Quelentaro, una historia de rebelión inclaudicable (primera parte)

Este viernes 26 de enero, en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, se lanza la biografía de los hermanos Gastón y Eduardo Guzmán, un dúo cuyas coplas desnudaron durante más de 50 años la dura vida de los trabajadores y campesinos chilenos.
Por JORGE CASTILLO PIZARRO / Fotos: ARCHIVO
Con un estilo frontal, descarnado, sin contemplaciones. De ese modo atravesó Quelentaro la historia musical chilena a lo largo de poco más de cinco décadas.
Primero como grupo, después como dúo, Quelentaro fue una propuesta basada en el «cantar hablado», con claras influencias del folclor argentino, que retrató la dura vida del trabajador chileno, en la urbe y en el campo. Sin espacio para disfrazar lo que no se podía disfrazar, las letras de sus poemas dejaban sin escapatoria a sus oyentes.
Surgido a inicios de los años 60, el conjunto fue partícipe marginal de la Nueva Canción Chilena, del Canto Nuevo y de la Canción del Exilio, desplazándose siempre en las fronteras de esos movimientos debido a su rechazo a instrumentalizar las necesidades y las luchas del pueblo.
Una inmejorable oportunidad de acercarse a esa historia será la de este viernes 26, a las 19:00 horas, en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, con el lanzamiento del libro “Los hermanos Eduardo & Gastón Guzmán, Quelentaro, Biografía Testimonial”, del sociólogo Carlos Rodríguez.

Se trata de una obra a partir de una tesis académica que Rodríguez elaboró para obtener un magister en Patrimonio. Su biografía de Quelentaro es exhaustiva y profunda. Descubre aristas desconocidas y aclara versiones inexactas. Empieza remontándose a la niñez de los hermanos Gastón (1936-2019) y Eduardo (1940-2012) en Angol, y termina con el último período de actividad, en la segunda mitad del segundo decenio de este siglo, con Gastón solo y añorando a su hermano fallecido.
El texto está hilvanado en 12 relatos elaborados a partir de 38 entrevistas hechas a familiares, vecinos, amigos y cercanos en distintas etapas de su vida, músicos que colaboraron profesionalmente y otros que sólo los conocieron al transitar por la ruta del canto comprometido. Rodríguez también tuvo acceso al archivo familiar y recopiló artículos periodísticos, archivos auditivos, afiches, fotografías, manuscritos y cartas entre ambos hermanos.
Así la obra logra enhebrar un camino iniciado en la central hidroeléctrica Rapel de Endesa, en la primera mitad de los años 60, planta productora de energía en cuyas cercanías pasa el estero Quelentaro, que dio nombre al conjunto.
Fue allí donde Gastón junto a otros tres trabajadores de la empresa –Valericio Leppe, Eladio López y Arynaldo Álvarez- formaron un cuarteto de tal calidad que a poco andar Endesa los apoyó formalmente y les financió giras por gran parte del país.
Eduardo, también trabajador de Endesa, pero en otras centrales, aportó en esa primera etapa con las letras de las canciones, sin participar en las presentaciones. El cuarteto grabó para EMI-Odeón -el sello de la gran mayoría de sus producciones- los LP «Coplas al Viento» (1967) y «Huella Campesina» (1968), que los hizo conocidos, de preferencia en los estratos obreros y campesinos.

El posterior alejamiento de López y Álvarez dejó a Quelentaro convertido en un dúo. Gastón y Leppe grabaron entonces el tercer LP «Leña Gruesa» (1969).
La dupla tuvo corta vida. Leppe, un valioso aporte vocal, decidió retirarse para formar con el folclorista Pedro Yáñez el dúo Coirón.
Poco después, todavía no como dúo, la hermandad de Gastón y Eduardo procreó el LP «Coplas libertarias para la historia de Chile I» (1969).
Recién en 1970 se logró la plena reunión artística de los hermanos. Ambos ya en Santiago, iniciaron sus presentaciones en dúo. Siempre volcados a la solidaridad con los más débiles, actuaron incesantemente en cuanto acto al que fueron invitados. Su apoyo musical a la campaña que llevó a Salvador Allende a la Presidencia fue otra muestra de su compromiso social.
Ese período de intensa actividad quedó plasmado en los LP «Judas» (1970), «Cesante» (1972) y «Coplas libertarias para la historia de Chile II» (1972), y en el single “Patriando/Martínez Carpintero” (1973).
SIN MIRAMIENTOS
Ya en esos poco más de diez años de canto Quelentaro había dejado muchos heridos en el camino. Los políticos, por ejemplo, a los que vapuleó con sus canciones “Judas” y “Político Castro Mena”.
En la primera, una copla desgarradora, Gastón exhorta a gritos a Judas y le propone una reivindicación ante la historia de la Humanidad si traiciona ahora a los políticos y los deja al descubierto ante el pueblo:
Mézclate con ellos pero sin mancharte Judas!
métete al Congreso,
anda a sus reuniones,
infórmate cómo son.
Y luego,
a los calienta silla y gana dietas
sácalos a la luz!
Y ante el pueblo que trabaja y que se agota
bésalos Judas!
bésalos!
Que el pueblo les conozca
y haga con ellos un solo montón
de escoria y desvergüenza.
Ésta y otras estrofas de esta copla se ponen a la altura de las más indignadas canciones de Violeta Parra y de Víctor Jara.
El segundo tema aborda con compasiva ironía la compra del voto campesino por parte de los latifundistas. A tal punto, que Político Castro Mena es el nombre que la esposa del obrero agrícola engañado por sus patrones le da a su hijo recién nacido, convencida de que «político» es un buen nombre de pila.
También ilustra el desprejuicio de Quelentaro la canción “Nos quieren echar al mar”, publicada en 1969, en alusión a las pretensiones argentinas por apoderarse de la Patagonia chilena. Es una posición adoptada por cantores de izquierda a contrapelo del pacifismo y la hermandad latinoamericana pregonada por la Nueva Canción Chilena.
Su posición libre de compromisos políticos o partidistas no fue cómoda para muchos de sus contemporáneos.
GOLPE Y EXILIO
El Golpe cívico-militar fue un impacto durísimo para Quelentaro. Militante del MIR y activo dirigente sindical, Eduardo debió exiliarse en Argentina con su familia y sobrevivir cómo pudo. En 1977 logró afincarse en Montreal, Canadá, donde permaneció hasta su regreso a Chile en 1992, no sin antes concluir que tampoco en el destierro Quelentaro recibió el trato que merecía.
Gastón, sin militancia partidista, permaneció en Chile. En medio de las penurias propias de todos los artistas populares de entonces, sostuvo a Quelentaro en el contexto del Canto Nuevo. Pese a la distancia, los hermanos mantuvieron un contacto permanente. Eduardo enviaba textos que Gastón musicalizaba.
Gracias a no tener mayores impedimentos legales, Gastón rompió varias veces la separación física con Eduardo, aunque no todas cuajaron en actuaciones conjuntas. La primera ocasión fue en 1974. Gastón viajó a Argentina a ver a Eduardo y pudieron grabar el disco “Quiebracanto. Tiempo de amor”, publicado en 1975. Luego, en 1981, ambos se reunieron de nuevo para hacer una gira europea, con recitales en Inglaterra, Alemania, Francia, Holanda, Bélgica y Rumania. El periplo acabó en Canadá. Posteriormente, a lo largo de esa década, Gastón repitió sus giras al viejo continente, pero sin la compañía de Eduardo.
En resumen, durante la dictadura, entre 1975 y 1989, Quelentaro publicó nueve larga duración. Comenzando por “Tiempo de amor” (1975, edición argentina y 1976, edición chilena), y prosiguiendo con «Qué de caminos» (1977), “Buscando siembra” (1979), “Lonconao” (1982), “Reverdeciendo” (1983), «Aquiebracanto» (1985), «En vivo» (1988) y “Después de la Tormenta” (1989).

Es en esos tiempos cuando el baterista del grupo Congreso Sergio «Tilo» González asumió como productor en seis de esos discos y paulatinamente logró introducir algunas variantes instrumentales.
El regreso de Eduardo, en 1992, motivó una intensa actividad, de preferencia en los círculos sencillos donde ellos se encontraban más a gusto.
Discográficamente, como testimonio de ese período quedaron la obra “8 de marzo”, en cassette y CD, en 1996, y una segunda versión, en los mismos formatos, en 2002. En 2007 y 2011 reeditaron las “Coplas libertarias para la historia de Chile”. Fueron cuatro volúmenes que agregaron textos no incluidos en las versiones originales de fines de los 60 e inicios de los 70.
La carrera de Quelentaro quedó sellada en 2013 con el disco “Copla del hijo” y un recital conmemorativo de los 53 años de trayectoria. Un año antes había fallecido Eduardo. Su último recital importante lo ofreció Gastón en su natal Angol, en 2016. Tres años más tarde, en 2019, dejaría de existir.
Aun dentro de su marginalidad, Quelentaro pudo dejar una abundante huella de su canto en 14 LP, cuatro singles, once cassettes, diez CD y siete temas incluidos en grabaciones diversas, dos de ellos en el LP «La Carpa de la Reina» (1966), que incluyó temas de conjuntos y solistas que acompañaron a Violeta Parra en su última gran iniciativa artística.
(Continuará)