Murió Fernando González, maestro del teatro nacional

El Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales 2005 y también director del Teatro Nacional entre 1998 y 2000, de 84 años, estaba en una casa de reposo.
Por SEBASTIÁN GÓMEZ MATUS / Foto: ARCHIVO
Ayer sábado se comunicó la muerte de Fernando González, maestro de generaciones y de grandes actores, como Alfredo Castro y Andrés Pérez, entre muchos otros. Así lo manifestó Alfredo Castro a través de su Instagram: “Falleció mi maestro”, que estaba internado en una casa de reposo, no se sabe en qué condiciones.
También dijo a El Mostrador: “Siento la congoja por la pérdida de un maestro de muchas generaciones, que nos enseñó el rigor de la formación, el amor por el oficio. Una pena muy grande”. Castro ha sido uno de los que se ha referido abiertamente al deceso del maestro del teatro nacional.
Según el sitio de la Universidad de Chile, Fernando González estudió Actuación en la Casa de Bello y egresó el año 1959.
En 1969 cursó talleres de Actuación Stanislavskiana, dirigidos por el profesor Agustín Siré, y en 1976 egresó del curso de postgrado de Dirección Teatral impartida en la Casa de Bello.
En 1983 se integró como profesor de Actuación, Historia del Teatro e Introducción a la Dirección Teatral. También se desempeñó como evaluador de concursos de dramaturgia, seleccionador de proyectos de creación, profesor guía en memorias y seminarios.
En 1986 creó su propia academia de actuación.
Fundó y dirigió la Escuela de Teatro Itinerante entre 1978 y 1980. También fue director del Teatro Nacional entre 1998 y 2000.
Ganó el Premio Municipal de Artes, que entrega la Municipalidad de Santiago, en 2002. En 2005 recibió la Medalla al Mérito Cultural “Profesor Pedro de la Barra” y en 2009 fue nombrado profesor emérito de la Universidad de Chile.
Lamentamos el deceso de Fernando González, sobre todo en este momento tan complejo, comienza a partir la gente que hizo cosas interesantes y fundantes para un país que parece no tener vuelta. Quizá, lo único que quede, es dedicarse a lo que uno hace, con entrega y la responsabilidad de hacerlo bien. El arte, en este caso el teatro, fue un camino de esos.