[Opinión] Esperando a Godot

El rumor sonó potente hace algunos días: se venía el cambio de gabinete. La versión daba aún más luces: se van cinco ministros, y la que encabeza la fila es Javiera Blanco, la ministra de Justicia. Para nada descabellado, considerando la crisis que vive el Sename, los vacíos del aparato judicial y las criticadas incorporaciones de asesores a través de gendarmería, tipos en “comisión de servicio” con sueldos millonarios y que, sin embargo, jamás han hecho nada, excepto cobrar puntualmente.
Se suponía que, tras Blanco, salía también la ministra del Deporte, Natalia Riffo, uno de los personeros gubernamentales más ineptos y desidiosos de que los que se tenga memoria. Y no es poco decir, considerando la prolífica fauna de apitutados que copa el aparato estatal desde el retorno a la “democracia”. Tipos de partido, o ahijados de tipos de partido, que parecen convencidos que el botín fiscal les corresponde por derecho propio, aunque sean unos holgazanes y unas nulidades de marca mayor.
Pero he aquí que nada ha pasado. Que todos siguen felices en sus cargos mientras la popularidad de la Presidenta sigue desmoronándose como castillo de naipes sin que se produzca el cambio que detenga la debacle. “Groggy” desde el Caso Caval, horquillada por una clase empresarial que decidió hacerle la guerra en cuanto habló de reformas tributarias y laborales, y por una clase política que ve con terror todo cambio que limite sus privilegios, Michelle Bachelet parece sólo esperar que acabe pronto esta pesadilla que jamás imaginó cuando decidió presentarse para un segundo período.
De su inmovilismo, de su indefinición y su “ausencia”, se aprovechan estos mequetrefes, que siguen esquilmando las arcas fiscales con sueldos que son un insulto para la gente común.
Si la Presidenta no la saca, como debiera, ¿por qué no renuncia usted, señora ministra del Deporte? Después de todo, no ha cumplido con ninguna de las promesas que su jefa hizo en su programa de gobierno.
Sabemos de sobra ya que capacidad, ganas de trabajar y justificar su millonario sueldo no tiene. ¿Tampoco dignidad para dar un paso al costado y permitir que llegue alguien que realmente ame el deporte y en los pocos meses que restan trate de hacer todo eso que usted jamás hizo y que tenía por obligación hacer?
[button color=»red» size=»medium» link=»» icon=»» target=»false»]Este texto lo puedes leer también en la edición de esta semana del periódico Cambio 21[/button]