¿Quién pierde más con una derrota en el Superclásico?
La interrogante ha sido recurrente toda la semana en los distintos paneles deportivos. Mientras unos afirman que la U, por su complicada posición, otros apuntan a Colo Colo, que tiene como objetivo llegar como escolta de la UC. Pero como de verdad se trata de un partido “aparte”, una eventual derrota tendría para ambos las mismas devastadoras consecuencias.
En la previa de una nueva versión del Superclásico, y como es normal, las especulaciones, los cálculos y las recetas han abundado en los paneles futboleros de radio y televisión. Un ejercicio tan válido como inútil, porque una vez que la pelota empieza a rodar queda todo, al cabo, entregado a la inspiración de cada equipo desde el punto de vista colectivo y al talento que sean capaces de brindar, en el plano individual, los jugadores más destacados y trascendentes de uno y otro cuadro.
Aunque, como ninguno de los rivales de este Superclásico del sábado, en el Estadio Monumental, ha sido durante todo el torneo un dechado de virtudes, precisamente, más que talento habría que hablar de “capacidad” individual de sus respectivos exponentes. Sería mucho más adecuado y, desde luego, menos delirante.
Y es que talento es lo que menos abunda de un tiempo a esta parte en nuestras canchas, por más que algunos comentaristas y relatores tiendan a colgarle el rótulo de “talentoso” a cualquiera que no se le arranque la pelota intentando el control de balón más básico.
Por estos días, hemos escuchado de todo. De cómo debería jugar la U para romper un maleficio de 18 años sin ganar en el recinto albo y, por contraste, lo que debería hacer el cuadro albo para prolongar por una temporada más esa evidente paternidad. Una paternidad que, aclarémoslo también, se prolonga durante siete temporadas en el Estadio Nacional, escenario donde el elenco universitario tampoco ha podido celebrar un triunfo.
Se dice que, en la medida que la U salga a presionar desde el pitazo inicial, imponiéndole a su juego una elogiable dosis de intensidad, sus posibilidades de salir airosos aumentarán. Nada que, a través de este mediocre campeonato que han cumplido ambos, suene a disparate.
La realidad ha demostrado que, equipo que salió a hacer eso, no sólo ha complicado enormemente a Colo Colo, sino que hasta le alcanzó para vencer y llevarse los tres puntos con todo merecimiento. Simplemente porque el “Cacique” carece de los hombres que puedan darle una salida clara desde el fondo, al paso que en el mediocampo cuenta con jugadores que se sienten tremendamente incómodos en el fútbol de refriega, donde ya antes de recibir el balón hay que saber qué hacer con él y qué destino darle.
Técnica en velocidad que le llaman… Producto casi suntuario -y por lo mismo escaso- en nuestros escenarios.
¿Cuál es el problema? Que la U lo viene intentando y, en muchos pasajes, consiguiendo esa intensidad. Sólo que ese ritmo lo puede sostener durante un buen lapso, pero no durante todo un partido, lo que explica en buena medida que termine empatando o perdiendo encuentros que asomaban más que propicios. Y cuando además no existe pericia frente al gol, como ha sido notorio en el caso azul, esa imperdonable falencia generalmente termina pasando la cuenta.
La mayor prueba de eso se vivió en el Superclásico pasado, jugado en el Nacional. La U se llevó por delante a Colo Colo, pero con el solitario cabezazo de Benegas terminó haciéndole precio y perdonándole, al cabo, la vida. Bastó un bajón azul para que el “Cacique”, que hasta ahí había demostrado poquito, igualara a través de Mouche y lograra salir indemne.
¿Cómo debiera jugar, por contraste, Colo Colo? La pregunta que surge inmediata es: ¿cuál Colo Colo? Porque si consideramos a aquel del triunfo sobre Audax Italiano, sin duda que el hincha albo tiene derecho al optimismo. Sólo que esa muestra de fútbol organizado y rendidor ha sido una isla en un mar de actuaciones en que incluso el resultado ha pasado a un segundo plano frente a lo mal que jugó el equipo dirigido técnicamente por Mario Salas.
Para decirlo pronto y con claridad: hasta el hincha más recalcitrante se hubiera quedado un poco más tranquilo con los mismos mediocres resultados obtenidos hasta ahora si el equipo hubiera mostrado al menos algo. Pero eso no ha pasado, con el agravante de que, por más empeño que sus jugadores le pusieron, ni siquiera fueron capaces de procurarse oportunidades de gol.
Cómo no podía ser de otra manera, la interrogante más socorrida, que más que nunca tiene que ver con el momento que viven ambos, ha sido: ¿Quién pierde más, en el caso de una derrota este sábado?
He escuchado que algunos apuntan a la U. Y no sólo porque prolongaría una temporada más de derrotas en el recinto albo, matizadas por uno que otro trabajado empate. Porque, en la situación que está, en zona de descenso, necesita más que nunca sumar de a tres para comenzar a salir del foso. Con mayor razón si se considera que, tanto la Universidad de Concepción como Deportes Antofagasta, afrontarán en calidad de local sus compromisos válidos por la fecha vigésimo tercera.
Mientras el cuadro del Campanil recibe en Collao a Unión Española, Antofagasta hará lo propio frente a O´Higgins.
En otras palabras, de perder Universidad de Chile, el fantasma del descenso hasta estará incluso más vivo que en ese torneo de 1988, donde el cuadro azul cayó a Segunda División con una campaña incluso menos mala que la actual y luego de una serie de resultados aleatorios que no estaban en los cálculos de nadie.
He escuchado, también, que en caso de caer Colo Colo pierde un poco menos. Y es que, con 21 puntos aún por disputar, su opción de arribar al final del torneo como escolta de Universidad Católica, y con ello clasificar directo a la fase de grupos de la Copa Libertadores, se mantendrá plenamente vigente.
Y eso es, al mismo tiempo, verdad y mentira, sin necesariamente caer en un grosero sofisma.
Es verdad, porque la aseveración está completamente respaldada en los números y hechos tangibles.
Pero es una total mentira desde el punto de vista de la racionalidad del hincha y la filosofía del fútbol mismo, que pone lo competitivo, el honor y el orgullo por encima de cualquier otra consideración.
En otras palabras, si se hace una rápida encuesta, el 90 por ciento de los hinchas albos frente al dilema planteado responderá que prefieren ganarle al rival clásico que pensar en una hipotética clasificación copera. Es más: existen hinchas -y se ha escuchado-, que puestos en la disyuntiva acerca de si prefieren ser campeones o ganar las dos versiones del Superclásico, optan por esta última, por irracional que parezca.
Para decirlo pronto: el seguidor del “Cacique” puede perdonar cualquier cosa, menos perder frente a la U. La sola posibilidad de ver en las redes sociales eventuales “memes” que se burlen de su equipo, o “cargadas” de parientes, amigos o cercanos azules, les resulta francamente intolerable.
Mirado desde la vereda opuesta, por cierto que los hinchas de la U sienten lo mismo.
El compromiso para los jugadores albos es, pues, doble. Tienen la obligación de sumar de a tres frente al rival clásico y, de paso, seguir hablando por un año más de “paternidad”.
El compromiso para Mario Salas, sin embargo, implica una responsabilidad tremenda. Su mochila le va a pesar el doble que la que deberán cargas sus jugadores.
De perder, sería más que los tres puntos. Mucho más. Sería pasar a la historia como el director técnico que no pudo honrar una extensa racha de imbatibilidad en su reducto. Fallar frente a una larga lista de entrenadores que sí pudieron prolongar la “tradición” que tanto enorgullece al hincha.
Si ello ocurre, y más que nunca están dadas las condiciones para que la U se imponga, la buena victoria alba frente a Audax Italiano no pasará de ser una simple anécdota. Una anécdota que no podrá hacer olvidar una mala campaña y un mal juego prolongado por demasiadas fechas.
¿Alguien duda de que la irracional masa alba, como toda hinchada, no va a exigirle a Blanco y Negro la cabeza de Salas en bandeja de plata?
En resumen: resulta del todo inoficioso augurar quién pierde más tras la hipotética derrota.
Tratándose de un partido “aparte”, y este sin duda lo es, no hay nada que pueda atenuar o morigerar el dolor de la derrota. Tanto Colo Colo como Universidad de Chile, por todo lo expuesto, y por todo el morbo que inundará este sábado el recinto popular, se juegan esta vez mucho más que los tres puntos.
La única forma de que alguno no pierda ni la tranquilidad ni los estribos, de que todo siga bajo un manto de relativa normalidad, será en el caso de un eventual empate que por cierto ahorraría litros y litros de “sangre”.