Palmas para Pulgar

El antofagastino que juega en la Fiorentina se puso a la altura de Elías Figueroa en cuanto a amor por la camiseta: está desafiando las órdenes de su club para ponerse La Roja y romperse el alma con ella puesta.

Por JULIO SALVIAT

Cuenta la leyenda que ni siquiera le avisó a su señora.

Elías Figueroa estaba en Sao Paulo después de jugar en esa ciudad  por el Interrnacional y sabía que, si regresaba a Porto Alegre, se le iba a dificultar mucho su integración al seleccionado nacional que debía jugar contra la Unión Soviética en Moscú.

A días del Golpe Militar, en septiembre de 1973, el plantel chileno había tenido apenas un par de entrenamientos en Pinto Durán y había ensayado el plan de juego en México contra la selección de ese país.

Don Elìas sintió el llamado como una orden patriótica, y no lo pensó mucho. En vez de embarcarse en el avión de regreso a casa, tomó otro que lo llevaría a París. Y en la Ciudad Luz buscó la combinación para dirigirse a Moscú.

Su equipaje era el mismo que llevó para el viaje corto de Porto Alegre a Sao Paulo: una carterita en la que llevaba sus documentos y el cepillo dental. Cuando salió de Brasil, la temperatura superaba los 30 grados. Cuando llegó a Europa, no llegaba a los 20. Y cuando descendió por la escalinata del Air France en Moscú, bordeaba los 10. Y había viajado con guayabera.

El gesto quedó en la historia junto con el 0-0 que logró la selección chilena en el estadio Lenin, resultado que fue decisivo para la clasificación al Mundial de Alemania 74.

Y ahora, casi medio siglo después, un futbolista chileno demuestra el mismo espíritu y lo arriesga todo por defender los colores nacionales. Sin tantos pergaminos, pero con el mismo amor por la camiseta, Erick Pulgar desafió a su club y se vino a Santiago para jugar por su selección.

La Fiorentina, instruida por el ministerio de Salud de Italia, había negado la autorización para que sus jugadores viajaran a cumplir compromisos por las Clasificatorias del Mundial de Qatar. Pero varios jugadores se rebelaron. Fueron los serbios Nikola Milenkovic y Dusan Vlahovic lo que dieron el ejemplo: viajaron en auto a su país. 

Tres sudamericanos les siguieron los pasos, pero debían hacerlo en avión: el argentino Lucas Martìnez Quarta, el uruguayo Martín Cáceres y el chileno llegaron a mesones de aerolíneas, compraron sus pasajes y se embarcaron.

Tarde va a llegar Erick Pulgar a las prácticas en Pinto Durán, pero peor es nada.

No sabe cómo le irá a la Roja en sus confrontaciones con Perú este viernes y con Venezuela el próximo martes, pero sólo piensa en colaborar.

Desconoce qué sanciones puede recibir por su rebeldía, pero el corazón le dice que no importa.

Son ejemplos que las juventudes deportivas deberían observar con atención. E imitarlos.