La Roja goleó 4-0 y hasta mostró destellos de su extraviada jerarquía

El debut del cuadro nacional en la Copa América no pudo ser mejor frente al joven seleccionado de Japón. Con Alexis y Vargas recuperó esa capacidad goleadora que se venía echando de menos durante todo este período de Rueda a cargo del seleccionado. El equipo, sin duda, merece todos los elogios, pero hay que mantener la cautela.

Fue, sin duda, un debut soñado. Mucho mejor de lo que cualquiera pudo imaginarse. Y es que el contundente 4 a 0 de la Roja sobre Japón, en su debut por el Grupo C de la Copa América, permite pensar, más allá de los inciertos augurios, que el cuadro de Reinaldo Rueda a lo mejor no está para ganar el torneo, pero que sí sigue siendo competitivo.

Y eso no es poco decir, después de un año y medio de dirección del colombiano en que, a través de 13 partidos disputados, perdiendo o ganando, la Roja bicampeona de América no cuajaba. No sólo no jugaba bien, sino que la jerarquía que este equipo logró mostrar parecía irremediablemente extraviada.

Frente a Japón, ciertamente no vimos a ese equipo que eliminó a España de la Copa del Mundo Brasil 2014 y que hasta tuvo caminando por la cornisa al “scratch” en octavos de finales. Tampoco al que vapuleó por 7 a 0 a México en la Copa Centenario y que anuló por completo a Messi para obtener un título doblemente histórico, por ser conseguido limpiamente y, además, en canchas internacionales. Tampoco el que llamó la atención del mundo en la Copa Confederaciones, eliminando a Portugal y cayendo en la final, frente a Alemania, por un error propio más que por méritos del linajudo rival.

Pero ante el cuadro nipón, en el Morumbí, pudimos ver una Roja que no sólo impuso siempre su mejor fútbol, sino que hasta mostró destellos de esa jerarquía extraviada y que mirábamos con una dolorosa nostalgia.

Es cierto: este joven equipo japonés no es la mejor medida. Producto que la mira está puesta en los Juegos Olímpicos de Tokio, y en las clasificatorias rumbo a Qatar 2022, el seleccionado oriental dio de baja a varias de sus figuras históricas y otros igualmente importantes dieron voluntariamente el paso al costado.

En otras palabras, Japón alineó frente a Chile un equipo en formación, sin gran experiencia, y con jugadores que en su mayoría constituyen una obligada apuesta con miras al futuro.

Se decía que era un cuadro muy físico, muy veloz en la recuperación y en la transición de defensa a ataque. Que era capaz de dañar con trazos largos, donde sus rápidos jugadores acostumbran predominar.

El problema para estos muchachos -y para cualquiera que crea que el fútbol es sólo velocidad- es que el fútbol se juega con pelota. Y salvo lapsos breves, o en jugadas puntuales y por lo mismo esporádicas, la pelota la tuvo casi siempre la Roja. En otras palabras, sin el balón en su poder, Japón veía anulado su principal atributo.

Por eso, más allá de las evidentes limitaciones del rival, fue alentador no sólo que la Roja tuviera siempre o casi siempre el control del balón, sino que, por encima de esporádicas equivocaciones, supiera darle un buen destino. ¿Desde hace cuánto tiempo veníamos viendo que este equipo era incapaz de dar cuatro o cinco pases seguidos y además corriendo riesgos?

Porque tocar lateralmente y sin profundidad lo puede hacer cualquiera, sólo que esta vez hubo pases filtrados y desbordes por las bandas que se venían echando de menos. Lo mejor: con una precisión que la Roja venía escatimando.

Más allá de un susto que provocó el ansia de jugar de Alexis, que habilitó involuntariamente a un jugador japonés por intentar evitar que el balón se perdiera en un lateral, y que obligó a Arias a un fenomenal achique para impedir la conquista nipona, la Roja casi no pasó zozobras.

Y otro achique de Arias, ya en la segunda etapa, esta vez por una buena jugada urdida por los nipones, fue nuevamente la excepción a la regla y la comprobación, además, que el rival también juega aunque se vea ampliamente superado.

Como sea, y por encima del buen juego que podía exhibir la Selección, flotaba sobre el Morumbí una preocupación que venía siendo constante: la falta de gol, la carencia de pegada de nocaut. Porque la primera etapa ya se iba y, a pesar de sus muchas aproximaciones, de más de un remate, de más de un centro atrás prometedor, la Roja no podía vulnerar la valla de Japón.

Hasta que producto de un comer servido por Aránquiz, en el minuto 41, Pulgar se elevó por sobre la defensa para meter el frentazo que provocó el estallido de un Morumbí mayoritariamente chileno, a pesar de que, se sabe, Japón cuenta con una colonia inmensa en Brasil y, sobre todo, en Sao Paulo.

Reanudado el partido, la Roja dio el golpe de nocaut. En una jugada excelentemente bien urdida, y en la que la tocaron varios, Vargas ratificó que en este período de Rueda no podía estar ausente. A la entrada del área recibió de Fuenzalida y sin titubear ensayó el derechazo que, desviado además levemente por un defensor japonés, se metió arriba del arco de Osaka.

Recién allí aflojó la Selección. Y es natural: se trata de un equipo con muchos años encima y la palabra dosificar siempre aparece. Y eso lo aprovechó Japón, que además introdujo cambios que le dieron un potencial mayor que el que hasta ahí había mostrado.

Hasta un par de sustos pasó Arias con dos centros que cruzaron el área sin que nadie los empalmara en la boca del arco y con una individual de Kubo (no en vano comprado por el Real Madrid), que en una baldosa se sacó de encima un par de defensores rojos para sin embargo desviar desde cerca su zurdazo.

Rueda también decidió entonces refrescar un equipo que claramente sentía el esfuerzo realizado. El “Tucu” Hernández y Opazo pusieron energías frescas y lo propio hizo el resistido Junior Fernándes en los minutos finales.

Y, retomado el control del juego, Alexis primero, y Vargas después, ratificaron que en este equipo son imprescindibles. Sánchez puso el tercero con una concluyente palomita y Vargas llegó a su gol 38 con la Roja y a 12 en lo que concierne a Copa América. ¿Alcanzará a poner en riesgo el record que comparten el brasileño Zizinho y el argentino Méndez, con 17 conquistas cada uno en este certamen?

Ocurra ello o no, lo cierto es que el gol fue extraordinario. Sacó Arias, la recibió Alexis y sin dudar le metió un balonazo profundo a Vargas. Y el goleador definió como los grandes: con un “globito” de primera que tornó inútil la desesperada salida de Osako.

Sin embargo, y más allá de este debut que ciertamente fue soñado, no está de más mantener la mesura. Ecuador, más allá de su mal momento, seguramente será más rival que este cuadro japonés. Y respecto de Uruguay, el restante integrante del grupo, todos sabemos de su histórica jerarquía y que acostumbra a brillar más que nunca cuando de Copa América se trata.

PORMENORES

Partido válido por el Grupo C de la Copa América. Primera fecha.

Estadio: Morumbí de Sao Paulo.

Público: 20 mil espectadores, aproximadamente.

Arbitro: Mario Díaz de Vivar, de Paraguay.

SELECCIÓN CHILENA: Arias; Isla, Medel, Maripán, Beausejour; Aránquiz, Pulgar, Vidal (77’ Hernández); Fuenzalida (79’ Opazo), Vargas, Sánchez (87’ Fernándes).

SELECCIÓN JAPONESA: Osako; Hará, Nakayama (65’ Miyoshi), Tomiyasu, Sugioka; Shibayashi, Nakajima (65’ Abe), N. Ueda, A. Ueda (78’ Okasaki); Hubo y Maeda.

GOLES: Pulgar a los 41’ (cabeza), Vargas a los 54’ y 83’ y Sánchez a los 82’ (cabeza).

Tarjetas amarillas: en Chile, Opazo; en Japón, Hara.