Colo Colo y Audax revindicaron al fútbol chileno

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Por Eduardo Bruna
Actualizado el 12 de febrero de 2018 - 12:42 am

El Cacique se impuso agónicamente por 3 a 2 y sumando seis puntos sigue al tope de la tabla. Sin embargo, al frente tuvo a un cuadro que supo recomponerse y torcer el destino de goleado al que parecía condenado en el primer tiempo. Albos e itálicos, en suma, protagonizaron un partidazo en el que pasó de todo.

El registro estadístico dirá que ColoColo derrotó agónicamente por 3 goles a 2 a Audax Italiano, pero el tiempo, como siempre ocurre, irá desvaneciendo lo principal: que fue un partidazo.

Por lo que hizo ColoColo, por cierto; pero también por lo que hizo Audax, que de cuadro a ratos zarandeado durante la primera etapa, y propenso a cosechar una goleada, supo recomponerse, equilibrar el encuentro y, por momentos, sobre todo en los minutos finales, hasta llevarse por delante al cuadro de Guede.

Fue, además, un partido en el que pasó de todo. Como que, cuando se jugaba el minuto 34, un corte de energía dejó sin luz a las cuatro torres del sector oriente del Monumental, obligando a una suspensión que se prolongó por largos minutos.

No pareció, durante los primeros minutos, que los más de 30 mil espectadores que llegaron al reducto albo, y los millones que lo veían a través de la televisión, iban a ser testigos de un encuentro tan vibrante, tan intensamente disputado. Y con esa indudable carga de dramatismo que implica, además, que el marcador se mueve como un péndulo en los minutos finales.

Para decirlo pronto: ColoColo ganó agónicamente un partido que no supo cerrar cuando pudo. Un encuentro en el que, perfectamente, pudo dejar ir dos puntos que habrían significado un epílogo muy similar a una derrota sin que nadie pudiera argumentar que la paridad había sido injusta. Y cuando todo eso se produce durante la disputa de los 90 minutos, sólo cabe calificar el partido como partidazo, más allá de sus imperfecciones y sus lagunas.

En medio de su explicable celebración, ColoColo debe sacar sus conclusiones. Que le eviten volver a pasar nuevamente por una instancia como la vivida en el Torneo Nacional. Pero sobre todo, que lo hagan un equipo mucho más confiable y más sólido en la competencia internacional, con una Copa Libertadores que está a la vuelta de la esquina.

Ocurre que ColoColo, con las velas desplegadas, le pasaba por encima a Audax Italiano y ya en el minuto 23 lo sometía con un 2 a 0 que no admitía objeciones. El Cacique era claramente superior y esta vez el éxito que se alcanzaba transitoriamente no podía ser atribuido exclusivamente a su goleador, Esteban Paredes.

Ganando a Antofagasta, en el debut del Torneo Nacional, la victoria y los tres puntos habían tenido el nombre y el apellido del formidable artillero albo. ColoColo, en lo que a juego respecta, no había sido superior a su rival.

Esta vez no era así. Paredes sólo le ponía la firma a un juego fluido y bien elaborado que abría forados por todos lados a la defensa itálica. A los 9, mediante tiro libre, ya había anotado el gol que le significaba dejar atrás a Honorino Landa en la estadística que marca a los mayores artilleros de la historia del fútbol nacional, acortando además la distancia que lo separa de Pedro González y el “Chamaco” Valdés.

Y pocos minutos después, le había puesto la rúbrica a una jugada que partió en Orión y terminó con el golpe certero de su botín izquierdo, sin que ningún jugador itálico la tocara. El meta albo la sirvió hacia Baeza y este partió decidido a invadir campo rival. La condujo durante unos pocos metros y se la sirvió a Orellana, que anuló el anticipo defensivo con un sutil toque de su pierna izquierda que devolvió el balón a la posesión del volante. Baeza, viendo destapado a Valdivia, le sirvió el balón al “Mago”, que con su habitual talento la tocó de primera para la entrada libre de Opazo por la banda derecha. Y el ex wanderino, que cada día juega mejor, metió el centro de primera, sin dominar antes el balón, ganando el segundo justo para encontrar el empalme de Paredes a boca de jarro sin que la defensa audina pudiera intervenir.

El partido estaba 2 a 0 en medio de una indiscutible superioridad alba cuando se produjo el corte de luz. Y el que la cancha quedara a media luz pareció también quitarle brillo a un Cacique que, hasta ese momento, parecía encaminarse a una goleada.

Dos incidencias, sin embargo, contribuyeron a cambiar en 180 grados el trámite del encuentro. La primera, el ingreso de Santos por Martínez en cuanto volvió la luz y pudo reanudarse el juego. La segunda, el penal que desperdició Paredes en el epílogo de esa extraña primera etapa que duró más de una hora.

Queda claro que un eventual 3 a 0 puede resultar lapidario, más cuando se trata, hasta ese momento, del choque de dos fuerzas tan disparejas. Sin embargo, extrañamente, Paredes volvió a desperdiciar un penal, haciendo explotar su remate contra el travesaño. En cuanto a Santos, su importancia no se notó de inmediato, pero vaya que la tuvo durante el segundo tiempo.

Si hasta ese momento la única preocupación defensiva alba había consistido en tener a raya a Abreu, con el moreno en cancha sus problemas se multiplicaron. Fuerte, potente, veloz, y nada de negado con el balón en los pies, el brasileño poco a poco empezó a desordenarle los papeles al fondo albo, poniendo una y otra vez de cabeza a un bloque posterior que hasta ahí se había conducido sin mayores sobresaltos.

Fue él, incluso, quien anotando el tanto de descuento le puso al partido la dosis de incógnita que hasta ahí no había existido. Perdió un balón Valdivia por querer hacer un dribling de más y desde el área grande de Audax surgió el balonazo largo de Abrigo para la entrada de Santos, que le ganó en el cuerpo a cuerpo a Barroso para hacer ingresar el baló con un cabezazo que superó a un Orión que, al parecer, confió demasiado en que el líbero albo se las iba a saber arreglar solito.

Sobre la jugada, un necesario paréntesis: Valdivia, que duda cabe, es un genio. Sus pases milimétricos y profundos crean permanentes desaguisados en la defensa rival y son un alimento invaluable para sus compañeros. Su indescifrable dribling, porque nunca se sabe si va a girar hacia la derecha o hacia su izquierda, saca de quicio a cualquiera que vaya a marcarlo. Y fruto de ello es objeto de permanentes faltas, pero eso de reclamar majaderamente lo hace transitar permanentemente por la cornisa.

A nivel nacional es poco probable que un árbitro, cualquiera sea este, se atreva a cortar sus reiterados alegatos con una segunda amarilla. Felipe González, el pito de este encuentro, no se atrevió, tal vez pensando que el “Mago” tuvo en más de una ocasión razones valederas para el reclamo, pero cabe calcular que, a nivel internacional, su conducta puede perfectamente significarle una roja que deje a su equipo en una desventaja numérica que puede ser fatal.
El hecho es que, en los minutos finales, y habiendo tenido Esteban Paredes tres tiros en los palos, Audax arrinconó a ColoColo. Le ganó todas las segundas pelotas y, como se esperaba, empezaron a llover centros sobre el área alba. Que despejaba, claro, sólo que invariablemente el rechazo caía nuevamente en los pies de un rival.

Y cuando se jugaba el minuto 90, se produjo lo impensado, aunque de ninguna manera situación aberrante de acuerdo a como se había ido presentando el partido en los minutos finales. La enésima pelota al área fue empalmada por el otro extremo hacia la zona desde donde había venido y en la boca del arco Bosso, zaguero lateral, apareció para mediante “palomita” marcar el empate a dos y silenciar por completo el Monumental.

Se pensó que los tres minutos de descuento se consumirían rápido. Que ColoColo tendría que lamentar toda la semana las situaciones de gol desperdiciadas y los dos puntos increíblemente resignados. Pero he aquí que, casi sobre la jugada siguiente, el cuadro albo armó una buena carga por la derecha para que apareciera Opazo. Y el lateral, que había bajado notoriamente su nivel en la segunda parte del encuentro, metió sin dudar el centro que encontró la cabeza de Paredes y las manos de mantequilla de Peric, que dejó ir el balón en una forma calcada a como en un pasado Clásico lo había dejado ir Johnny Herrera ante un remate del uruguayo Rivero.

Pero quedaba más: los 3 minutos de descuento se transformaron en 8. Buscando protegerse del juego aéreo al cual estaba apelando Audax, Guede decidió sacar a Opazo para hacer ingresar a Insaurralde. Y Opazo, sabiendo que el cambio más que movida táctica busca quemar minutos, se tomó muy en serio la decisión de su jefe, saliendo de la cancha a paso de tortuga. Encarado por un par de jugadores itálicos, tiró un manotazo y recibió también lo suyo. Resultado: segunda tarjeta amarilla daba roja y, en medio de la trifulca, un desesperado Guede pedía que, ya que Opazo no podía ser sustituido, el ex boquense entrara por Valdivia.

Los instantes finales fueron de nervio puro. El 3 a 2 podía perfectamente transformarse en un 3 a 3 en esos minutos que no pasaban nunca. Sólo el pitazo final de González liberó tensiones, dejándoles en claro a todos que, más allá de sus lagunas e imperfecciones, ColoColo y Audax habían protagonizado un partidazo que revindicó a nuestro mediocre fútbol casero.

PORMENORES

Torneo Nacional. Segunda fecha.
Estadio: Monumental.
Público: 30.754 espectadores.
Arbitro: Felipe González.

COLO COLO: Orión; Zaldivia, Barroso, F. Campos; Opazo, Baeza, Carmona, Véjar (46´ Suazo); Valdivia (90+3’ Insaurralde); Orellana, Paredes.
AUDAX ITALIANO: Peric; Bosso, Labrín, Torres, M. Campos (46’ Crovetto); Cornejo, Cabrera, Martínez (35’ Santos); Carrasco (83´ Jeraldino), Abrigo; Abreu.

GOLES: Para ColoColo, Paredes a los 9’ (tiro libre), 23’ y 90’+1 (cabeza); para Audax, Santos (cabeza) a los 55’ y Bosso a los 90.
Tarjetas amarillas: en ColoColo, Opazo, Zaldivia, F. Campos, Suazo y Valdivia; en Audax, Peric, Abreu y Cabrera.
Incidencia: Paredes desperdició un penal en el minuto 45’.