más humildes. Para qué vamos a hablar de la movilización y la alimentación, que son ítems fundamentales para el desarrollo y el crecimiento del deportista, sin embargo pareciera ser que a nadie le importa.
Esta columna la escribo sólo para, y por enésima vez, llamar la atención al respecto de nuestro precario fútbol joven, aprovechando lo que propone Javier Mascherano al otro lado de la cordillera, que, por lo demás no se trata de un gran descubrimiento.
De esta propuesta metodológica rescatemos el deseo ferviente de hacer las cosas bien y entregar todas las herramientas a los jóvenes futbolistas, para que desarrollen su talento y alcancen los más altos niveles competitivos. Reflexionemos de una vez por todas y todos los estamentos que intervienen en las bases del fútbol chileno debemos entender que los nuestros también necesitan las mejores herramientas para competir en igualdad de condiciones.
En una próxima columna espero compartir con ustedes mi pensamiento con relación a la masificación del fútbol chileno y no sólo al proceso de selección, que es otro tema que no nos permite crecer. Un saludo cordial.