Yo lo viví: La primera derrota de Chile ante Venezuela

El segundo semestre de 2001 fue desastroso para la selección chilena. Tras el oasis que representó la rescatable actuación en la Copa América de ese año (se avanzó a cuartos de final tras ganar dos partidos), el equipo adiestrado por Pedro García se embarcó en ruta a zafar del último lugar de las clasificatorias, zona que la Roja conocía de sobra al encadenar una serie de malos resultados que se inició después de la enorme victoria por 3-0 ante Brasil (otro pequeño oasis), en agosto de 2000.
La tarea pareció titánica cuando Bolivia se desplazó hasta el estadio Nacional y robó un empate 2-2, que en teoría fue obtenido por Chile con el aporte de Marcelo Salas, quien lideraba la escuadra. Sin embargo, un nuevo espejismo asomó por Santiago, y el sábado 1 de septiembre de 2001 Chile y Francia saldaron una antigua deuda de 1993, y que constituyó la revancha del partido que los galos vencieron por 3-1 en París en aquella ocasión.
El partido fue una fiesta familiar, donde los más de 60 mil espectadores que asistimos disfrutamos de una exhibición de los entonces campeones del mundo, de Europa y de la Copa Confederaciones, que habían tenido un regado encuentro la noche anterior en un conocido club de entretención masculina en el centro de la capital (lo que explicó el bajo rendimiento de algunos reputados jugadores franceses).
Aun así, se me quedaron en la retina pincelazos de la enorme jerarquía de Zinedine Zidane, los trancos largos de Patrick Vieira o el despliegue infatigable de Emmanuel Petit en el mediocampo. Tras el pitazo final del “Sargento” Giménez, me apresté a asistir al estadio el martes 4, tras una medida desesperada de la ANFP por conseguir un aforo digno para el partido que enfrentaría al penúltimo (Chile) con el colista (Venezuela) de las clasificatorias.
Así, llegó el fatídico día, en que poco más de 20 mil personas asistimos al Nacional, en lo que se suponía sería un trámite ante la Vinotinto, acostumbrada a llevarse sendas goleadas de sus expediciones en Chile.
Para quienes vimos el partido, supuso un suplicio, con un equipo muy nervioso, irreconocible y falto de liderazgo en la banca y en la cancha. Después de un olvidable empate sin goles en el primer tiempo, vinieron los dos latigazos llaneros. A los 56 minutos Ricardo Páez y a los 61, Juan Arango, instalaron la vergüenza en el Nacional.
Recuerdo que un relator dijo que “había que acostumbrarse a esta nueva realidad”, como confirmando nuestra posición de poco estatus a nivel sudamericano. Tras el pitazo final, vino la renuncia de Pedro García a la banca nacional (con un inolvidable reto en cámara a Cristian “Lolo” Sánchez, entonces devenido en informador de cancha), y el inicio de las tres últimas estaciones del vía crucis nacional en su deseo por llegar al mundial asiático.
Sería la hora de Jorge Garcés, quien nada pudo hacer para sacar a Chile del sótano de la tabla de posiciones. La plantilla nacional ese día estuvo integrada por Nelson Tapia; Francisco Rojas, Jorge Vargas, Luis Fuentes, Mauricio Aros (72’ Rodrigo Pérez); Pablo Galdames, Clarence Acuña, Rodrigo Tello; Claudio Núñez (64’ Esteban Valencia), Cristián Montecinos y Reinaldo Navia. En los rivales, su actual técnico, Rafael Dudamel, disputó el partido defendiendo el arco de su selección.