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Urge mejorar la fábrica

Tenemos una dicotomía tan grande en el fútbol chileno que la aparente estabilidad económica no se traduce en una buena producción de futbolistas. Tenemos que entender que la generación dorada fue un lindo y glorioso pasado, tal vez un corto presente, pero todas las señales nos están induciendo a preocuparnos de nuestro futuro.

Por GERARDO SILVA

El fútbol chileno parece estar estable, no sé si sólido desde lo económico pero a lo menos cómodo, sin sobresaltos. Los convenios y acuerdos administrativos y comerciales funcionan gracias a la administración y a las nuevas y modernas formas de manejar la industria; no obstante, futbolísticamente nos estamos cayendo a pedazos. Lo digo sin exagerar, pero a lo menos para activar la alarma. 

Es una realidad y hay que decirlo con todas sus letras: la tranquilidad, comodidad y estado de confort en la que se encuentran los clubes no les permite ni sugiere arriesgar a contratar jugadores de primer nivel para jerarquizar sus primeros equipos.  Y con el mínimo esfuerzo se logran los objetivos en una liga cada vez más débil.

Esto sería válido si la inversión se estuviera realizando en el fútbol joven, pero en su gran mayoría tampoco es así y esta situación complica absolutamente nuestra producción de futbolistas.

Desde hace un buen tiempo, la generación dorada está haciendo esfuerzos sobrehumanos y el aguante necesario para mantenerse vigente a la espera de sus sucesores; sin embargo, no avizoramos el tan ansiado recambio. Es lamentable que esto suceda, porque definitivamente mientras elaboramos un discurso con la intención de mejorar estructuras, sistemas, torneos y mejorías que consideran al fútbol joven, en la práctica eso no se observa. Maripán y Pulgar son los últimos futbolistas chilenos que, por arrastre, la generación dorada llevó al fútbol europeo y de eso hace bastante tiempo. 

Mi comentario no lo hago con un afán de minimizar el profesional y esforzado trabajo que realizan algunos clubes, que para no herir susceptibilidades no los voy a nombrar. Todos los seguidores del fútbol sabemos quiénes son los que trabajan bien, quiénes son los que trabajan mal y también quiénes no trabajan.

Despertemos de una vez. Vamos cuesta abajo por el tobogán, y pareciera que no avizoramos el 2021, sino más bien nos acercamos retóricamente a los años noventa, cuando solamente contábamos con un par de futbolistas jugando en Europa y que por su calidad y trascendencia, más una buena competencia en el fútbol chileno de la época, nos llevaron al Mundial de Francia 98. 

Ahora no vemos ni lo uno ni lo otro. Por lo mismo mi preocupación es grande, y creo que las cosas hay que decirlas cuando corresponde. Aún estamos a tiempo para encauzar el camino y mejorar la relación entre todas las entidades intervinientes para mejorar nuestro fútbol chileno. Si no hay producción, no hay venta; y si no hay venta, se acaban el negocio y la rentabilidad para seguir creciendo. 

Recordemos que tenemos una nueva presidencia con tremendas responsabilidades. Todos se deben cuadrar con el señor Pablo Milad y permitirle desarrollar su proyecto. Mejorar nuestra competencia local es fundamental y mejorar el trabajo en divisiones menores es perentorio; hay que mejorar todas las estructuras a fin de que prontamente sigan emergiendo jugadores que vayan a jugar a Europa, donde están las ligas que podrían ayudarnos a mantener nuestro nivel competitivo internacional. Llegó el momento de trabajar duro y olvidarse definitivamente de la generación dorada. 

Tenemos que entender que fue un lindo y glorioso pasado y quizás seguir disfrutando de un corto presente, pero todas las señales nos están induciendo a preocuparnos de nuestro futuro. Los clubes no pueden ser pequeñas islas que trabajen sólo por sus intereses con el esfuerzo justo y necesario, sino que también tienen la obligación de volver a posicionar a nuestro fútbol chileno en lo más alto del concierto sudamericano, para mantener nuestra figuración y participación a nivel mundial, que de manera definitiva y sin dudarlo trae además de prestigio, réditos económicos también para los clubes. 

Ojalá lo entendamos de esta manera y cada una de las instituciones de este país trabajen para fortalecer sus bases, intenten alcanzar torneos internacionales y junto con eso aportar futbolistas exportables y de calidad para nuestro fútbol. Ni hablar de lo necesario que es volver a la competencia internacional con el fútbol joven, clasificar a un Mundial y repetir campañas históricas. Esto debe ser uno de nuestros principales objetivos.