¡Qué Dios nos pille confesados!
La rodilla de Claudio Bravo pasó a ser el elemento más recurrente en los cálculos previos a los duelos de la Selección contra Uruguay y Colombia. La reincorporación del arquero del Betis era considerada clave para la esperanza, porque ninguno de los posibles sustitutos da la misma tranquilidad al hincha y a sus compañeros.
Por JULIO SALVIAT
Ni los rezos sirvieron.
Esa rodilla tenía que estar sana cuando el plantel viajero se acostara el miércoles 7 de octubre en Montevideo. Esa noche, después de todas las pruebas de rigor, el entrenador Reinaldo Rueda les diría a sus jugadores quiénes serían los titulares en el duelo contra Uruguay al día siguiente. Y si no estaba Claudio Bravo entre los elegidos, más de algún entrecejo iba a quedar arrugado.
Dos partidos llevaba atajando en el Betis el hijo ilustre de Viluco y nadie había podido hacerle un gol. En vísperas del duelo con Real Madrid, por la tercera fecha de la Liga, sufrió la distensión de ligamentos de la rodilla izquierda. Consecuencia inmediata: se perdió el partido contra los merengues. Consecuencia a corto plazo: se perdió el encuentro con el Getafe. La consecuencia un poco más lejana la adelantó Manuel Pellegrini, su entrenador: “No creo que llegue a las Clasificatorias”.
Los médicos hicieron todo lo que aconsejan los libros: le aplicaron hielo de inmediato para reducir el dolor, le pusieron un vendaje elástico en los dos primeros días, le movilizaron la articulación en la medida que lo permitía el dolor y le fueron aumentando progresivamente la amplitud de los movimientos.
Pero pasaron los días, no pudo pisar bien y su impulso –tan importante para un arquero- siguió muy limitado.
No hubo caso. Hay que pensar, entonces, en los sustitutos.Y no hay ninguno que llene las expectativas.
No es un despropósito adelantar que Rueda mastica cinco nombres para la nómina que entregará este jueves, y ésta no incluye a Cristopher Toselli, el eterno tercer arquero de la Selección. Los considerados esta vez deberían ser, por orden alfabético, Gabriel Arias, Brayan Cortés, Fernando De Paul, Johnny Herrera y Diego Sánchez.
En ese mismo orden habrá que analizarlos.
Gabriel Arias: ya tiene experiencia en La Roja y sigue como dueño del arco de Racing de Avellaneda. Buen arquero, pero poco confiable en la Selección. En la Copa América del año pasado tuvo algunos aciertos, pero se le recuerda más por algunos errores, como el segundo gol en el 0-3 con Perú. Nada asegura que pueda ser el titular.
Brayan Cortés: Parece encaminado a ser el arquero del futuro del fútbol chileno, pero todavía no da las confianzas necesarias. Exigido en competencias internacionales, como la Copa Libertadores, ha mostrado buenas reacciones, pero son muchas las veces en que ha desviado hacia el centro disparos que deberían ir hacia los costados o quedar entre sus manos.
Fernando de Paul: Otro argentino de buenas condiciones, capaz de sobresalir en nuestro medio, al que siempre le falta la chaucha para el peso. A salvadas valiosas, agrega maniobras mediocres, dejando siempre la sensación de que es mejor o peor arquero de lo que es. No creo que convenza a Rueda.
Johnny Herrera: El eterno segundón de Bravo sigue siendo de los mejores arqueros del medio local, casi siempre el mejor. Cuando le correspondió cuidar los cáñamos de la Selección, siempre hizo la justa: ningún gol tonto, ni alguna salvada milagrosa. Para tener en cuenta.
Diego Sánchez: Bajó kilos, se puso serio y está convertido en el mejor arquero de esta temporada. Le falta experiencia internacional, y eso puede jugar en su contra. Si hubiera que medirlo por lo que está ofreciendo estos días, sería número puesto.
Adivinos no existen. Pero intentando hurgar en la mente de Rueda, los arqueros para el duelo con Uruguay serán Arias y Herrera.
Y habrá que rogar para que Bravo esté en los siguientes compromisos premundialistas.