Sebastián Piñera, cara de palo incorregible (opinión)

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Por El Ágora
Actualizado el 18 de septiembre de 2022 - 10:23 am

Fondeado durante todo el período previo al Plebiscito de salida, reapareció con renovadas ínfulas luego del triunfo del Rechazo. Para hablar las acostumbradas estulticias y jurarse el más capacitado de los estadistas. Lo peor: no descartó la posibilidad de presentarse a un nuevo período en La Moneda. Después de todo, con el pueblo agilao que tenemos, cualquier cosa es posible.

Por LAUTARO GUERRERO / Foto: ATON

Hay en este país tipos desfachatados y Sebastián Piñera. Él, un inepto y un sinvergüenza, al que la derecha tuvo fondeado durante todo el proceso constitucional para que no se transformara en la mejor propaganda del Apruebo, hoy ha vuelto, con su acostumbrada impudicia y cara de palo, a hablar hasta por los codos las acostumbradas estulticias de quien se jura inteligente, culto y criterioso, cuando intelectualmente no pasa de ser un pinganilla descriteriado e iletrado.

Los canales Mega y el 13, y el diario La Tercera, le han dado amplia cobertura al ex reo, sólo librado de vestir trajecito a rayas gracias a Mónica Madariaga, ministra de Justicia de la dictadura, quien, como tantos otros, prefirió mirar para el techo luego que el delincuente se robara el Banco de Talca y lo pillaran.

Debe haber sido terrible para este megalómano el haber tenido que estar varios meses en silencio. En su gigantesco, aunque nunca justificado ego, porque cualquier inescrupuloso puede amasar la fortuna que él tiene, o al menos juntar un respetable billetito, debe haber estado que cortaba las huinchas por saltar a la cancha e iluminarnos con su dialéctica repetitiva y hueca. Y no fue por timidez que se quedó callado. La derecha, que siempre ha tenido más cultura y sabiduría que el populacho, simplemente le puso un bozal a él y a muchos bacalaos que, como canta el maestro Serrat, respecto del proceso constitucional estaban “dispuestos a salvarnos la vida a costa de cortarnos el cuello”.

Pero ganó el Rechazo y he aquí que este pelafustán multimillonario ha reaparecido en gloria y majestad.

Por supuesto, pontificando y dictando cátedra.

Lo primero que dijo fue que la gente había rechazado el proyecto de nueva Constitución porque se trataba de “un engendro y un mamarracho”. ¿Y cómo andamos por casa, Piñera? Te lo pregunto porque, en pleno gobierno de Ricardo I, fuiste tú quien pergeñó la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas que desde 2005, y hasta nuestros días, rige al fútbol chileno. Han sido 17 años de un sistema tan nefasto como corrupto, Piñera, aunque tratándose de ti, y tu nutrido prontuario, cabe preguntarse si ese mamarracho que redactaste te salió penca sólo porque tú lo eres o porque lo hiciste adrede, para que del fútbol se apropiaran los mismos sinvergüenzas que antes se habían adueñado de la educación, la salud, la previsión y hasta del agua de este país.

Digo, porque en tu infinita frescura hasta tú te sumaste al negocio, comprando una considerable proporción de las acciones de Blanco y Negro luego que te declararas “colocolino hasta los huesos”, en circunstancias que toda la vida fuiste hincha de Universidad Católica. Miento. No toda la vida. También te hiciste hincha de Wanderers cuando disputabas una senaturía por Valparaíso y, para demostrar tu repentino amor por los colores verdes, hasta le mandaste hacer una tenida nueva al loro mascota de los porteños.

Pero como está visto que una vez que un gil te da cuerda ya no puedes parar, seguiste hablando leseras sin que se te moviera un músculo de la cara. Tras reconocer que el país necesita una nueva Constitución, porque con la del tirano el pueblo estuvo a punto de desalojarte a patadas de La Moneda, pusiste por cierto tus condiciones, señalando:

«¿Qué significa nueva? Que sea una Constitución que se analice y se apruebe en democracia. ¿Qué significa una buena? Que recoja los valores y los principios que viven en el alma de la inmensa mayoría de los chilenos, que tengamos una república democrática, un país unido, un sistema político con equilibrio de poderes y con independencia y autonomía de los tres poderes del Estado, no degradando un sistema, por ejemplo, el Poder Judicial. Que tengamos igualdad ante la ley y no los privilegios exorbitantes que la Convención quería otorgar a una minoría a costa de la inmensa mayoría”.

Primero, Pinocho elevado al cubo, la Constitución propuesta jamás pretendió entregar “exorbitantes” privilegios a una minoría a costa de la inmensa mayoría. Si así hubiera sido, la habrías encontrado de lo más simpática y moderna del mundo. Y déjate de versear con esa monserga de “un país unido”, que está pasada de moda y desmentida día a día por los acontecimientos. ¿Tenemos algo en común nosotros, los del rotaje, con esa manga de ricachones dueños de Chile y que actúan con la soberbia abusiva típica de los patrones, con una que otra excepción honrosa?

Pero ya cuando se te pasó la mano en tu acendrado carepalismo, Piñera, fue cuando dijiste que, con el proyecto de nueva Constitución, se había querido “degradar el Poder Judicial”. ¿Degradar qué, frescolín, cuando el Poder Judicial viene por décadas degradándose a sí mismo? Dime si no es degradante que los que nos vacunaron una y otra vez, coludiéndose con los precios de los remedios, de los pollos y del papel confort, entre otros, jamás pasaron un día a la sombra, en circunstancias que sí nos vamos para adentro los que, como nosotros, los del perraje, formamos parte de la gente común de este país. Y ojo, que no me refiero a los delincuentes, a los narcos y al lumpen. Para esos siempre será saludable tomar el sol a cuadritos. Y, para nosotros, más todavía.

Como no podía faltar, siempre fiel a tu carepalismo, aludiste a la delincuencia, que de verdad está desatada, como si fuera un fenómeno surgido en este gobierno, recién después del 11 de marzo. ¿Tendríamos tanto pato malo foráneo de no haber sido porque en tu viaje a Cúcuta, junto a esos dos chantas llamados Juan Guaidó y Álvaro Duque, te juraste el nuevo Simón Bolívar de nuestros tiempos y le abriste de par en par las puertas del país a todos esos delincuentes caribeños que hoy nos tienen a todos con el alma en un hilo? Jamás poh, amermelao.

Lo peor es que, después de pontificar como orate, creyéndote un estadista de nota, no desmentiste del todo aquello de que no hay primera sin segunda, ni segunda sin tercera. En otras palabras, no dijiste abiertamente que en tu colosal frescura pretendes volver una vez más a La Moneda, pero tampoco lo negaste. Es decir, que, si nos pillas volando bajo de nuevo, capaz que otra vez te veamos en Palacio, sacando más pechuga que el pato del Silabario.

Después de todo, a un tipo astuto, como tú, no se le puede haber pasado por alto el que el perraje, en el Plebiscito de Salida, una vez más votó por sus verdugos, creyendo a pie juntillas la sarta de mentiras que echó a correr la derecha en las redes sociales y en sus medios de prensa aliados. O sea, casi todos.

En otras palabras, que perfectamente esa gente tan ignorante como simplona puede volver a votar por ti si llegas a presentarte.

Que te hayas choreado un banco, está visto, no les interesa. Deben pensar, incluso, “¡el Tatán la hizo…!”. Como tampoco les ha interesado nunca que años atrás hayas comprado empresas de esas denominadas “zombies”, y que no valían nada ni servían para nada, excepto para ti, que las utilizaste para escamotearle al Fisco millones y millones de dólares en impuestos. Mucho menos que, siendo todavía senador, y dueño de una parte de LAN, compraras rápidamente 10 mil millones de pesos en acciones con información privilegiada, puesto que conocías al dedillo el balance de la compañía. Poco te importó que tú mismo hubieras participado en la redacción de esa ley. La sinvergüenzura y la codicia tuya son siempre más fuertes que las minucias. Es cierto que te pillaron, y que tuviste que pagar más de 300 millones de pesos de multa, pero la frescura igual te había valido la pena, porque de todos modos en esa pasada te quedaron a favor varios milloncitos.

Ni qué decir cuando en éste, tu último gobierno de pacotilla, llevaste a tus dos hijos a hacer negocios a China, con plata del Estado. Ni que, en el colmo del nepotismo, quisiste nombrar a tu hermano Pablo embajador en Argentina.

Tampoco le tengo ninguna fe a tu última travesura conocida, aunque con bastantes años de retardo, eso sí. Por lo demás, como frecuentemente sucede en este país, una frescura de un “palo grueso” casi siempre queda en nada. Se trata de esos casi 24 millones de dólares que la Corfo habría aportado en dos proyectos mineros durante tu primer período, y en los cuales estuvo involucrada tu familia.

Ya sé que se apresuraron en desmentirlo, pero lo que yo quiero ver es si la investigación sigue adelante, aunque no es fe precisamente la que me sobra.

Porque siempre has tenido respuesta para todo. Cuando el senador José Manuel Ossandón en un debate te espetó que “a usted no lo declararon reo por lindo”, aludiendo al choreo del Banco de Talca, optaste por hacerte el gil. Respecto de la compra de acciones de LAN con información privilegiada, tu explicación sería que pagaste sin chistar la multa. Por haber adquirido empresas quebradas, sólo con el fin de eludir impuestos, muy suelto de cuerpo dijiste que “fue una compra absolutamente legal”.

Y en este caso específico, era así, pues Piñera. Sólo que, para ti, lo ético y lo legal valen lo mismo: es decir, callampa. Después de todo, tu amplia cultura te permite saber que la esclavitud y la trata de negros fue legal durante siglos. Que éticamente haya sido deleznable, sabemos que eso es algo que a ti nunca te ha interesado.