Muere María Kodama, la polémica viuda de Borges

El sábado recién pasado, en la localidad de Vicente López, en Buenos Aires, falleció de cáncer de mama.

Por SEBASTIÁN GÓMEZ MATUS / Foto: ARCHIVO

A los 86 años, la escritora y traductora argentina murió tras una lucha con el cáncer que le había sido detectado hace mucho tiempo. No deja de ser curioso que la viuda de Borges falleciera a la misma edad. Recordemos que Borges murió el 14 de junio de 1986, en Ginebra, Suiza, donde está enterrado en el Cementerio de los Reyes. A su lado, grito en el cielo de Kodama, yace la poeta y prostituta Grisélidis Réal.

Durante la etapa terminal del cáncer, se retiró a la localidad de Vicente López. El abogado Fernando Soto, confirmó su muerte a través de su cuenta de Twitter: “Ahora entrarás al gran mar con tu querido Borges. Que en Paz Descanses, María”. Se conocieron en 1978, a propósito de la “Breve antología anglosajona” y el libro de viajes “Atlas”. Kodama también escribió libros de su propia autoría, como “Relatos” y “Homenaje a Borges”.

Poco se conoce de Kodama, sobre todo por el efecto negativo que ha tenido los últimos años sobre la obra de Borges y la literatura en sí misma. Por otra parte, no ha de ser fácil llevar el legado de uno de los escritores más interesantes y complejos de la historia de la literatura. Lamentablemente, la demanda a Pablo Katchadjian, por su “El Aleph engordado” (IAP, 2009), que fue un ataque incomprensible a la literatura y a la persona del escritor, mancilló la imagen de Kodama, que ya entonces no era la mejor. En fin, se acaba una época y con ello se renueva el tema de las y los albaceas. En Chile, hoy tenemos el caso de Juan Luis Martínez.

El 26 de abril de 1986, se celebró el matrimonio por poderes en Asunción del Paraguay, poco antes de que muriera Borges. A propósito de su unión con el mítico escritor argentino, en una entrevista que salió en el libro “María Kodama. Esclava de la libertad”, de Mario Mactas, la esposa del célebre escritor ciego, señaló que: “Cuando me hablaban de esposas yo sólo conocía a las que se les ponían a los presos. Yo no quería casarme para ser una prisionera y menos tener hijos que me iban a absorber toda la vida”. En fin, partió Kodama.