Cambios de humor en adultos mayores: cómo tratar su irritabilidad

Estudios arrojaron que un 12% de las mujeres y un 6% de los hombres mayores de 65 años les cuesta sentarse o levantarse, una situación que puede transformarse en irritabilidad en su día a día.

Por EL ÁGORA / Foto: ARCHIVO

El envejecimiento es una etapa en la que hay que gestionar una serie de transformaciones, no sólo físicas, sino también emocionales.

En ocasiones, las limitaciones propias de esta edad pueden transformarse en irritabilidad, lo que obliga a los cuidadores a utilizar tácticas para gestionar de la mejor manera posible los cambios de humor en los ancianos.

En muchas ocasiones, el deterioro físico es el causante del mal humor entre los mayores.

Según datos que maneja TK Home Solutions, a un 12% de las mujeres y un 6% de los hombres mayores de 65 años les cuesta sentarse o levantarse, una situación que puede transformarse en irritabilidad en su diario vivir.

Entender las razones que provocan el mal humor en los ancianos es fundamental para proporcionarles los mejores cuidados.

Los expertos nos muestran algunos de los motivos que pueden causar irritabilidad.

Muchos adultos mayores sufren dolor crónico derivado de enfermedades como la osteoartritis o la fibromialgia. Este constante malestar, no sólo limita la movilidad, sino que también impacta en las actividades diarias, lo que genera ansiedad. Además, también son frecuentes los trastornos del sueño, como el insomnio, que puede traducirse en fatiga y mal humor.

La depresión en las personas mayores no siempre se manifiesta de la misma forma. La irritabilidad puede ser un síntoma que esconda una profunda sensación de malestar.

Y en las primeras fases de la demencia, la pérdida de memoria y la confusión provocan frustración y enfadado, ya que la comunicación se ve limitada.

Cuando el anciano ve que disminuye su autonomía, ya sea debido a limitaciones físicas o cognitivas, puede sentir abatimiento o resentimiento.

Además, la percepción de depender de los demás puede afectar a su autoestima. Para mucho mayores, la adaptación a una vida menos activa o a cambios en su rutina diaria conlleva desajustes emocionales.

En el caso de las mujeres, los cambios hormonales asociados a la etapa de madurez pueden influir en el equilibrio emocional. Las fluctuaciones hormonales desencadenan cambios en el estado de ánimo.

La dificultad para adaptarse a las nuevas tecnologías genera frustración, especialmente en una sociedad cada vez más digitalizada. La brecha tecnológica provoca que los mayores se sientan poco competentes.